¡Habla memoria!

1929. Emilio Moyano debió ser cura

Una infancia ligada a la iglesia, sus comienzos en Sportivo Barracas y un accidente que pudo terminar con vida. Las vivencias de un jugador que aspiraba con darle empleo a sus colegas y mandar a los hinchas a las escuelas.

Por Redacción EG ·

22 de enero de 2020

Intentaron educarlo en el colegio de los Hermanos Maristas. Intentaron, digo, porque difícilmente los educacionistas consiguen su objeto frente a nuestra purretada insurrecta por naturaleza. Y Moyano era de Parque Patricios, lo que constituía un agravante. Sin embargo, el pibe no era de los peores y se comportaba bien. Una prueba de ello fue el cargo de monaguillo con el cual lo favorecieron. De inmediato al nombramiento, Moyano se puso el camisón arriba del poncho, apañó la campanilla y el libraco, y salió con todos los pertrechos a gambetear frente al altar. Al cura le marcaba todas los off-sides con la campanilla y le hacía el pase del libraco para que metiera goal con un parlamento eh, latín dicho en borrador.

Confesaba, comulgaba, era un devoto. Se suponía que llegaría a ser cura y, ¡lo que es la vida!, fue futboler. En lugar de ponerse el camisón se "vistió de corto" y comenzó a progresar sin saber latín y sin andar a los campanillazos que hacían temblar a la misma virgen.

 

HINCHA DE HURACÁN

Primero jugó de goalkeeper. Tenía el berretín de ser como Isola. Después, como las goals llovían, se corrió de back, y en un match que verificó el team del colegio en la antigua cancha del Anglo, fue hablado para integrar la quinta de Sportivo Barracas. Aceptó. Hubiera preferido pertenecer a Huracán porque era hincha, pero no pudo rehusar al ofrecimiento de jugar oficialmente. Y desde aquel entonces actúa en las filas del mismo club. Pero sigue siendo hincha de Huracán. Es el club del barrio, el que siguió de pibe con un entusiasmo siempre renovado. Cuando lo vió salir campeón, en la última temporada, experimentó un cosquilleo interior y rememoró aquellos tiempos de purrete en que el horizonte de sus anhelos tenía grabada una palabra mágica: "Huracán". "Hubiera querido ser jugador de Huracán — declara. — Pero no se me ofreció la oportunidad y ahora es tarde. A condiciones iguales nunca me iría de Sportivo Barracas".

 

Imagen Emilio Moyano con la casaca de Huracán.
Emilio Moyano con la casaca de Huracán.
 

 

ANHELO CUMPLIDO

Cuando comenzó a destacarse, engendró un nuevo anhelo: viajar. Quería ver distintos países, conocer diferentes costumbres y proporcionarse el deleite de rodar de pueblo en pueblo sin tener que trabajar. Esto último era de decisiva influencia, porque Moyano es de los empleados nacionales que van de veras al empleo y que entran y salen a la hora. Comete ese gran foul en las costumbres.

Y su anhelo fue cumplido. Nunca había salido al extranjero, pero cuando lo hizo fue por cuatro meses y medio. En esa gira por Europa fue una revelación. Sus mismos compañeros de team reconocieron en él el punto más alto del team en los distintos compromisos cumplidos. Si ya antes se le consideraba bueno, y junto con Felipe Cherro constituía una pareja de backs de primer orden, a su retorno a la patria, Moyano confirmó las crónicas telegráficas, y en su match contra el Torino fue el hombre que salvó la plata.

 

BAILARIN DE CLASE

Ya realizados sus propósitos, carece de ambiciones. Le agradaría actuar en algunos internacionales más, pero si no llegaran a cumplirse estas pequeñas esperanzas, no por ello se entristecería. Se da por satisfecho con las ventajas logradas y comprende que no es Posible ser más exigentes, pues juzga que la felicidad proviene de una indeclinable conformidad ante todos los acontecimientos. Hasta del baile se está aburriendo; él, que gusta de las milongas de barrio en las cuales las compañeras se adormecen sobre el hombro y hacen cosquillas con las pestañas duras de rimmel.

