¡Habla memoria!

Los partidos increíbles de la historia del fútbol (Parte II)

Continuamos con el recuerdo de Juvenal de partidos imposibles: Verón inventa el gol que no existe, Artime inventa triunfos, La Fiera Bernabé frente al ratoncito Lema y los campeones vapuleados.

Por Redacción EG ·

29 de marzo de 2020

MÁS PROEZAS PINCHARRATAS

En 1942 en cancha de Estudiantes se produjo un vuelco fantástico de un partido que los pinchas tenían perdido, aparentemente, en forma irreversible. Allí le ganaba Platense en 1942 por 3 a 0 y finalmente ganó Estudiantes ¡7 a 3...!  

Fabrini, el Pato Rongo y Belén decretaron la sorpresiva derrota estudiantil del primer tiempo, pero todo fue empezar el segundo para asistir a la casi milagrosa resurrección. El Payo Pelegrina —dueño de un poderoso remate y el wing más goleador del fútbol argentino—descontó a los 8 minutos de la etapa final. Julio Gagliardo, el hombre que iba a marcar un gol histórico jugando para Racing en cancha de River, señaló el segundo a los 13. Empató Pichón Negrí a los 15 y Desagastizábal puso el 4 a 3 cuando iban 18. O sea que en diez minutos Estudiantes había dado vuelta el resultado. Hubo una tregua en la lluvia de goles pincharratas, pero hacía el final Ribiro una vez, y dos veces más Desagastizábal estamparon en el tablero un 7 a 3 imposible de prever cuando Platense se había puesto 3 a 0 a los 42 minutos de juego...

 

Imagen Desagastizábal fue el piloto y goleador de la línea ofensiva de Estudiantes que hizo el milagro de ganar 7 a 3 un partido que estaba perdiendo ante Platense por 3 a 0. Ocurrió en 1942 y el ataque estudiantil formó con Gagliardo, Negri, Desagastizábal, Ribeiro y Pelegrina.
Desagastizábal fue el piloto y goleador de la línea ofensiva de Estudiantes que hizo el milagro de ganar 7 a 3 un partido que estaba perdiendo ante Platense por 3 a 0. Ocurrió en 1942 y el ataque estudiantil formó con Gagliardo, Negri, Desagastizábal, Ribeiro y Pelegrina.
 

EL MILAGRO DE VERÓN

Pero Estudiantes ha seguido jugando con el corazón de sus hinchas hasta nuestros días. Realmente uno no se explica cómo han resistido tanta carga de emociones fuertes los tablones de la vieja can-cha de La Plata... Es recuerdo fresco el sensacional encuentro por la primera final de la Copa Libertadores de 1968 que produjeron allí Estudiantes y el Palmeiras brasileño. El cuadro paulista ganaba por 1 a 0, con un gol de Servilio discutido por offside pero sancionado sin admitir protestas por el Turco Marino. Y los minutos se iban. Media hora del segundo tiempo, 35, 40... Los hombres de Zubeldía seguían luchando, pero ya parecía imposible superar la serena defensa brasileña y los nervios que iban convirtiendo en impotencia el esfuerzo estudiantil. De pronto alumbró un milagro en la noche platense.

Juan Ramón Verón inventó el gol que no existe. Arrancó contra el lateral derecho, muy cerca de la mitad de la cancha, y desde allí se vino dribleando rivales. Los iba pasando como si fueran espectadores instalados dentro del campo, con platea preferida para asistir desde un metro o cincuenta centímetros a las sutilezas admirables de La Bruja. Y así quedaron en el camino sucesivamente Rinaldo, Ferrari, Ademir da Guia y Osmar. Enfrentó al arquero Valdir y en el último milagro de una maniobra milagrosa, el zurdo Verón lo derrotó con un derechazo a la carrera... Todavía hoy nos cuesta creer que hayamos visto esa jugada y ese gol en un partido así, tan tenso y electrizado. Pero sucedió. Fue el empate, cuando la lucha en-traba en los últimos cinco minutos, los agónicos. Y faltando dos minutos, el Bocha Flores marcó el gol del triunfo, que le abría a Estudiantes la posibilidad de ser Campeón de América...

