¡Habla memoria!

Eterno Madison

El Madison Square Garden es una leyenda del boxeo, escrita con grandes peleas, momentos inolvidables y varios argentinos como protagonistas, entre ellos Monzón, Bonavena y Galíndez.

Por Redacción EG ·

17 de diciembre de 2019

La gran manzana estaba desolada. En las esquinas se iban acumulando las velas, las fotos, los testimonios del dolor. Los grandes hoteles estaban desiertos. Un hálito de tristeza impregnaba el aire. Nueva York –la vital, la alegre, la que genera una electricidad muy especial y que sólo quienes han recorrido sus calles pueden reconocer–, estaba hundida en el silencio. Ni las luces de Times Square alegraban esa sensación de ahogo y muerte.

Pero La Ciudad que Nunca Duerme debía reaccionar. Y por eso, cuando apenas habían pasado poco más de dos semanas de aquel trágico 11 de septiembre de 2001, el slogan fue como un desafío: “Estamos de pie”. Y, para demostrarlo, se concretó una pelea de boxeo, primer espectáculo público que se ofreció luego del atentado. Bernard Hopkins y Tito Trinidad debían combatir el sábado 15 de septiembre, pero el 11 estalló el horror.

El espectáculo, entonces, fue suspendido por dos semanas. Las entradas estaban totalmente vendidas (19.075 espectadores), los contratos firmados y los boxeadores, listos. Tanto el presidente George Bush (hijo) como el alcalde de la ciudad, Rudolph Giuliani, pedían que la vida continuara normalmente, a pesar de todo. Y entonces, la pelea se confirmó para el sábado 29 de septiembre. Finalmente, Hopkins batió a Trinidad por KOT en el último round.

Como un símbolo, fue en el Madison Square Garden, el mágico escenario que, desde 1871 hasta nuestros días, es sinónimo de boxeo. Un templo del boxeo, un pedazo de Nueva York.

Imagen Madison Square Garden, escenario ideal de grandes veladas de boxeo.
Madison Square Garden, escenario ideal de grandes veladas de boxeo.

El madison es tan grande que su historia abarca, por lo menos, tres etapas. El primero estuvo en el Madison Square Park y la calle 26, en el sitio donde había funcionado un viejo galpón de ferrocarriles. Fue P. T. Barnum –uno de los más grandes personajes del espectáculo– quien bautizó al estadio, que en ese momento era el segundo más grande de la ciudad. En realidad, el boxeo era apenas una de las atracciones, pero no hay que olvidar que el famoso John L. Sullivan –el último gran campeón de puño desnudo– llegó a pelear bajo su techo.

Para el año 1890, la estructura original fue reemplazada por otra más moderna, diseñada por el famoso arquitecto Stanford White. En la punta del edificio había una estatua de Diana, la Diosa de la Cacería. La mujer que sirvió de modelo había sido una corista. Dicen que mister White era muy enamoradizo y seguramente, la relación fue más allá de lo profesional. No hubiera sido problemático, de no ser porque la modelo luego se casó con un magnate de los ferrocarriles, Harry Kendall Thaw quien, entre otras cosas, era bastante celoso. O mejor dicho: habría que decir muy celoso, porque no pudo tragarse aquel sapo y se desahogó de una manera poco ortodoxa. Durante una cena de gala, justamente en una de las terrazas del Garden, extrajo de sus ropas un revólver y mató a tiros a mister White. Fueron tres y todos en la cabeza. El final no pudo ser más extraño, ya que Thaw fue declarado “no culpable” por haber sido víctima de una “locura ocasional”, aunque nadie pudo explicar del todo bien por qué, a una cena de gala, había llevado semejante revólver...

 

Imagen El templo de boxeo en plena construcción.
El templo de boxeo en plena construcción.
 

