¡Habla memoria!

Uruguay 1950: El Maracanazo

En un Mundial atípico, Uruguay registró una de las mayores hazañas futbolísticas. Campeón en blanco y negro, el recuerdo se mantiene intacto como si el tiempo no pasara.

Por Redacción EG ·

13 de mayo de 2014
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Cuatro cupos para siete equipos repartía la FIFA para Sudamérica en la previa del Mundial 50. Era la vuelta de la Copa del Mundo, después de 12 años donde no hubo tiempo para el fútbol. De aquellos siete equipos, Argentina, Ecuador y Perú se retiraron, permitiendo, de este modo, la clasificación directa sin disputar las Eliminatorias de Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay. El otro equipo de Sudamérica, lógicamente, fue Brasil, local y víctima de aquel equipo uruguayo.

El camino de la Celeste en el Mundial volvió a estar acompañado de la suerte. Con una desorganización en los grupos inimaginable para estos días, tuvo que disputar solo un partido para llegar a la fase final. Esto se debió a la renuncia al torneo de los ya clasificados India, Turquía y Escocia. El rival en aquel debut mundialista fue Bolivia, una selección de escasa jerarquía, que prácticamente no presentó oposición. Fue un categórico 8-0 en Belo Horizonte ante la presencia de 7 mil espectadores con un triplete de Míguez como lo más destacado. El video de ese triunfo es una reliquia, donde los jugadores parecen festejar los goles como si ya supieran que después les llegaría algo más grande por qué alegrarse.

Sin embargo, el Maracanazo, todavía no era un sueño ni del uruguayo más optimista. Brasil había ganado dos partidos y empatado con Suiza, por lo tanto, se clasificó primero de su grupo. Además de los dos sudamericanos, completaron la fase final Suecia y España, este último tras una primera etapa destacada en la que eliminó a Inglaterra.

Justamente fue la Roja, el siguiente rival de Uruguay. Disputado el 9 de julio, fue un agónico empate 2-2 bajo la lluvia de San Pablo. Alcides Ghiggia, quien anotó en los cuatro partidos, y Obdulio Varela, capitán del equipo, fueron los autores de los goles. Cuatro días después, con otra buena actuación de Óscar Míguez, la selección charrúa se impuso 3-2 frente a Suecia, a pesar de ir perdiendo cuando faltaban quince minutos.

Imagen BARBOSA se estira pero será gol de Ghiggia. Los brasileños condenaron al arquero de por vida.
BARBOSA se estira pero será gol de Ghiggia. Los brasileños condenaron al arquero de por vida.
Uruguay mostró reacción y ser un hueso duro de roer para cualquiera. La sangre charrúa y el empuje tan característico del país habían surgido en aquel triunfo ante los suecos. Sin embargo, el 16 de julio, apenas tres días después, debía enfrentar a Brasil. El local llegaba al último partido a paso firme. 7-1 a Suecia, 6-1 a España y el empate le alcanzaba para ser campeón. El antecedente más cercano entre las dos selecciones había sido meses antes en la Copa Río Branco, con título verdeamarelho (aunque todavía usaba remera blanca) tras imponerse en dos de los tres partidos en los que habían enfrentado.

El Maracaná lucía repleto como pocos eventos deportivos en la historia. Casi 200 mil personas se juntaron con la expectativa de ver a su país campeón. Los diarios ya tenían preparadas sus portadas, las remeras se vendían con estampados de “Campeón del Mundo” y hasta el presidente de la FIFA, el mítico Jules Rimet, tenía el discurso preparado. Sin embargo, aquella selección corajuda de Uruguay, que hasta el momento no había dado demasiadas señales de trascendencia, tenía su mejor versión en el tintero.

Los jugadores de Uruguay salieron al campo de juego envalentonados por las palabras de su capitán, Obdulio Varela. Cuentan los jugadores, que el Negro Jefe contradijo al entrenador y les pidió a sus compañeros jugar ofensivamente, sin miedo a la multitud de hinchas. De aquella arenga quedó patentada la frase “los de afuera son de palo”.

De todos modos, las palabras no evitaron el sufrimiento. Durante la primera, Roque Máspoli se convirtió en figura y fue el gran responsable de mantener la valla invicta. Ademir, Chico y Zizinho chocaron varias veces contra el arquero, solo custodiado por dos defensores: Matías González y Eusebio Tejera. El 2-3-5 aún prevalecía como la fórmula de moda.

Apenas comenzado el complemento, llegó el gol de Friaça y la calma para el anfitrión. El juez de línea inglés, había levantado el banderín anulando el gol, pero ante el grito de la multitud lo bajó y convalidó la acción. La situación provocó el enojo de Varela, quien durante unos minutos mediante gesticulaciones con el árbitro inglés, le reprochó lo sucedido. Lejos de tener éxito en el reclamo, al menos se conformó con frenar por unos minutos los ataques rivales. Ahí comenzaría un nuevo partido con el control del mediocampo liderado por Obdulio junto a Schubert Gambetta y Víctor Rodríguez Andrade.

Quedó comprobado que no sólo de lógica se alimenta la historia. La hazaña, que al día de hoy se recuerda como uno de las mayores tristezas del deporte brasilero, estaba por comenzar. A los 21´, Juan Alberto Schiaffino anticipó a los defensores y empató el partido. Fue un llamado de atención para los locales, quienes no tomaron nota de los hechos y trece minutos sufrieron otro gol. Nuevamente Alcides Ghiggia escapó en una jugada similar, pero esta vez sorprendió al arquero Barbosa rematando al primer palo. “Tenía ensayada la jugada con Julio Pérez, que me entregaba la pelota y cuando el lateral se me acercaba yo se la devolvía y me metía en diagonal al área; como era tan rápido, siempre me iba”, reconoció Ghiggia, cincuenta años después.

El final del partido terminó de disolver las esperanzas de los locales, en estado de shock por varios años. Aquella hazaña, denominada “Maracanazo”, sigue sonando como mala palabra en tierra carioca. Publicidades, documentales y el optimismo de cualquier seleccionado uruguayo ante un partido difícil, aún hoy se alimentan de aquella tarde. Once hombres convirtieron lo inverosímil en real y entraron en la historia grande del fútbol.

El equipo del Maracanazo:
Roque Máspoli; Matías González, Eusebio Tejera; Schubert Gambetta, Obdulio Varela, Víctor Rodríguez Andrade; Alcides Ghiggia, Julio Pérez, Óscar Míguez, Juan Alberto Schiaffino, Rubén Morán; DT: Juan López.
Goles: 66´ Juan Alberto Schiaffino, 79´ Alcides Ghiggia


Pedro Molina