 

Imagen 1968. Final por la Copa Libertadores en La Plata. Palmeiras defiende el 1 a 0 conseguido en el primer tiempo frente a la desesperación de Estudiantes. Y entrando en los últimos cinco minutos surge como una llamarada la genialidad de Verón. Arrancando por la derecha desde casi media cancha, la Bruja limpia en carrera a cuatro adversarios, enfrenta a Valdir y lo derrota con este derechazo. Es el empate. Tres minutos después Bocha Flores dará el triunfo.
1968. Final por la Copa Libertadores en La Plata. Palmeiras defiende el 1 a 0 conseguido en el primer tiempo frente a la desesperación de Estudiantes. Y entrando en los últimos cinco minutos surge como una llamarada la genialidad de Verón. Arrancando por la derecha desde casi media cancha, la Bruja limpia en carrera a cuatro adversarios, enfrenta a Valdir y lo derrota con este derechazo. Es el empate. Tres minutos después Bocha Flores dará el triunfo.
 

EL OTRO MILAGRO DE ESTUDIANTES

Diez días más tarde Estudiantes ganaba la Copa Libertadores en el estadio Centenario, derrotando 2 a 0 al Palmeiras en el tercer partido. Esa noche, en el vestuario montevideano, nos abrazó Roberto Sbarra y en el abrazo, nos dejó esta reflexión: "Pensar que todo esto empezó aquella noche de hace un año en la cancha de Boca..." Y tenía razón Roberto. Todo eso que terminaba de conquistar Estudiantes en Montevideo y todo lo que vendría después —la Copa del Mundo, otras dos Copas Libertadores, la Copa Intercontinental— nació en la Bombonera la noche que Estudiantes de La Plata y Platense jugaron una de las semifinales del primer torneo Metropolitano.

Era una verdadera revolución. Por primera vez dos chicos se enfrentaban para definir algo importante en el fútbol argentino. Y fue una verdadera sensación porque produjeron uno de esos partidos que se recuerdan toda la vida. Por el dramatismo, el suspenso y la sorpresa que encerraron su trámite y su definición.

A los nueve minutos del segundo tiempo Estudiantes estaba liquidado. Perdía 3 a 1 y tenía un hombre menos: Barale, lesionado, se había ido de la cancha y en ese tiempo sólo se admitía el reemplazo del arquero. Además Platense estaba jugando un partidazo con un Juan Carios Bulla inspirado y un Chino Lavezzi imparable. Se salvó Estudiantes del cuarto gol en contra cuando Pachamé paró sobre la línea una pelota que se iba adentro. La frenó y la pateó al comer, con desesperación, casi con rabia. Como sí comprendiera que la noche venía para desastre. Y en el contraataque que siguió a ese corner de Platense empezó lo increíble. Se la llevó Conigliaro por la izquierda, hizo el centro atrás, se zambulló Verón en impecable palomita y Estudiantes se puso a tiro de empate: 3 a 2.

Pudo llegar el cuarto gol calamar en otra llegada a fondo de Bulla. Pero Poletti tapó su cañonazo a quemarropa y en el contragolpe estudiantil, tras una doble pared de aire entre Conigliaro y Bilardo, Carlitos la colocó en un rincón con un zurdazo "que no lo volví a meter en mi vida", según él mismo confiesa.

Imagen Segundo Tiempo.14 minutos 45 segundos, Poletti salió a tapar un tiro a quemarropa de Bulla. Contraataca Estudiantes, Bilardo-Conigliaro-Veron-Conigliaro-Bilardo y ¡EMPATE! Conigliaro la bajó magistralmente de cabeza para Bilardo, por detrás de Mansueto. Togneri quedó en el suelo. El zurdazo de Bilardo va a la red. 15 minutos de la segunda etapa. Del casi 4 a 2, estamos 3 a 3.
Segundo Tiempo.14 minutos 45 segundos, Poletti salió a tapar un tiro a quemarropa de Bulla. Contraataca Estudiantes, Bilardo-Conigliaro-Veron-Conigliaro-Bilardo y ¡EMPATE! Conigliaro la bajó magistralmente de cabeza para Bilardo, por detrás de Mansueto. Togneri quedó en el suelo. El zurdazo de Bilardo va a la red. 15 minutos de la segunda etapa. Del casi 4 a 2, estamos 3 a 3.
 

