¡Habla memoria!

1932. Los haraganes del fútbol

Por Chantecler. Cuando se jugaba sólo por el simple placer de jugar figuraban algunos que, valga la frase, en todo el match jugaban parados o caminando. Los pacíficos, apáticos o fiacúnes eran.

Por Redacción EG ·

13 de abril de 2020

Mientras el deporte popular no adquirió, la fiebre común a las actividades urbanas, fue dado comprobar que muchos de los jugadores, no obstante el ritmo un tanto lento de las acciones, se hicieron famosos, más que por sus grandes condiciones, por no despeinarse, por no fatigarse o por su risueña pasividad. En la actualidad, con la intensidad de esfuerzos que exigen las luchas, el que no se pone a tono con su aceleramiento "va muerto". como vulgarmente se dice; y como ahora mantener posiciones de titular en los teams significa "ganarse los garbanzos", se acabó la haraganería, y apenas si se notan los altibajos naturales entre los que no se cansan nunca y los que, por sus condiciones físicas, no pueden aguantar "el movimiento continuo" de un Marassi o un Ravaschino, verdaderos trompos del fútbol actual. Otrora, en la llamada época de oro, cuando se jugaba sólo por el simple placer de jugar, cuando la palabra "entrenamiento" era una frase vacía de sentido, a no ser para el atletismo incipiente de entonces, y cuando se iba a los fields "con la panza llena de tallarines" o se hacía el raid a las canchas aterrizando en las borracherías del camino, solamente derrochaban energías los de físico privilegiado. Pero aun en medio de tanto jugador que a la media hora ya no podían mover "las tabas", figuraban algunos que, valga la frase, en todo el match jugaban parados o caminando. Los pacíficos, apáticos o fiacúnes eran, pues, muchos; pero aun así, hubo tipos simbólicos que nos representaron en los internacionales por sus condiciones.

 

Imagen Piaggio
Piaggio
 

EL REY DE LOS PACÍFICOS

Tal título podía retenerlo legítimamente no sólo en su época, sino en todos los tiempos, Ernesto Brown, aquel famoso half izquierdo, centre-half o forward que contó Alumni y nuestros equipos representativos. Verlo jugar a Ernesto era todo un espectáculo, y aunque asombraba y era favorito por su eficiencia, más lo era por su pachorra, que llegó a hacerse clásica. Ernesto efectuaba sus quites "parado" (me refiero cuando actuaba de half) y luego de avanzar con absoluta tranquilidad dos o tres pasos, o enfilaba un shot al arco rival desde media cancha o pasaba la pelota a un compañero con exactitud notable, así el pase fuera de cuarenta metros.

Si bien Ernesto resultaba todo un modelo del futboler pacífico, utilísimo a pesar de esto, tenía rivales como su hermano Carlos que, aunque más veloz en sus desplazamientos, a veces se paraba, se movía con lentitud o actuaba con una displicencia tan cómica que el público estallaba en carcajadas festejando sus humoradas. Su compañero Walter Buchanan, era también un pacífico back, casi exclusivamente de rechazo, no por falta de habilidad para el esquive, sino que no lo practicaba para no cansarse. Peel Yates, que también formó en el Alumni, fue half de muy escasa movilidad y de acciones lentas, pero se explica que fuera así, porque se trataba de un hombre corpulento. Pacífico fue también Alejandro Harris y Roland Lennie, el primero de ellos, el famoso "cabecita de oro", que según las malas lenguas impuso entre nosotros el juego de cabeza en la defensa, porque rechazando con ella se esforzaba menos.

 

Imagen
 

Entre los arqueros de antaño hubo dos notables figuras de distinta característica pero con el mismo resultado: Juan José Rithner, haragán y pesado en los movimientos, y Carlos Wilson, célebre por su cachaza.

El primero, casi nunca salía del arco a buscar la pelota, y no se movía en él gracias a su notable colocación. Cuando lo apremiaban en sus acometidas los forwards rivales, para evitarse molestias prefería el rechazo a puñetazos. En cuando a Wilson, motejado "Pichurria", era tan pacífico que a veces se dormía con la pelota, y así fue a dar más de una vez con ella al fondo de la red, como le ocurrió un día en un famoso goal que ya comenté, marcado por Juan N. Perinetti.

 

PERITA SAYAN ES Y PASCUALITO GARRÉ

Santiago Sayanes, buen forward y mejor half de Racing y Gimnasia y Esgrima, fue celebrado en su época por su pachorra, que le dio muchos puntos de contacto con su antecesor Ernesto Brown. Cuando entraba en ganas de moverse, lo que ocurría contadas veces, pese a su físico robusto, evidenciaba ligereza; pero, habitualmente, era de aquellos que no gustaban de sudar la gota gorda por un match de fútbol, por importante que fuese.

Por entonces, le hacían competencia un back hábil pero lento, Arturo Chiappe, y un forward, Piaggio, quien pese a sus movimientos tipo "relantisseur", llegó a ser internacional. Pero ninguno contó con más justificada fama de haragán en el más amplio sentido de la palabra, como Pascualito Garré, un gran winger de Independiente, dotado de grandes ligerezas, pero que se reservaba para los bailes después de los partidos, o ir a hacer footing en las retretas de la plaza de Avellaneda, en donde su fama de conquistador le daba punto y raya a la de futboler. Llegaba a tanto la cachaza de Garré, que aun en encuentros de importancia y transcurriendo intervalos prolongados sin intervenir en el juego, le pasaban la pelota, pero corno para recogerla debía correr algunos pasos, prefería dejarla que se fuese al out. A veces hasta ni recogía una ball que le refilaba la cabeza, porque para obtenerla habría sido necesario el titánico esfuerzo de un pequeño saltito.

