¡Habla memoria!

1940. Surgieron juntos y juntos se van yendo…

Por Borocotó. Pedro Arico Suárez de Boca y Carlos Peucelle de River ya estaban en el final de sus carreras, como dos amigos se juntan a charlar y revivir momentos de sus vidas deportivas.

Por Redacción EG ·

31 de enero de 2020

—Fue por 1928..., ¿te acordás, Arico?

—Ya estamos en el 40 Carlitos

Los dos veteranos comentan y sonríen. Han pasado los años y aún siguen batallando. Una circunstancia especial ha querido que los dos players de los teams que mantienen más fuerte la rivalidad deportiva, hayan tenido que enfrentarse en muchos partidos y encontrarse unidos en los internacionales. Peucelle, winger derecho de River; Arico Suárez, half izquierdo de Boca. Rodeados de multitudes nerviosas y apretadas, hace un montón de años que estos hombres se enfrentan; lucha uno por superar al otro sin que ninguno de ellos lo haya conseguido. Una vez el winger burla al half y a la otra deja allí la pelota. Parejos en la acción, voluntariosos en la cancha, respetuoso el uno para con el otro, surgieron juntos... y juntos se van yendo...

—¿Te acordás, Peucelle, cuando a los 24 años a mí me consideraron veterano? Mirame: todavía ando de corto... — y Arico hace tranquear de una comisura a la otra de sus labios el infaltable puchito de toscano.

—Es cierto, Arico..., pero mirá... — y el winger le hace un toquecito amable en la barriga.

—Se nos vienen los años y los kilos...

—Ya si va muy larga no la agarras, Carlitos... Ya no picas como antes cuando pasabas acelerado por mi lado... Ibas a fondo...

—Pero todavía te queda la colocación, la cancha...

—Nos queda...

—Y seguimos rebuscándonos...

Había llegado el Motherwell a nuestras gramillas. Teníamos entonces en el Campeonato Olímpico de Amsterdam a los mejores hombres de la época. Era preciso oponerle un team capaz a los británicos. Seoane, Omar, Recanatini y otros ases estaban en casa. Se le unieron nuevas figuras y, entre ellas, aparecieron Carlos Peucelle, de Sportivo Buenos Aires, y Pedro Arico Suárez, de Ferro Carril Oeste. Fue el pique en el trampolín hacia la popularidad Y la cotización. Desde ese momento sus famas marcharon parejas y quiso el destino que cada uno de ellos fuera a enrolarse a los viejos rivales de la Boca.

Imagen Pedro Arico Suárez y Carlos Peucelle son las dos figuras más antiguas en nuestros combinados. En 1928 aparecieron en primer plano y desde entonces siguieron batallando. Uno de Boca y otro de River, uno half izquierdo y el otro winger derecho, se toparon innumerables veces.
Pedro Arico Suárez y Carlos Peucelle son las dos figuras más antiguas en nuestros combinados. En 1928 aparecieron en primer plano y desde entonces siguieron batallando. Uno de Boca y otro de River, uno half izquierdo y el otro winger derecho, se toparon innumerables veces.

—Un winger difícil, que siempre me dió trabajo, fue y es Carlos Peucelle...

—Un half que cuesta pasar es Arico Suárez. Así uno y otro fueron declarando a través de los años en los muchos reportajes que se le hicieron a estos ases. Y un día en que charlaba con Arico en su casa, me contaba

—Peucelle vive por aquí cerca… a veces subo a la azotea y lo veo que él está haciendo gimnasia arriba de la suya… ¿será posible que este ¨fenómeno¨ se entrene hasta en privado parar quererme pasar?... Pero, ya ves: el destino nos tiene tan unidos que hasta a través de las azoteas nos encontramos…

Ahora, en la concentración, solían cacharse. Uno le decía al otro:

—¿Vos sos aquel Arico Suárez de antes?...

—El mismo. ¿Y vos sos el hijo de Carlos Peucelle?

—No...; el padre...

—¿No te da vergüenza siempre con las medias caídas como si fueras de potrero?

—¿Y vos... siempre con el toscanito?...

Con éste serán trece arios que se enfrentan y todavía no podemos decir si uno es mejor que el otro, cada cual en su puesto. Surgieron juntos, llegaron unidos a la fama, brillaron en todo su esplendor y aún se sostienen. Nunca uno superó al otro. Si una tarde fue favorable al half, en otra el winger restableció el equilibrio.

—¿Hasta cuándo seguiremos en la brecha, Arico?

—Callate..., shiiiittt (y pone el índice en cruz sobre los labios)... Que no se acuerden que somos "treintones"... Callate...; no comentés...; se van a acordar...

Y charlan, y recuerdan, y se ríen. Surgieron juntos, unidos subieron a la cumbre, y juntos van resbalando por la ladera, pero aguantando la caída con las uñas afirmadas en las aristas más filosas...

—¿No pensabas en colgar los botines, Carlitos?

—Nunca...; tendrán que colgarse solos, si quieren... El día que ya en los campos de primera no tenga cabida, volveré al viejo potrero del barrio a jugar como antes...

—¿Como antes?... Difícil...

—¿Y vos, Arico?... ¿Cuándo te plantás?...

—Shiiiiittt... callate... No hables fuerte... Te van a oír...

Las horas ruedan en el cuesta abajo del tiempo y los dos rivales amigos tienen las líneas tendidas hacia el ayer en donde "Pican" los recuerdos.

 

 

Por Borocotó (1940).