¡Habla memoria!

Herminio Masantonio, un gran caudillo

El máximo goleador en la historia de Huracán, no solo vivía del gol, sino también tenía una gran personalidad que lo llevó a ser un referente en el fútbol argentino. Jugó en el Globo entre 1931 y 1943.

Por Redacción EG ·

20 de diciembre de 2019

Aquí se hace necesario "pintar"' a un HOMBRE. Y lo escribimos con mayúsculas, aunque descontamos que nos resultará imposible siquiera aproximarnos a su verdadera dimensión... Porque la, palabra HOMBRE alcanza en Masantonio la densidad total de su significado. HOMBRE porque sabía serlo. Porque sabía demostrarlo. Porque lo probaba en cualquier circunstancia, en cualquier escenario...

Nada de palabras. Nada de gestos espectaculares. Su fama de "GUAPO", así, también con mayúsculas, no se adornaba con la aureola tibia del "compadrito" que gasta poses y que gana por atrevido...

"Masa" salía al campo sin pensar en la pelea, sin apoyar toda su importancia de jugador, de goleador, de hombre de área, de jugador de resultados, en la contundencia de sus puños, ni en la potencia de sus músculos... Pertenecía a ese tipo de hombres que no necesitan ni la intimidación, ni el alarde, ni la provocación. "Masa" se la jugaba él solo. La peleaba él solo. Pero de frente, con la nobleza de los verdaderos guapos. Con la valentía de los que se saben fuertes, sin necesidad del afiche ni del cartel publicitario... Un choque, otro choque y ni una palabra. Un golpe, otro golpe y ni un reproche. Menos el lamento. Menos la simulación. Siempre la actitud limpia, siempre esa integridad varonil que despierta hasta la admiración de los rivales, esa capacidad viril que lo elevaba hasta la condición de caudillo por propia ascendencia, Por condición natural... Que lo llevó a ser "patriarca" de un par de generaciones... ¿Quién podía Siquiera "tocar" a un compañero de ¨Masa¨ mientras él estuviera en el campo?... Nadie.

Nadie, porque Herminio no podía tolerar la agresión con ventaja. No podía tolerar la guapeza del más fuerte cuando ser guapo llevaba implícita la ventaja... Y era cuando sentía la necesidad impostergable de salir al ruedo. De jugarse para los demás. De "copar la banca", porque esa era ya su necesidad natural, porque se lo indicaba su manera de ser, un grito que je ve-nía de adentro, que le hervía en la sangre, que necesitaba aflorar sin calcular consecuencias, sin importarle quién estaba enfrente...

Allí está vivo el último gran recuerdo, el conmovedor recuerdo de la visita que le hiciera Lorenzo Fernández, aquel caudillo uruguayo que también "sentía" como Herminio...

Cuando ya "Masa" le decía adiós a la vida, cuando ya el vigor se le escapaba de sus músculos, Lorenzo Fernández, a más de 20 años de aquel encuentro en Lima, cuando los dos decidieron el resultado de un partido, llegó hasta su cama de enfermo para testimoniarle su afecto y admiración; para decirle en sólo cuatro palabras el único deseo que sentía por aquel rival que después fue gran amigo... "¡No te entregues, Herminio! ¡No te entregues!"

Quizá porque Lorenzo Fernández sabía que ésa podía ser la única derrota de "Masa"... Se lo tenían que llevar así, enfrentando a un rival que no pelea, que no muestra la cara, que llega en forma sigilosa y arteramente. Y contra esos rivales nunca peleó Herminio... A ésos los despreciaba... Fue caudillo por HOMBRE.

Fue caudillo por GUAPO. Caudillo por JUGADOR. Caudillo por GOLEADOR. Caudillo porque pocas veces pensó en él. Casi siempre tuvo que "salir" pensando en los demás...

 

 

El Gráfico (1967).