¡Habla memoria!

La leyenda negra del descenso

Un compilado sobre los casos más resonantes de sobornos y coimas en el fútbol argentino. Historias de quienes buscaron “comprar” voluntades para obtener los resultados que no lograban deportivamente.

Por Redacción EG ·

11 de octubre de 2019

Ninguno de los parroquianos del bar rosarino "Sol de Mayo" advirtió que uno de los tres personajes que tomaba café en una de las mesas 1 era el arquero de Newell's. 1 Claro, en 1940 no había televisión y Aldo Ramaciotti, encima, era de un pueblo cercano, Arroyo Seco.

 

Imagen Alfredo Ortiz, en 1971, recibió de Banfield un ofrecimiento para que Ferro se dejara ganar.
Alfredo Ortiz, en 1971, recibió de Banfield un ofrecimiento para que Ferro se dejara ganar.
 

Ese 21 de agosto, Ramaciotti y su hermano Nelo se juntaron con Clesio Berra, en el barcito de la avenida Pellegrini, casi esquina Corrientes. El arquero había aceptado la reunión después de que el día anterior Berra lo llamara por teléfono a su casa. En la conversación, Berra soltó prenda: "Te doy 1.500 pesos si vas a menos el domingo..." Ramaciotti le contestó muy rápido: "No, es poca plata, quiero el doble por lo menos". Berra quedó en responder al otro día, saludó y se fue. El arquero y su hermano Nelo no lo podían creer. Terminaron los cafés casi fríos y decidieron ir a contar toda la historia a los dirigentes de Newell's. Desde la sede del club y en automóvil se trasladaron a la Policía. El comisario Ernesto Carreras escuchó incrédulo el relato. El domingo 25 de agosto de 1940, Newell's recibía a Chacarita Juniors, por la decimonovena fecha del campeonato de Primera División y el cuadro tricolor estaba luchando por escaparle a uno de los dos descensos establecidos por la A.F.A. Clesio Berra, allegado al club, viajó a Rosario con la misión de contactar a jugadores de Newell's para que fueran a menos. Berra, inquieto, no imaginó que Ramaciotti lo iba a delatar y se comunicó nuevamente con el arquero para arreglar todo. El sábado 24 a las cinco de la tarde, Berra y Ramaciotti se encontraron en un bar de Rioja y San Martín, en pleno centro rosarino. Tomaron café y Berra lo invitó a salir a Ramaciotti para entragarle el dinero en un taxi. El arquero se negó y le pidió que cerrara el trato con su hermano en el bar que Nelo Ramaciotti tenía en Arroyo Seco, el domingo por la mañana, porque él tenía que estar concentrado. Ese día, Berra fue hasta el bar de los Ramaciotti, acompañado por primera vez por Domingo Adamo, nada menos que el representante oficial de Chacarita en Rosario. Allí se reunieron con Nelo en una mesa, ignorando que tres parroquianos —desde otras tantas mesas— esperaban el momento oportuno para esposarlos y llevarlos detenidos. Cuando le dieron 200 pesos de adelanto a Nelo, los supuestos parroquianos abandonaron sus mesas y los detuvieron: eran policías rosarinos, que siguieron expresas instrucciones del comisario Carreras. Ya en las dependencias policiales, Adamo contó que el secretario de Chacarita, Natalio Rabinovich, le había pedido telefónicamente que se pusiera a las órdenes de Berra, quien se hospedaba en el hotel América. Berra no pudo más que ratificar lo expresado por Adamo y la historia salió a la luz. Ese domingo, Newell's aplastó a Chacarita por 4-0, con dos goles de Sisniega, uno de Gayol y otro de Eduardo Gómez. Ramaciotti no pasó sobresaltos y el futuro de Chacarita pasó a ser color negro azabache. Después vino lo más conocido: la denuncia pública de Newell's, la desmentida de los dirigentes de Chacarita y la intervención del Tribunal de Penas de la A.F.A. con entrega de una medalla a la honestidad deportiva para Aldo Ramaciotti.

 

Imagen José Monjo, arquero de Tigre. Denunció un soborno de Banfield, quien en 1941 le ofreció 500 pesos para ir a menos.
José Monjo, arquero de Tigre. Denunció un soborno de Banfield, quien en 1941 le ofreció 500 pesos para ir a menos.
 

El fallo llegó el 29 de septiembre y fue contundente: suspensión de 90 días para Chacarita, reducida a 45 días por carecer de antecedentes lo que, de todos modos, le hacía perder los puntos de seis partidos consecutivos. Inhabilitación perpetua para Clesio Berra y de 180 días para Rabinovich y Adamo. El Tribunal presidido por César de Tezanos Pinto fue implacable y Chacarita —por los puntos que no pudo recuperar— descendió a segunda división, antiguo nombre que tenía la después llamada Primera "B".