Ha vivido demasiado de prisa los primeros años de adolescente y ya la milonga le va cansando. Pero mantiene la distancia. Conserva la clase y establece las diferencias.

"El bailarín de casamientos no es bailarín". Va a afilar. Los que gustan del baile van a las milongas reas en las cuales se tocan quince tangos seguidos y después un fox trot".

 

UNA CANTEROLA ÉPICA

Allá por Europa se dió el gustazo de gambetear en todos los cabarets. Solía tirar en yunta con Servando Pérez, que tangueará hasta que muera. Y muchas noches escapaba de los hoteles a las dos de la mañana, cuando todos estaban durmiendo. Lo hacía con cuidado de que no se despertara Felipe Cherro, que siempre dormía en la misma pieza. Y una noche en que a la barra se le dió permiso, en compañía del arquero Díaz, Semino, Marassi, Campilongo, Cruz, Amadei y Muiño marcharon a visitar un histórico boliche romano cuyas paredes habían visto a Nerón.

Allí hasta el vino era viejo y los muchachos comenzaron a paladearlo. El primero en quedar medio adobadelli fue Campilongo, que descubrió sus dotes de payador con ocurrentes improvisaciones. A cada versito le seguía un aplauso y una copa de vino. Y, como es de suponer, a los pocos versitos, la barra andaba como en cubierta de velero los días de temporal. Solamente Muiño y Moyano quedaron frescos y fueron los que cargaron con los "cadáveres" rumbo al hotel en donde les esperaba la biaba de la comisión.

Imagen Luego de jugar en Sportivo Barracas se concretó su pase a Huracán.
Luego de jugar en Sportivo Barracas se concretó su pase a Huracán.

Todos aquellos recuerdos constituyen su recreo actual. Evoca los paisajes, la vida en comparsa y comprende que aquella gira fue una etapa maravillosa.

Difícilmente volverá a viviría y se resigna ante la imposibilidad. No obstante, sus veintiún años de edad le dan derecho a tener esperanzas.

 

SI FUERA MINISTRO

"Mi ideal consiste en ser Ministro de Instrucción Pública para facilitarles empleos a los futbolers y mandar a todos los hinchas a la escuela. Son muy exigentes. Quieren que uno no fracase nunca. Olvidan que un hombre tiene sus días malos. No me refiero solamente a las hinchadas de estos lados. A la mayoría de las que he visto le convendría ir un rato más al colegio".

Es un ideal un poco raro el de Moyano. Más que ideal es un comentario sobre la suerte de los futbolers y las exigencias de las hinchadas. Tiene razón en cuanto a lo de instruir a los aficionados a fin de que se permitan el lujo de insultar a los jugadores o de exigirles más de lo que éstos pueden dar, pero también sería conveniente hacer una selección de jugadores y mandar algunos a la escuela. Especialmente antes de darles los empleos.

 

DOS VUELTAS EN EL AIRE

Era un domingo en las primeras horas de la tarde. Moyano iba en un Ford con algunos amigos suyos. Marchaba hacia su casa a prepararse para asistir a un baile, y, al llegar a la esquina de Rioja y Brasil, chocaron contra otro coche. El Ford dió dos vueltas en el aire y cayó boca abajo. Felizmente los pasajeros no se hirieron de gravedad y debieron pasar a la comisaría a esperar el médico que reconociera la importancia de los magullones. ¡Y estuvieron ocho horas esperando!

—¡Ocho horas! — exclama Moyano. Todos sucios, con las ropas destrozadas y el corazón latiendo del susto. Al domingo siguiente tuve que jugar contra San Lorenzo y todavía estaba no sólo lastimado, sino que pensando en el porrazo. Creí que moriríamos todos cuando me sentí en el aire...

 

 

El Gráfico (1929).