Estudiantes había empatado el partido que venía para desastre! No lo podíamos creer. Roberto Sbarra, a nuestro lado, afirmaba: "Yo sabía que Estudiantes iba a reaccionar, que este partido no estaba definido.,.." Lo sabría su corazón pincharrata, pero no podía imaginarlo ningún razonamiento basado en la lógica...

Raúl Madero convirtió un penal y Estudiantes pasó a ganar 4 a 3 en nueve minutos. Después vino la consagración como campeón Metropolitano, luego la participación en la Copa y todo lo que siguió... Hasta llegar a este momento triste que vive hoy el prestigioso club de La Plata, pobre en pesos pero rico en recuerdos. Todos los que nacieron la noche de su increíble triunfo frente a Platense...

 

LOS TRIUNFOS QUE INVENTÓ ARTIME

Allá por los finales del 60 asomó en la primera de Atlanta un joven que había llegado de Junín y que traía un gol clavado entre ceja y ceja como una tozuda e indesviable obsesión. Y surgió al primer plano entre esos productores de milagros que son los goleadores la tarde que Atlanta perdía con Racing 3 a 1 y tres goles de Luis Artime fabricaron el 4 a 3 de asombro en favor del cuadro de Villa Crespo.

Sus condiciones de hombre-gol lo llevaron a River en el 62. Ese año dio vuelta en forma sensacional un partido que Boca ganaba en toda la cancha y por 1 a 0 en red, marcando dos goles en dos minutos. Luego Delem puso el 3 a 1 final para River y ese partido también quedó en la historia del clásico como un caso increíble.

Pero la gran hazaña goleadora de Luis Artime fue en 1963, contra Racing. El cuadro de Avellaneda se anotaba en Núñez una victoria tan resonante como confortable. Ganaba 2 a 0, faltaban 20 minutos para el final y algunos de sus jugadores, especialmente Marchetta, se floreaban en jugadas de lujo. River estaba, aparentemente, fuera de combate. Artime, prácticamente, no había tocado la pelota, sojuzgado por la marca combinada de Anido y Federico Sacchi. De pronto un empujón de Oscar Martín al chiquito Pando le dio a River la chance de un penal. Lo convirtió Ermindo Onega y el 2 a 1 reanimó al cuadro que un minuto antes no quería más guerra.

Entonces apareció en escena el gran inventor de triunfos. Aquí, con la casaca bohemia, la banda roja o la de Independiente. En Brasil con la verde del Palmeiras. En Montevideo con la tricolor de Nacional.

 

Imagen 1963. Racing le ganaba a River 2 a 0 y faltaban 20 minutos para terminar. Y en esos 20 minutos finales, el partido se dio vuelta. Terminó ganando River 4 a 2 con tres goles de Artime. Este es el segundo, el que decretaba el 3 a 2. La cruzó fuerte al medio Ermindo Onega y entrando frente a los palos, Artime la mandó adentro. Un típico gol del artillero.
1963. Racing le ganaba a River 2 a 0 y faltaban 20 minutos para terminar. Y en esos 20 minutos finales, el partido se dio vuelta. Terminó ganando River 4 a 2 con tres goles de Artime. Este es el segundo, el que decretaba el 3 a 2. La cruzó fuerte al medio Ermindo Onega y entrando frente a los palos, Artime la mandó adentro. Un típico gol del artillero.
 

