¡Habla memoria!

Juan Román Riquelme: a 27 años de la primera pincelada

El 10 de noviembre de 1996 debutaba en Primera el actual vicepresidente de Boca. Con los años se convertiría en el máximo ídolo de la institución.

Por Pablo Amalfitano ·

10 de noviembre de 2023

27 AÑOS NO SON NADA. Parece que fue ayer cuando debutó ante Unión, el 10 de noviembre de 1996. Desde ese día se metió en el corazón de los hinchas y comenzó a construir la imagen indiscutida de ídolo xeneize. Riquelme es sinónimo de fútbol, pero también es gran parte de la historia de Boca. “Para algunos seré bueno, más o menos, un burro o un pecho frío. Pero soy Riquelme gracias a Boca”, dijo alguna vez el 10. No hay dudas: el amor entre la gente y Román jamás se terminará.

"La gente no se compara con nada y el domingo en la cancha me di cuenta de lo que era", sostuvo un joven Riquelme después del debut frente al Tatengue en una Bombonera que no paró de corear su nombre, acaso como un anticipo de lo que vendría con el correr de los años. Contra Unión tuvo lugar la primera de sus enésimas pinceladas.

Durante su carrera, desde aquella primera ovación frente a Unión, hizo cosas increíbles. Amargó a varios equipos brasileños en reiteradas ocasiones por la Copa Libertadores, como en aquella final de 2007, cuando metió tres de los cinco goles que Boca le propició a Gremio en el resultado global; o cuando entregó una clase magistral en el partido de vuelta por las semifinales ante Palmeiras, en 2001. “Mi padre desde chico me enseño a jugar al fútbol para divertirme”, supo decir. Con Riquelme parecía que la alegría no era sólo brasileña.

Pero tampoco la Selección de Brasil se salvó de la maestría de Román; el mundo futbolero recuerda aquel impresionante 3-1 por Eliminatorias para Alemania 2006: el 10 hizo un golazo de zurda, después de dormir la pelota con el taco, y fue la gran figura. Hasta el mismísimo Real Madrid padeció su jerarquía en la final Intercontinental del año 2000.

Los hinchas de River jamás podrán olvidar el famoso caño a Yepes en la Libertadores 2000, una de las tantas imágenes que resumen la clase de jugador que era Riquelme. Entre las miles de fotos el hincha xeneize recordará también el impecable tiro libre a Cúcuta bajo la niebla de la Bombonera -Libertadores 2007-, la secuencia pisada-taco-caño quedibujó contra San Lorenzo -Apertura 2011- y su primer gol en Primera ante Huracán.

“No he matado a nadie. Sólo erré un penal”, se defendió cuando llovieron las críticas. Román llegó a Villarreal cedido por Barcelona. Pasó de un grande a un ignoto. En 2006 condujo desde el campo de juego a ese humilde equipo hasta una semifinal de Champions League, ante el Arsenal inglés, poco menos que un sueño inalcanzable tiempo antes para el conjunto amarillo. Vaya paradoja: tuvo en sus pies la chance de igualar la serie, pero Lehmann se quedó con aquel penal. De todos modos los hinchas del Submarino consideran a Riquelme como el máximo ídolo de su historia.

Imagen OJO con ese. Román siempre se caracterizó por ser un técnico dentro de la cancha. Advierte a sus compañeros y mueve las piezas para el mejor funcionamiento del equipo. Aquí, en la final de la Libertadores 2007, contra Gremio.
OJO con ese. Román siempre se caracterizó por ser un técnico dentro de la cancha. Advierte a sus compañeros y mueve las piezas para el mejor funcionamiento del equipo. Aquí, en la final de la Libertadores 2007, contra Gremio.
Más allá de sus logros futbolísticos siempre se lo criticó. Riquelme dice lo que piensa y piensa lo que dice. Fue duramente atacado por renunciar dos veces a la Selección: en 2006, cuando volvió de Alemania como el culpable de la derrota argentina en el Mundial y dijo que su familia sufría por eso; y en 2009, cuando asumió Maradona como DT y comunicó públicamente: “Riquelme así no puede sacarse dos tipos de encima”. Quince años después todavía nadie entiende por qué Pekerman sacó a su conductor de juego y protector de la pelota cuando Argentina le ganaba 1-0 a Alemania en su casa y faltaban 10 minutos. Por otro lado Maradona jamás llamó a Román para comunicarse de manera personal sino que ‘ventiló’ su pensamiento en público. “Yo me perdí un Mundial, que es lo máximo para un futbolista. Pero era lo que tenía que hacer”, dijo JR, sincero, en aquel momento.

Ciertos sectores solían apuntar contra Román también por no reírse, como si eso hiciera falta para jugar al fútbol. El 10 simplificó las cosas hace un tiempo con una simple frase: “Zidane es el más grande hace diez años y nunca se ríe”. Y sentenció: “Riquelme está feliz”.

Feliz como sus hinchas, que lo inmortalizaron con una estatua. En la presentación de su imagen inmortalizada Riquelme agradeció emocionado, como nunca, entre lágrimas: “Esta fue mi mayor alegría en mi carrera deportiva. Esto es exagerado, ustedes están locos”. El monumento descansa en el Museo de la Pasión Boquense, en la Bombonera, esa misma que Román bautizó a su manera: “La Bombonera es como el jardín de mi casa”.

Para el hincha de Boca ya era inmortal pero, después de su dolorosa despedida del club en 2014, hacía falta un último gran regreso: el 8 de diciembre de 2019, en las elecciones de la institución xenezie, los socios y las socias lo eligieron como el vicepresidente segundo y el presidente del Consejo de Fútbol, en la lista de Jorge Amor Ameal. El tiempo, tarde o temprano, pone las cosas en su lugar.

Por Pablo Amalfitano