 

Imagen Adolfo Zumelzú (1902-1973) jugó en Tigre, Sportivo Palermo y brilló en el Rácing campeón invicto de 1925.
Adolfo Zumelzú (1902-1973) jugó en Tigre, Sportivo Palermo y brilló en el Rácing campeón invicto de 1925.
 

Zoilo Canaveri fue un jugador notable que le mezquinaba a los esfuerzos. Al efecto, combinaba con sus compañeros, como lo pueden atestiguar Ohaco o Alberto Lalín, que no le pasaran la pelota especialmente en los comienzos del match. Así permanecía muchas veces todo el primer tiempo sin tocarla más que cuatro o cinco veces; él se justificaba con habilidad: "Yo le pido al insider que no me dé juego, porque en esa forma le doy confianza al half que me cuida; cuando éste ve que mi compañero me bombea me descuida, y entonces aprovecho para sacarle todo el juego a mis corridas". Aquí cabe decir como los italianos: "Se non e vero, e ben trovato"...

 

ZUMELZÚ

Va a medida que se fue acelerando el ritmo del juego, resultó más raro encontrar verdaderos ejemplares de hombres pachorrudos, de manera que se destacó notablemente Armando Zumelzú, el científico centre half de San Isidro, Racing, Sportivo Palermo, Tigre, y pare de contar ... Zumelzú, aunque las fieras de las tribunas le gritaran, no se hacía mala sangre. El seguía el juego moviéndose en un círculo que no pasaba de los veinte metros de diámetro, No sudaba antes, ni menos ahora, y ni siquiera se despeinaba; pera era tal su arte para colocarse y su eficiencia en el pase y el esquive, que durante mucho tiempo fue, imprescindible para nuestros teams representativos.

 

Imagen Muschietti
Muschietti
 

MUSCHIETTI

Parecería imposible hallar en los recuerdos, nuevos modelos para dar lustre al presente artículo, y estaba por finalizarlo haciéndole gracia al lector, cuando me encuentro que me olvidaba del verdadero plato de todos los tiempos en materia de "fiaca": he nombrado a Muschietti, aquel impagable arquero de Estudiantes que dejó un vacío imposible de llenar, pues como Carlitos Chaplin, es algo inimitable. Fue Muschietti, si no el mejor, uno de los buenos y eficientes arqueros, sorprendente en sus atajadas de tres metros, y de cómo paraba con una in a n o potentísimos shots. Todo un espectáculo el guardavalla estudiantil; a veces dejaba entrar un goal pavo por no estirarse. Y era claro que así ocurriera, porque de lo contrario hubiese sido necesario que se arrojara al suelo, que diera un salto o corriera de punta a punta del arco; si alguna vez habría hecho esto, ya Muschietti no sería Muschietti... En lo de parar la pelota con una mano lo aprendió de Nuin, aquel arquero de grandes manazas de Newell's Old Boys y Atlanta. Antes atajaba con dos manos; pero cuando lo vio a Nuin detener con una sola mano, recuerdo que exclamó entusiasmado, como Arquímedes: "¡Eureka!"

Le pregunté si su colega tenía algo que ver con aquel club que luego se transformó, en Sportivo Palermo, y me respondió: "No; digo eureka, porque ahora en mis atajadas me voy a ahorrar una mano. ¡Este Nuin es un genio!..." Una vez hice la semblanza de Muschietti, de manera que no quiero incurrir en repeticiones, y sólo para pintar al super crack de la pachorra, voy a decirles que en cierta ocasión me manifestó que uno de los mayores disgustos de su vida consistía en tener un apellido demasiado largo: "¡Y para colmo, es italiano, y tiene letras repetidas, que maldita la falta que hacen. En cuanto pueda me cambio de apelativo: me llamaré Mu, a secas".

 

SE VAN ACABANDO

La continua celeridad del juego del presente, se vio agravada para los haraganes con el pago abierto a los players. Ahora es un empleo donde hay que mover las tabas para que no se rescindan los contratos. Con todo, hay fiacas todavía, y los seguirá habiendo, aunque muy disimulados. Entre los ejemplares difíciles de hallar en la actualidad, citaré a los hermanos Charro, a Bernabé Ferreyra, y muy especialmente a Sangiovanni, émulo de Muschietti, a Fassora, el tucumano que muchas veces la deja pasar por no estirar una pierna y que en oportunidades patea desde demasiado lejos para evitarse unos metros de carrera. El swinger Beristain, revelación de la última temporada, es también un interesante caso de fiaca; pero más aparente que real. Es de los que adoptan posturas demasiado cómodas, de quedan inmóviles en su puesto. Es difícil que le dé una manita a la defensa vil que le dé una manito a la defensa en casos apurados, mientras no se les da juego, En su descargo diremos que apenas recibe la pelota su actitud sufre una completa transformación, y del buzón que aparentaba se convierte en un muñeco de sorpresa, que corre de espaldas, que ejecuta saltos y movimientos inverosímiles en su marcha veloz hacia el arco rival.