Llegó un centro de la derecha, la peinó Pando, siguió hacia la izquierda y cuando se elevaba tras el pique surgió fantasmal y rotunda la palomita de Artime para mandarla a la red. Brotó la protesta masiva de Racing: Luisíto había cometido hands. Racing tenía razón. Hubo mano del goleador. Pero Roberto Goicoechea no la vio. Y el 2 a 2 derrumbó a Racing. Artime ya no era un individuo normal. Era un gigante. Y entrando frente a los palos de Luis Carrizo rectificó un centro-shot rasante de Ermindo Onega en una versión de gol de Artime que toda América conoce ya de memoria. 3 a 2. Artime ya era incontenible. Peleó una pelota de alto con tres rivales, se la llevó de guapo y frente a la red, superado Carrizo, la metió con otro cabezazo. Racing ya lo tenía. Pero Artime quiso que fuera para River en 20 minutos finales electrizantes.

 

LA FIERA Y EL RATONCITO

Bernabé Ferreyra surgió a la fama como goleador excepcional una tarde de 1931. Jugaban San Lorenzo y Tigre en cancha de Bcca, ganaban los de Boedo 2 a 0 y de repente la cancha se llenó de Bernabé . El centro delantero de Tigre convirtió tres goles en siete minutos y de ese modo Tigre alcanzó un triunfo espectacular.

Esa tarde nació La Fiera. Solamente había jugado seis partidos en Tigre hasta ese momento el mortero de Rufino. Y con esos tres goles que le hizo a Jaime Lema, pequeño arquero de San Lorenzo a quien llamaban el Ratoncito, provocó el interés de River, que al año siguiente pagó por su pase una suma fabulosa para aquellos tiempos: 35 mil pesos.

En River Bernabé siguió haciendo estragos en las redes enemigas. Pero el único arquero al que no pudo derrotar en 1932, ni en Palermo ni en Boedo, fue justamente el Ratoncito Lema, quien le sacó remates de gol hecho con atajadas estupendas.

 

Imagen "El ratoncito"Jaime Lema, el pequeño arquero de San Lorenzo.
"El ratoncito"Jaime Lema, el pequeño arquero de San Lorenzo.
 

 

En la segunda fecha de 1933 llegó el desquite de La Fiera. Esa tarde River goleó a San Lorenzo por 7 a 1 y Bernabé marcó cuatro goles. Uno de ellos con un remate tan extraordinario en su potencia que cuando Lema se arrojaba hacia adelante para contenerlo la pelota volvía a la cancha tras pegar en el caño que sostiene la red…

Lo insólito de este partido fue el resultado, que sólo se dio muy pocas veces entre cuadros "grandes", y el hecho de que ese equipo de San Lorenzo sería campeón de esa temporada, integrado con casi los mismos hombres que tuvieran tan fea derrota frente a River: Lema; Pacheco y Fossa; Baigorria, Brizuela y Wilson; Magán, Eduardo Gómez, Petronhilo de Britos, Genaro Canteli y Arturo Arrieta.

A la vez es la máxima goleada que haya conseguido River en el profesionalismo. Y la obtuvo con esta formación: Angel Bosio; Basílico y Alberto Cuello; Malazzo, Dañil y Santamaría; Zatelli, Pedro Lago, Bernabé Ferreyra, Peucelle y Nazareno Luna. El primer tiempo terminó 5 a 0 con goles de Bernabé, Peucelle y tres veces más Bernabé. En el segundo el santiagueño Luna marcó el sexto, descontó Cantelli y Carlitos Peucelle redondeó el 7 a 1 faltando tres minutos.

 

Imagen "La Fiera" Bernabé Ferreyra,
"La Fiera" Bernabé Ferreyra,
 


LA FIERA ENJAULADA

River marchaba invicto, con 15 partidos jugados, 12 triunfos y 3 empates, cuando visitó a Independiente en Avellaneda por el campeonato del 32. River confiaba en la dinamita de Bernabé. Los rojos estaban como siempre: preparados para hacer diabluras bajo la batuta genial de la Chancha Manuel Seoane, con dos primeros violines como Luis Ravaschino y Antonio Sastre.

