2008. Sir Tévez
El Apache cerraba una temporada soñada con el Manchester, ganó la Premier y la Champions League. Ferguson lo comparaba con Cantoná. Y los hinchas lo idolatraban por su coraje.
“Un Dios me toco y me dijo 'Quedate tranquilo...'”.
Envasado en una camiseta argentina con el once en la espalda, llevando en brazos a su hija Flopi –“Me da fuerzas para seguir todos los días”– que juguetea con la medalla que acaba de colgarle Michel Platini, Carlitos Tevez recorre a paso lento y sonrisa gigante el anillo del Luzhniki Stadium de Moscú. La historia ya se escribió. Todavía está tibio ese instante crucial en que John Terry, el galvanizado capitán del Chelsea, se paró delante de la pelota para ejecutar el que podía ser el último penal de la definición. Si lo metía, la Champions League quedaba para el equipo al que el magnate ruso Román Abramovich le inyectó 202 millones de euros en refuerzos. Si lo metía, el Manchester United mordía la tajada más amarga del fracaso pese a mantenerse invicto en la competencia y Carlitos no sería el primer jugador argentino en ganar Champions, Libertadores e Intercontinental. Carlitos no tendría medalla. Carlitos no tendría sonrisa. Pero ese Dios le dijo: 'Quedate tranquilo'; el imperturbable Terry desvió el remate, la definición siguió su curso y Carlitos y el Manchester sellaron el doblete soñado: Premier League y Champions en menos de diez días.
“Hacía rato que no festejaba un título, desde el 2005 con el Corinthians. Extrañaba esa sensación, la quería recuperar. Venía torcido con las finales, había perdido con Once Caldas por la Libertadores y con la Selección en Venezuela, así que era hora de que me tocara una buena. Es una alegría terrible, la comparo con lo que sentí cuando gané la Intercontinental con Boca. Ahora quiero seguir por este camino, sumar más títulos, no me conformo con esto. Siento que mi carrera en Europa recién comienza. Desde que pisé Manchester supe que llegaba al equipo más grande de Europa. Por eso quiero disfrutarlo y quedarme muchos años más”.
A los 24 años, y con apenas siete temporadas de carrera, Tevez dio 10 vueltas olímpicas. En Boca ganó todos los títulos posibles. Después se doctoró de ídolo en los países futboleros archirrivales de la Argentina: Brasil e Inglaterra. Con la celeste y blanca saldó la deuda del oro olímpico y, más aún, devolvió el deporte argentino en general al escalón más alto del podio, 52 años después de la gesta de los remeros Capozzo y Guerrero. Por guapeza, entrega y destellos de potrero, el Mundial 2006 lo posicionó como el preferido del sentimiento popular, como El Jugador del Pueblo.
“Yo juego igual en todos lados. Entiendo el fútbol de una sola manera. En Manchester, West Ham y Corinthians jugué igual que en Boca. Y en Boca jugaba como en Fuerte Apache. La adaptación pasa más por el entorno, por lo que rodea al fútbol de cada lugar, que por el juego mismo. En Inglaterra no cambié mi característica, sino que agregué algunas cosas. Me tiro unos metros más atrás, manejo un poco los ritmos como si fuera un enganche. Y me tuve que poner las pilas con la dinámica. No te podés quedar quieto ni un segundo, el que se para, chau, fue; se lo come el ritmo del partido”.
El entrenador Alex Ferguson –22 años en el cargo, 28 títulos– le tiró la flor más bella. “Lo veo muy parecido a Eric Cantoná. Aparece cuando las cosas están complicadas, nada lo desconcierta, conserva la mente fría adentro del área y convierte goles importantes, que sirven para ganar o empatar partidos muy cerrados”, dijo el mascador escocés, que lo mantuvo en cancha durante los 120 minutos de la final y le tiró la responsabilidad de ejecutar el primer penal. “Tevez fue el mejor de la temporada por su coraje”, disparó el defensor Rio Ferdinand. “Carlitos es un jugador completo: veloz, agresivo, goleador, buen asistidor. Admiro la rapidez con la que se adaptó al equipo”, lo elogió el portugués Cristiano Ronaldo, el mejor jugador del mundo. Los números también avalan el almíbar de las declaraciones. Impresionante lo de Carlitos en su primer año vestido de rojo: dos títulos y 19 goles en 47 partidos. Como para que la tribuna se la pase gritando “¡Ar-gen-tino! ¡Ar-gen-tino!”.
“Todo lo que me ocurre en Manchester es muy lindo. La gente me hace emocionar. Algunos van a Old Trafford con camisetas de la Selección, otros me gritan “¡Apache!”, medio atravesado con el idioma, pero yo les entiendo igual. Y afuera de la cancha me respetan mucho. Puedo caminar por la calle o disfrutar un rato con mi hija en un shopping, no son de acosar. Mis compañeros también me quieren, armamos un buen grupo. Y el técnico me dio un gran respaldo. Es un orgullo que me haya comparado con Cantoná, un ídolo grandísimo del club. Ferguson siempre me transmitió su confianza. Y para un jugador no hay nada mejor que el entrenador te haga sentir útil, importante. Es un tipo tranquilo y muy claro, no anda con vueltas. Si te tiene que retar por algo, te llama y va de frente, como tiene que ser”.
Leyenda viviente, Bobby Charlton encabezó el desfile del Manchester hasta el palco donde aguardaba “la orejona”. A 50 años del desastre de Munich –aquel accidente aéreo que truncó la vida de casi todos los integrantes del equipo inglés–, la presencia emblemática de uno de los cinco sobrevivientes trazó un puente imaginario entre la historia y el presente, entre la gloria consumada y la gloria reverdecida. Como a Carlitos antes del penal de Terry, un Dios le tocó el hombro al gran Bobby y lo rescató del horror de aquel vuelo mortuorio. Lo salvó para convertirlo en mito. Para que bautizara a Old Trafford como el Teatro de los Sueños y se transformara en el goleador histórico del club. Es el mismo Charlton que ahora sonríe con ternura al verlo a Carlitos con Flopi en brazos, y lo hermana con los monstruos de la historia: “Tevez es un ganador de raza, un jugador de todas las épocas que le va a dar más satisfacciones al Manchester”.
“Si me pongo a mirar para atrás, ya conseguí cosas increíbles, muy lindas. Pero siempre quiero más, me gusta ganar y ganar. Aunque llegué un poco cansado al final de la temporada, la felicidad tapa todo. Viví cosas muy intensas en Inglaterra. Pasé de zafar del descenso con el West Ham, a pelear y ganar todo con el Manchester. Siempre a full, siempre a fondo. Ahora me falta ganar algo con la selección mayor. La celeste y blanca es la camiseta más linda del mundo. Ojalá pueda estar y se nos dé en el próximo Mundial. En Alemania nos quedamos con las manos vacías cuando merecíamos más, quién te dice que en Sudáfrica nos sacamos la mufa de encima. Y yo quiero estar, no me lo pienso perder...”.
Palabra de Sir Tevez. Palabra del Jugador del Pueblo.
Por Elías Perugino (2008).
Foto: Photogamma.