¡Habla memoria!

Roma 1989, la gran hazaña de Alberto Mancini

Un día como hoy, 33 años atrás, Luli conquistaba el torneo de Roma tras superar en la final nada menos que a Andre Agassi. El Gráfico fue testigo de aquella proeza para el tenis argentino. Una nueva joya de nuestra hemeroteca.

Por Pablo Amalfitano ·

20 de mayo de 2022

NACE UN ÍDOLO, tituló El Gráfico después de aquella gesta. Alberto Mancini ya había explotado su mayor potencial,  semanas atrás, con la conquista del torneo de Montecarlo, con los dos últimos triunfos ante el sueco Mats Wilander (2°) en semifinales y el alemán Boris Becker (3°) en el partido por el trofeo.

Pero la gran confirmación de que estaba para grandes metas llegó el 21 de mayo de 1989, exactos 33 años atrás, con la histórica victoria en la final del Abierto de Italia, en Roma, nada menos que frente al estadounidense Andre Agassi, por entonces número cinco mundial y una de las estrellas más valiosas del circuito, un símbolo transgresor que destruiría, a posteriori, varios libros de historia.

Luli había llegado al Foro Itálico como el 25° del ranking. Allí dejó en el camino al español Francisco Clavet (321°), al estadounidense Lawson Duncan (66°), al español Emilio Sánchez Vicario (13°), al italiano Omar Camporese (120°) y al español Jordi Arrese (70°). Durante toda la semana jugó con una tendinitis en la muñeca derecha. 

 

Imagen Mancini, campeón de Roma en 1989
Mancini, campeón de Roma en 1989
 

Si bien Agassi todavía no había comenzado a edificar la leyenda en la que luego se convertiría, con ocho conquistas de Grand Slam, el oro olímpico en singles y una cantidad incontable de torneos de calibre, sí partía como el favorito en una definición que le habría dado su primer título equivalente a los actuales Masters 1000 -el primero, en efecto, lo ganaría al año siguiente en Miami, ante el sueco Stefan Edberg-.

El día previo a la final, el 20 de mayo, Mancini acababa de superar a Arrese en las semifinales y recibió una grata sorpresa: desde la organización del torneo, cuando ni siquiera había dejado la cancha, ingresaron con una torta de cumpleaños por su festejo número 20. "Estoy feliz de celebrar mi cumpleaños justamente acá, en Italia, junto con ustedes; es una alegría extra porque mis padres me ven jugar por primera vez en Europa. Pero por hoy basta: el festejo completo lo dejo para mañana, espero poder jugar mejor...", expresó, micrófono en mano, el día previo a la proeza.

Entrenado por entonces por Pancho Mastelli, quien dos años después se convertiría en capitán de la Copa Davis, Mancini desplegó todo el repertorio digno de un jugador de calibre internacional surgido en las entrañas del polvo de ladrillo sudamericano. Ni las horas de batalla, ni los vaivenes, ni el match point en contra que debió afrontar cuando estaba 4-5 abajo en el cuarto set. Nada de eso lo pudo frenar.

Aquel día Luli honraría las míticas andanzas de los argentinos en la capital de Italia, desde la primera final que jugara Enrique Morea en 1954 a las más recientes definiciones protagonizadas por Martín Jaite (1987) y Guillermo Pérez Roldán (1988), con los titulos de Guillermo Vilas (1980) y José Luis Clerc (1981) en el medio.

 

Imagen Mancini, con el último trofeo grande de su carrera
Mancini, con el último trofeo grande de su carrera
 

Más allá de los dolores en la muñeca derecha, solucionados en buena parte en la previa de la final por el doctor Raúl Madero, quien se encontraba en el Foro Itálico de forma ocasional y esperaba la llegada de Carlos Bilardo para un amistoso de la Selección Argentina, el día siguiente ante el equipo local, Mancini logró sobrellevar una final de mucha tensión que lo tuvo en ambos lados del ring: fue dominador y también se sintió contra las cuerdas.

Comenzó con un tenis arrollador, bien a su estilo y sin rastros de las molestias en la mano, pero todo cambió cuando la figura entrenada por el histórico Nick Bolletieri se quedó con los dos siguientes sets y comenzó a mandar 3-6, 6-4 y 6-2. Si Agassi ya era favorito antes de la final, entonces en aquel lo era el doble. Nadie habría apostado por Mancini. Mucho menos después de haber estado match point abajo.

Pero la valentía del argentino de 20 años se vio a partir de ese instante de peligro: un passing perfecto de drive lo haría escapar del apremio y la entereza lo llevaría a quedarse con el tie break por 7-2. En el quinto set, a diferencia del resto del partido, ya no hubo dos tenistas: Seguro, agresivo y preiso, Mancini sacó de la final al Kid de Las Vegas y sentenció una victoria para el recuerdo por 6-3, 4-6, 2-6, 7-6 (2) y 6-1.

"Para mí fueron fundamentales la confianza y la mentalidad ganadora que me dieron los triunfos ante Wilander en Key Biscayne (NdR: meses atrás, en marzo, su primera victoria ante un top 5) y ganar en Montecarlo. Por eso entré a la final de Roma a jugar de igual a igual sin importarme si fuera Agassi o quién estuviera delante", analizó el propio Mancini, en El Gráfico, después de una hazaña que quedará grabada por siempre en los anales del tenis argentino.