En este período comienza a afirmarse el boxeo como una de las grandes atracciones. Bastaría apenas repasar algunas de las peleas que se realizaron en ese estadio. Jack Dempsey noqueó a Bill Brennan en 1920: fue la única pelea que “El Matador de Manassa” realizó en ese estadio. De la misma manera en que la señora Anne Morgan, titular de la Casa de Morgan y presidenta del Comité de Restauración de la Devastada Francia, organizó un combate para recaudar fondos para su institución. Eso fue el 14 de enero de 1921 y Benny Leonard –uno de los más grandes boxeadores judíos de la historia– noqueó en 6 vueltas a Richie Mitchell, y retuvo por cuarta vez su corona de los pesos livianos.

 

La tercera etapa fue reinstalar el Madison para montar deportes sobre hielo. La forma más directa fue buscar un nuevo lugar. Y así, y por 6 millones y medio de dólares, Tex Rickard –principal promotor de boxeo– compró el lugar junto a un grupo de inversores, entre los cuales había otro promotor: Mike Jacobs. El lugar elegido estaba en la Octava avenida, entre la 49 y 50, cerca de la zona de los teatros y pertenecía a una compañía de tranvías.

Fue allí, y en esos tiempos –estamos hablando de los años 20– cuando el Madison llegó a convertirse en la Meca del Boxeo. El estadio tenía una particularidad: el hielo que se usaba para los partidos de hockey, por ejemplo, se podía mantener durante diez horas, lo que daba lugar a que se pudieran realizar otros shows. Gran parte de esa época se entremezcla con la de Tex Rickard, fundador de los New York Rangers –equipo de la Liga Nacional de Hockey– y uno de los más grandes promotores de la historia. Rickard se crió en Texas y vivió en Alaska aquella famosa Fiebre del Oro: se peinaba a la gomina para que quedasen en su pelo motas de oro puro. Rickard murió en 1928 y fue velado en el estadio, que era conocido también como “El hogar que construyó Tex”. Tras su muerte, fue Jacobs quien tomó las riendas.

Imagen La marquesina del anterior, de la Octava Avenida. Funcionó de 1925 a 1928.
La marquesina del anterior, de la Octava Avenida. Funcionó de 1925 a 1928.

Pelear en el Madison se convirtió en la máxima aspiración de un boxeador. En ese estadio, Ray Robinson ganó su primera corona mundial –la de los welters– al vencer a Tommy Bell en 1946; y Rocky Marciano, una figura en pleno ascenso, noqueó a un ya veterano Joe Luis en 1951. En ese estadio, y frente a las cámaras de la televisión, Emile Griffith le dio una tremenda paliza a Benny Kid Paret, quien lo había tildado de “maricón” en el pesaje. Paret murió por los golpes recibidos. Esa noche, la del 24 de marzo del 62, fue también una de las más críticas que vivió el boxeo moderno. No fue lo único, puesto que con el advenimiento de la Ley Seca, el poder de la mafia había ocupado puestos que iban más allá de la venta de licor. Frankie Carbo, uno de los responsables de la influencia de la mafia en el boxeo, terminó alojado por dos años en la cárcel de Riker’s Island. Cuando le preguntaron sobre su responsabilidad, repitió no menos de 25 veces: “No puedo declarar contra mí mismo”.

Las apuestas marcaban quién debía ganar y quién debía perder. Ike Williams, por ejemplo, fue campeón y víctima de la mafia: no olvidar que el gran José María Gatica, justamente en el Madison de Nueva York, fue noqueado por Williams un 5 de enero de 1951. Aunque la leyenda dice que “El Mono le puso la cara”, en realidad, cayó tres veces...

Años después, el Madison consagraría como guapo de verdad a Eduardo Lausse quien, en mayo de 1955, con un tremendo corte en una ceja que bañó su cuerpo de sangre, venció a Tiger Jones en épica batalla. También pasearon su clase y sus ilusiones por el estadio algunos argentinos de la talla de César Brion (enfrentó ni más ni menos que a Ezzard Charles), Pablo Alexis Miteff, Vicente Derado, Celedonio Lima, Gregorio Peralta, Jorge Fernández y tantos otros...