Y cayó el invicto en forma estrepitosa: 5 a 0. Los alegres muchachos del sur estaban inspirados esa tarde y al terminar el primer tiempo ganaban 3 a O con dos goles de Rabanito Ravaschino y uno del negro Seoane. Se esperaba la posible reacción de River en la etapa complementaria, porque Bernabé Ferreyra estaba habituado a dar vuelta partidos imposibles. Pero esa tarde La Fiera estaba enjaulada. Y vinieron nuevos goles de Independiente; el puntero izquierdo Betinotti hizo el cuarto y Ravaschino, el quinto. En medio de un River totalmente desorientado, la lucha desesperada de Bernabé por conseguir la pelota, superar a dos y tres rivales que lo acosaban y buscar el gol, SU GOL DE REGLAMENTO, puso la nota dramática y admirable. En la adversidad era más Fiera que nunca...

 

Imagen "El cuila" Antonio Sastre, uno de los goleadores rojos en la paliza a River en 1932.
"El cuila" Antonio Sastre, uno de los goleadores rojos en la paliza a River en 1932.
 

LOS CAMPEONES GOLEADOS

River terminó ganándole el campeonato en una final inolvidable al orgulloso equipo de Porta y Sastre que le había propinado tan formidable paliza una rueda antes. Y no fue la única vez que un campeón recibió una goleada sorprendente en el año de su consagración. Ya vimos cómo despachó River al San Lorenzo campeón del 33 con un 7 a 1 lapidario. Y entre los partidos increíbles de la historia del fútbol no puede dejarse de lado el 7 a 1 que Independiente le impuso al Boca campeón de 1940 en Avellaneda. Y no es que el perdedor concurra al partido debilitado, sino que son tardes en que el rival se encuentra inspirado y todo le sale perfecto.

 Así le sucedió a Racing contra River en 1942. Aquel equipo riverplatense pasó a la historia con el apodo muy merecido de La Máquina y ganó ese campeonato de punta a punta. En cambio Racing había estado en el último puesto de la tabla hasta la fecha 14. Y si bien había dejado esa posición cuando se enfrentaron, en la fecha 22, la desproporción de fuerzas era muy grande. Pero en la cancha son once contra once, se ha dicho muchas veces. Y esa tarde los once de Racing ignoraron olímpicamente a los once de La Máquina y los derrotaron por 6 a 1.

Que era una tarde negra de River lo señala el hecho de que dos de los goles racinguistas fueron convertidos por Pacha Yácono y Ricardo Vaghi en contra. Los restantes fueron de Félix Díaz, dos veces; José Díaz y Orleans. A River le han marcados seis goles solamente en tres oportunidades durante el profesionalismo. Gimnasia le hizo media docena en 1935 y Racing le ganó 6 a 3 en 1940. Pero la de 1942 fue la más sensacional de las tres, porque la Academia venía cumpliendo una campaña muy pobre cuando goleó al mejor conjunto de ese momento.

 

Imagen Daniel Bayo protagonista de la cruel derrota del campeón Racing frente a Gimnasia en 1961.
Daniel Bayo protagonista de la cruel derrota del campeón Racing frente a Gimnasia en 1961.
 

Casi veinte años más tarde le tocó sufrir a un equipo de Racing la derrota más abultada de un campeón en la historia del fútbol argentino. El cuadro de Avellaneda, llevado de la mano por la sapiencia de Juan José Pizzuti, la habilidad desconcertante de la Bruja Belén y el toque inspirado de Oreste Omar Corbatta, ya estaba consagrado vencedor virtual de 1961, cuando le tocó visitar La Plata en día de semana.

Suponemos que los muchachos de Avellaneda estaban en tren de celebración del campeonato y eso influyó para que estuvieran desconocidos frente a Gimnasia y Esgrima. Pero causó sensación la magnitud de las cifras: ¡8 a 1! Al minuto, Carro anticipó que esa tarde estaba dispuesto a hacer el partido de su vida y marcó el primero. Empató Federico Sacchi y hasta la media hora de juego nada hacía presumir el desastre. Pero tras el segundo gol tripero de Daniel Bayo, el arco de Negri cayó dos veces más antes de terminar el primer tiempo, frente a Diego Bayo y el peruano Gómez Sánchez. Entre los 11 y los 20 minutos del segundo período, Carro anotó otros tres goles, y cerró la planilla Diego Bayo con el octavo.

 JUVENAL (1972) . Rastreo estadístico: Pablo Ramirez