¡Habla memoria!

Rubén Paz, el Maradona Uruguayo

Llegó a Racing en 1987 y decbutó el 4 de octubre ante a San Lorenzo. En ese partido convirtió el gol para el empate 1 a 1 y el romance comenzó a nacer. Una zurda prodigiosa que vino del otro lado del charco, para dar cátedra en la academia.

Por Pablo Bomarito ·

08 de agosto de 2022

El “Mundialito” de 1980

La Copa de Oro de Campeones mundiales estaba en marcha. Por los 50 años del mundial de 1930, la FIFA y la Asociación Uruguaya de Fútbol habían organizado la competencia. La disputaban los hasta ahí campeones mundiales, excepto Inglaterra que no quiso participar, siendo reemplazado por Holanda por ser subcampeón de 1974 y 1978.

Imagen Diego y Rubén, a finales de los 70', el fútbol del Rio de la Plata.
Diego y Rubén, a finales de los 70', el fútbol del Rio de la Plata.
Se dividieron en dos grupos. El “A" fue conformado por Holanda, Italia y Uruguay. En tanto, el “B” estuvo compuesto por Alemania Federal, Argentina y Brasil.

El principal atractivo eran las figuras presentes en el torneo. Diego Maradona y Mario Kempes por Argentina; Toninho Cerezo y Sócrates por Brasil;  Karl-Heinz Rummenigge por Alemania Federal, Carlo Ancelotti por Italia; los hermanos van de Kerkhof por Holanda; Waldemar Victorino, Venancio Ramos y Rubén Paz por Uruguay.

Imagen Uruguay campeón del "Mundialito" de 1980, Rubén Paz, genio y figura.
Uruguay campeón del "Mundialito" de 1980, Rubén Paz, genio y figura.
Justamente, este último fue una de las figuras del conjunto “charrúa”, siendo apodado como “el Maradona uruguayo”, nada más y nada menos que por César Luís Menotti. Uruguay, casi invencible en casa, se quedó con el torneo.

Au revoir académie, hola academia

Rubén Paz había hecho carrera, entre 1977 y 1981 jugando para Peñarol. Allí había ganando tres títulos uruguayos, 3 liguillas y había sido el goleador en su último año en el "carbonero". De 1982 a 1986, fue figura del Inter de Porto Alegre, obteniendo 3 veces el campeonato “Gaucho”. Después de un paso fugaz por el Racing Matra de París, donde acompañó a Enzo Francescoli, volvió al Río de La Plata, para jugar en Racing Club de Avellaneda en 1987.

Imagen Rubén Paz en un entreno del Racing Matra de Paris, año 1987.
Rubén Paz en un entreno del Racing Matra de Paris, año 1987.
 
“En realidad, tendría que haber ido al Valencia. Me querían definitivo y pagaban 400.000 dólares. Pero la gestión la hizo un directivo español, se ve que a Di Stéfano no le gustó que le compraran un jugador que él no pidió y exigió que me tomaran una prueba. Entonces el que no aceptó fui yo. En esos días recibí llamados de algunos intermediarios tentándome para venir a la Argentina, pero no pasaban de especulaciones. También me hablaron del Betis. Hasta que me llamó un dirigente de Racing, Crespo (Juan Carlos), y ahí mismo prácticamente arreglamos. Me vine volando”.
Así de simple le contó a El Gŕafico en una nota compartida con Jorge Da Silva, quien venía de España pero para jugar en RIver Plate.
El Racing de Alfio “Coco” Basile arrancó con el pie derecho el Campeonato 87/88. Un equipo aguerrido, compacto, ganador. Desfiló los primeros 5 encuentros. Incluso goleó a Boca Juniors en la Bombonera 6 a 0 en la cuarta fecha.

El botija de Artigas

"Yo soy de la provincia, de Artigas, del interior. Y los del interior somos sanos, al menos eso dicen... Por eso, siempre me gustó estar en lugares familiares, conocer mucho a la gente, comunicarme. Y en Racing encontré una diferencia enorme con lo que vivía en Francia: voy camino de hacer una hermosa amistad con todos los muchachos uruguayos que están aquí, y también con los argentinos, con todos, con Fillol, por ejemplo, que me lleva diez años y es un monstruo del fútbol, y sabe enseñar... Nunca pensé que podía llegar a jugar con él, es una de las tantas cosas que me ha dado Racing."

Imagen Rubén Paz lleva la pelota, la gente no respira. Rápidamente se convirtió en ídolo.
Rubén Paz lleva la pelota, la gente no respira. Rápidamente se convirtió en ídolo.

04/10/1987

Rubén Paz se sentía confiado y contento por la decisión. Fue tan así, que el día del debut frente a San Lorenzo, por la sexta fecha del torneo, usó la camiseta número “11” porque la “10” la usaba Miguel Colombatti. El partido venía bastante “chivo”, con San Lorenzo arriba 1-0 por un gol de tiro libre de Rolando Barrera, a falta de diez minutos para el final. Racing, como un buen hereje, salió a cazar al “Santo” y pese al poco tiempo en el cronómetro, lo logró. José Raúl “Toti” Iglesias guapeó en la puerta del área, y casi cayéndose la abrió para Miguel Ángel Colombatti, quien entraba por la izquierda; el ex Morón vio por el rabillo del ojo que Miguel Angel Ludueña le picaba por afuera y alargó para él. El Negro sacó un centro al área y  por el segundo palo, el día de su debut, apareció Rubén Paz para empatar el partido con un cabezazo. Allí comenzó el amor.

Imagen Rubén Paz jugó 152 partidos y marcó 33 goles en la "Academia".
Rubén Paz jugó 152 partidos y marcó 33 goles en la "Academia".
Al partido siguiente, ante Platense, convirtió el gol de la victoria y comenzó a convertirse en pieza fundamental de ese Racing. Más allá del andar irregular en el campeonato, la “Academia” se ubicó en el tercer puesto al final de la temporda. A nivel internacional, otra fue la historia. Se consagró campeón de la Supercopa Sudamericana y la Supercopa Interamericana (solo se jugó una edición), ambas en 1988. A finales de ese año, terminó su préstamo y recaló en el  Genoa de Italia, contando los días para volver al Río de La Plata.

Imagen Racing campeon de la Supercopa 1988.
Racing campeon de la Supercopa 1988.
 
Su segunda etapa comenzó en 1990 y se despidió el 21 de febrero de 1993. Ese día fue derrota de local frente a Lanús por 1 a 0.

Rubén Paz disputó en sus dos ciclos un total de 152 partidos y marcó 33 goles. Dejó un recuerdo imborrable en los hinchas de Racing. Aún hoy sigue ligado a su querida "Academia". De hecho suele viajar a la Argentina para los partidos importantes o hincha a la distancia desde su tierra natal.

Bautizado por Menotti en 1980 como “el Maradona uruguayo”, arrancó los aplausos de los propios y los sufrimientos de los ajenos. Hizo gala de su apodo con esa zurda celestial, que sigue aún sigue viva en la memoria de los racinguistas.

 

Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio

 

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