¡Habla memoria!

1930. Pelota de trapo

Por Borocotó. Brillante dedicatoria a ese primer balón que supo iniciar, entretener y formar a gran cantidad de chicos en los inicios del siglo XX. Es difícil no conectar este texto con el film de 1948.

Por Redacción EG ·

08 de enero de 2020

A. B. C. del fútbol. Pelota de trapo: escuela primaria. Estudiaron en tu libro sin palabras los pibes conventilleros. Contigo gambetearon el hambre. Fuiste la nota emotiva en el tango arrabalero, bailado por la purretada vestida de harapos. A vos te hicieron también con harapos. Por eso te despreciaron todos los vigilantes.

Juguete proporcionador de alegrías y que llenaste una función de trascendencia deportiva. El más barato y el más histórico de los juguetes.

Te cantó un día un poeta reo, desde un bulín mistongo, a dúo con la pava hirviendo. Te cantaran todos los Ochoítas, abriendo el álbum de sus memorias en los relatos bolicheros. Te miraron con bronca todos los vecinos sin imaginación, que nunca tuvieron hijos. Tu peor enemiga fue la capataza del conventillo.

Pelota de trapo, forrada con un pedazo de media; supliste la número cinco anhelada en lejanas noches de reyes, cuando en la ventana se humedecían las alpargatas con las puntas deterioradas. El rocío las hacía llorar en esa espera infructuosa.

 

Imagen Pelota de trapo
Pelota de trapo
 

¡Cómo te pisotearon en los entreveros frente al arco! Pero vos no perdías aire. No conociste la lezna del zapatero, ni el inflador del garage, ni la horquilla que hacía de pasatiento, ni el parche vulcanizador. Después de muchos partidos bravos, te dejaron olvidada junto al cordón de la vereda. Felizmente, por el arrabal no pasaban las barrenderas.

Rodaste siempre sin poder saltar. Los punteros nunca ejecutaron contigo centros por elevación. Por lo mismo, nunca metiste un goal de cabezazo. Te solías esconder en los adoquines desparejos para que los pibes se lastimaran la uña encarnada. Sólo te elevabas cuando él arquero te mandaba al centro del field. Así recibiste muchos baños de agua jabonosa en las piletas del conventillo.

Tu pobreza te hizo sentir la jerarquía de aquella de goma y la otra retobada de cuero. Tus mismos pibes enamorados te abandonaban ante la aparición de otras mejores. Por eso no llegaste a ser de Liga. Por eso el cordón de la vereda te oyó hablar de ingratitudes.

Pelota de trapo, has sido el primer peldaño en la escalera del fútbol criollo.