Imagen Lausse – Tiger Jones en el Madison Square Garden, de New York, el 13 de Mayo de 1955.
Lausse – Tiger Jones en el Madison Square Garden, de New York, el 13 de Mayo de 1955.

La mafia fue quedando atrás, como tantas cosas. El mundo comenzó a vivir nuevas experiencias y el Madison no podía estar ajeno, así que el llamado Madison IV, o sea el actual, renació en febrero de 1968. Fue construido en la Octava Avenida y la calle 33, a un costo de 123 millones de dólares. Forma parte de un extraordinario complejo que alberga, en su subsuelo, a una estación de trenes, la Pennsylvania Station. Todo el complejo es conocido por “Penn Plaza”. Se inauguró para el boxeo en abril del 68, con aquellas peleas en las que Joe Frazier noqueó a Buster Mathis y Nino Benvenuti batió por puntos a Emile Griffith. “Jamás podré olvidar en mi vida que yo peleé en el Madison anterior y en el nuevo, es algo que me supera”, nos dijo alguna vez el querido Nino.

Corrían los tiempos de Muhammad Ali y sus problemas con la guerra de Vietnam. Cuando le permitieron volver a combatir, reapareció en el Madison frente a Ringo Bonavena, inolvidable choque para el boxeo argentino, realizado en diciembre del 70. Oscar –que no sólo debutó en el MSG sino que allí fue cimentando su carrera profesional– guapeó, pero terminó noqueado en el último asalto en un combate que paralizó a la Argentina.

Imagen Ringo Bonavena se ganó el respeto de todos cuando enfrentó a Alí, en un combate emocionante.
Ringo Bonavena se ganó el respeto de todos cuando enfrentó a Alí, en un combate emocionante.

Hasta que llegó el 3 de agosto de 1971 y la pelea más dramática en la historia del Garden: Joe Frazier derribó a Muhammad Alí en el 15° y último round con un zarpazo de izquierda que entró en la historia. Se levantó Alí, pero perdió por puntos, y se quedó sin invicto. Todo Nueva York asistió a esa pelea, tanto que Burt Lancaster comentó para la tele y Frank Sinatra fue el fotógrafo especialmente contratado por la revista Life.

Imagen Cae Alí. Frazier es llevado a su esquina por Mercante. La foto de la pelea más espectacular del Madison fue obtenida por Sinatra.
Cae Alí. Frazier es llevado a su esquina por Mercante. La foto de la pelea más espectacular del Madison fue obtenida por Sinatra.

En ese ring, Roberto Durán conquistó su corona de los ligeros ante Ken Buchanan en el 72 (“Ganar ahí fue, para mí, entrar en la historia”, nos aseguró Mano de Piedra) y volvió al Madison en 1983, tras su derrota del “No más” ante Leonard, para darle una salvaje paliza a Davey Moore justamente un 16 de junio, día de su cumpleaños. Esa noche, el ámbito estuvo cubierto de banderas panameñas...

Imagen Durán castiga a Davey Moore. Mano de Piedra logró el campeonato mundial mediano junior en gran actuación.
Durán castiga a Davey Moore. Mano de Piedra logró el campeonato mundial mediano junior en gran actuación.

Fue en Nueva York donde Carlos Monzón hizo su única pelea en los Estados Unidos. ¿En qué otro estadio podía ser? La noche del 30 de junio del 75 quedó como un mojón en la historia de nuestro boxeo, ya que mientras Monzón noqueó en 10 a Tony Licata (con Susana Giménez en el ring side), dos argentinos disputaron entre sí, por primera vez, un campeonato del mundo. Víctor Galíndez le ganó por puntos a Jorge Ahumada –por entonces radicado en Nueva York– en 15 asaltos, con la promoción de Don King.

