¡Habla memoria!

Atentado y huelga: El día que los jugadores dijeron basta

Una bomba explotó en el vestuario e hirió de gravedad a Claudio Zacarías, de San Lorenzo, antes del duelo contra Instituto en Córdoba. Suspendieron el fútbol en señal de protesta. El repaso de una historia conmocionante a la manera de El Gráfico.

Por Panqui Molina ·

12 de mayo de 2022

 

Campeonato Nacional 1987/88. A 4 fechas del final, el San Lorenzo de Héctor Veira viajaba a Córdoba para visitar a Instituto. Un duelo clave para la definición de un certamen que tenía al Newell’s del Piojo Yudica en lo más alto.

 

Las 15.30 era la hora señalada para el pitazo inicial. Juan Carlos Loustau, el padre de Patricio, ya estaba en la cancha esperando a los equipos. Pero desde el túnel alguien le hizo una seña. El partido que estaba por jugarse, nunca se disputó. 

 

En un episodio nunca esclarecido, una bomba reventó en una de las ventanas del vestuario de San Lorenzo y provocó un corte profundo en la axila, debajo del brazo izquierdo, a Carlos Zacarías. El defensor casi muere después de perder casi tres litros de sangre. “La herida cortante tocó el dorsal ancho y el pectoral mayor, con lesiones venosas. Lo prioritario ya se hizo: parar la hemorragia y transfundirlo”, indica la crónica de El Gráfico de la época.  El bloque de vidrio también impactó en José Luis Chilavert y Darío Siviski, que sufrieron heridas menores. Entre los supuestos autores intelectuales se les apuntaba a “mano de obra desocupada” y a “gente allegada a Instituto”. 

 

 

Imagen El drama se apoderó del vestuario de San Lorenzo después de la agresión a Zacarías
El drama se apoderó del vestuario de San Lorenzo después de la agresión a Zacarías
 

 

Los jugadores se reunieron en Futbolistas Agremiados. 5 días después y decretaron una huelga hasta que se aclare el hecho. Fue la forma que encontraron para reclamar que alguien se hiciera cargo de su integridad física en los campos de juego. Para evitarla, las autoridades de AFA y los funcionarios del Gobierno ofrecieron realizar un minuto de silencio. Una semana después, el fútbol volvió y Newell’s se coronó campeón. Sergio Marchi, actual Secretario General de Agremiados, formaba parte de aquel plantel de San Lorenzo.

 

El atentado le provocó heridas en el hombro, en la axila, en el antebrazo y en las piernas. Zacarías fue internado en terapia intensiva en el Hospital Español de Córdoba. Los médicos evitaron amputarle uno de sus brazos luego de dos operaciones. 48 horas después lo pasaron a una habitación normal. Tras una semana, fue dado de alta y regresó a Buenos Aires para iniciar la recuperación. Se redujo la movilidad de la mano en un 70%. Creían que nunca más iba a poder jugar al fútbol. Para ese entonces había firmado un preacuerdo con un club francés para emigrar al exterior y Bilardo lo seguía de cerca para sumarlo a la Selección Argentina. 

 

La Corte Suprema de Justicia condenó a Instituto a pagarle 410 mil pesos (eran tiempos en donde el dólar valía un peso), más los gastos de operación y tratamiento. El Tribunal de Disciplina le dio el partido ganado a San Lorenzo por 1-0, le descontó dos puntos a Instituto y le quitó un porcentaje de recaudación. Zacarías debió dejar el fútbol 7 años después.

 

 

Imagen Héctor Veira, DT de San Lorenzo en ese entonces, visitó a Zacarías en el Hospital Español
Héctor Veira, DT de San Lorenzo en ese entonces, visitó a Zacarías en el Hospital Español
 

 

Aunque el pronóstico era desalentador, Zacarías trabajó para poder volver a las canchas y lo logró antes de tiempo. El primer diagnóstico había indicado que el postoperatorio le iba a llevar entre 6 meses y un año. En enero de 1989 regresó contra River por el Torneo de Verano en Mar del Plata. En su primer partido oficial (también contra River), 280 días después del atentado, Francisco Lamolina lo expulsó cuando faltaban 2 minutos para el final por doble amarilla. Luego tuvo una experiencia de dos años en Turquía y volvió a San Lorenzo, donde fue dejado libre. Colgó los botines a los 27, pero un tiempo después regresó del retiro para ponerle fin a su carrera definitivamente a los 30 años en el ascenso. 

 

Se juega como se vive y se vuelve al fútbol como de la muerte. Claudio Zacarías lo vivió en carne propia. 40 días después del atentado nació su hija. Por todo lo sucedido, y por su cercanía con la muerte, no tuvo mejor alternativa que ponerle Milagros de nombre. El nacimiento de su hija también fue como un renacer para él.

 

Imagen Zacarías lee El Gráfico de la época en plena recuperación
Zacarías lee El Gráfico de la época en plena recuperación
 

Diseño de portada y edición: Matías Di Julio