Imagen Monzón noquea a Tony Licata en su única pelea en ese estadio. Fue en junio de 1975.
Monzón noquea a Tony Licata en su única pelea en ese estadio. Fue en junio de 1975.

Hasta Oscar de La Hoya –que lo reabrió ante Jesse James Leija en 1995, tras unos cuantos de sequía– y Ray Leonard se presentaron allí. Leonard, en su única pelea en el MSG, recibió tremenda paliza ante Terry Norris. No olvidar a Naseem Hamed, que en 1997 fue estrella del estadio junto a Kevin Kelley, en una de las mejores peleas de ese año...

La lista continúa... Así, Evander Holyfield y Lennox Lewis se midieron por primera vez en ese estadio y, en el semifondo, Hugo Rafael Soto se convirtió en el primer argentino campeón mundial en perder su corona en el MSG: fue ante Leo Gámez, nocaut en 3, en 1999. Soto, a su vez, había sido el primer argentino en obtener una corona del mundo en Las Vegas (la de los moscas, AMB) frente a José Bonilla...

El ring –su mágico ring– está en el Hall de la Fama de Canastota, el mismo lugar donde se encuentra la campana del Luna Park, donada por Tito Lectoure.

 

Imagen Imponente imagen del Madison.
Imponente imagen del Madison.
 

Fue bajo su techo donde Carlos El Tata Baldomir ganó la corona mundial welter del Consejo, ante Zab Judah el 7 de enero de 2006. El santafesino fue el primero en lograrlo y, hasta ahora, el único...

El Madison. El de Frank en el ring side, el de las noches de algarabía donde se mezclan las colonias bullangueras de latinos, el Madison de Ringo Bonavena y el de Gatica, el de Lausse y Baldomir, el de Muhammad Alí y el de tantas y tantas estrellas. Hasta Mike Tyson –un clásico de Las Vegas– tiene su pelea allí, frente a Mitch Green, en 1986.

Imagen Se cubre Ahumada, ataca Galíndez. Por primera vez, dos argentinos por un título mundial. Ganó Víctor, el campeón.
Se cubre Ahumada, ataca Galíndez. Por primera vez, dos argentinos por un título mundial. Ganó Víctor, el campeón.

Desde hace muchos años, el eje del boxeo se ubicó en Las Vegas, atraído por los casinos y sus posibilidades millonarias. Por eso ya no existe tanta actividad pugilística pero –al igual que el Luna– cada tanto abre sus puertas para grandes noches.

Y, como siempre, la vieja magia sigue funcionando, y una corriente de electricidad, alegría, excitación y ansiedad recorre la piel de quien, al entrar en el estadio, siente que alguna vez podrá decir: “Sí, yo estuve allí...”.

 

Los orígenes

Nació en 1871, en la calle 26, y fue bautizado por el famoso empresario P. T. Barnum. Entre sus atracciones figuraban los espectáculos del Salvaje Oeste, que llegaron a encabezar los famosos Buffalo Bill y el gran jefe de los sioux, Toro Sentado. En la foto, figura aquella primera sede, remodelada. El actual, en la Octava Avenida tiene dos edificios, uno de oficinas, con 29 pisos en torre y el otro que ocupa el estadio. Además posee una sala más pequeña, para cinco mil personas, que originalmente fue conocida como The Forum. Famosos promotores como Tex Rickard, Mike Jacobs y Teddy Brenner les dieron lustre a las grandes peleas. Combatir en el MSG era la consagración para un boxeador. Con capacidad para 20.000 personas sentadas, abre esporádicamente sus puertas para el boxeo. Y, pese al brillo de Las Vegas, sigue siendo la catedral de este deporte.

 

Imagen El antiguo Madison.
El antiguo Madison.
 

 

 

Por Carlos Irusta (2010).

Fotos: Archivo El Gráfico.

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