LOS GOLES SOSPECHOSOS 

Cuando faltaba una fecha para que finalizara ese mismo campeonato de 1940, Boca ya se había coronado campeón, con una ventaja de seis puntos sobre Independiente, relegando a trece unidades atrás a River y Huracán. Abajo, decretado el descenso de Chacarita, la lucha por permanecer quedó reducida a Atlanta, con 24 puntos y Vélez, con 25. En la jornada final del 22 de diciembre, Vélez recibía en su vieja cancha de la calle Basualdo al San Lorenzo de Lángara y Zubieta, que navegaba por la mitad de la tabla, mientras que Atlanta, en Villa Crespo, era local frente al poderoso Independiente de Fernando Bello, Fermín Lecea, Sabino Coletta y Vicente de la Mata. La gente se iba enterando de los resultados por las pocas radios existentes y por el tablero del Alumni. Para desesperación de los hinchas de Vélez, los goles de Atlanta se sucedían en cadena. Llegaron a tal punto que —a los 43 minutos del primer tiempo— Atlanta ganaba por 6-0, con tres del petiso Martino, dos de Ramos y uno de Francisco Rodríguez. Vélez empataba sin goles y su público pasó del asombro a la irritación. Los 45 minutos que faltaban jugarse en Villa Crespo y Villa Luro estuvieron de más. Vélez no pudo con San Lorenzo y dos goles del vasco Isidro Lángara lo terminaron de sepultar. Independiente, que perdía por seis goles ante Atlanta, recompuso algo su imagen y consiguió cuatro, para perder "decorosamente" por 6-4. Descendió Vélez y se abrió la polémica: ¿habían ido a menos los jugadores de Independiente? Según la crónica del matutino "La Prensa" del lunes 23 de diciembre, "la inesperada facilidad con que el equipo de Atlanta consiguió ponerse en ventaja, pues en poco menos de veinte minutos logró cuatro tantos, restó todo atractivo a la contienda. La defensa del equipo visitante se desempeñó con evidente desgano, sin asomo de reacción y puede decirse que con su escasa actividad, contribuyó a la labor efectiva de los ganadores." "Al salir los jugadores de Independiente para reanudar la lucha tras el descanso —seguía expresando La Prensa— el público adicto a Atlanta los aplaudió, mientras que de las tribunas populares eran objeto de una rechifla." Una manera muy sutil, imperceptible para algunos, concreta para otros, pero un recurso periodístico al fin para intentar explicar algo sin tener pruebas. La actuación de Independiente había superado la categoría de lo sospechoso. Para fortalecer las suspicacias, el defensor Battagliero pasó de Atlanta a Independiente a comienzos de 1941 y muchos vieron en esa transferencia el pago por el desempeño irregular de la última fecha de 1940. ¿Sanciones? No hubo.

 

Imagen José Battagliero, su pase de Atlanta a Independiente despertó sospechas.
José Battagliero, su pase de Atlanta a Independiente despertó sospechas.
 

EL ARREPENTIDO

Mientras Chacarita y Vélez luchaban por volver a Primera División en 1941, otro caso que emparentó soborno y descenso ocurrió ese mismo año. El 30 de mayo, dos supuestos re-presentantes de Banfield visitaron al arquero de Tigre, José Monjo, para ofrecerle dinero por ir a menos en el partido que ambos clubes debían jugar en el sur el 1° de junio. En una quinta del delta del Paraná, donde estaba concentrado el equipo, Monjo le contó a los directivos el ofrecimiento. El sábado 31, el arquero declaró de oficio ante varios miembros del Tribunal de Penas de A.F.A. y acordó fingir que aceptaba el soborno para descubrir a los delincuentes. El domingo, Tigre apabulló a Banfield como visitante por 5-0 con dos goles de Sandoval, dos de Careri y Tosoni. Monjo cumplió una destacada actuación. El arquero había recibido 500 pesos de adelanto y tuvo que retirarse del estadio custodiado por tres guardaespaldas. Las investigaciones siguieron, pero fue el propio Monjo quien desvió el rumbo, al negarse a dar los nombres de los sobornadores. Apremiado, finalmente los suministró: Enrique Roberto Lupis, director técnico de Banfield, fue quien le entregó los 500 pesos en su propio domicilio, un cuarto piso de Tucumán 1128. Pero Monjo, incomprensiblemente, pidió el 19 de junio que se dejara sin efecto su acusación contra Lupis. Y el 23 —cuatro días después— repitió el reclamo. El Tribunal de Penas, presidido por Francisco Galeano, se reunió el 26 de junio y emitió su veredicto: 60 días de suspensión a Banfield, inhabilitación perpetua a Enrique Roberto Lupis para desempeñarse como jugador, entrenador, masajista, dirigente o socio de cualquier club afiliado y expulsión del arquero José Monjo, por obstaculizar las investigaciones. Adicionalmente, el Tribunal de Penas de la Asociación del Fútbol Argentino recomendó la expulsión del Club Atlético Banfield, pero no fue aprobado por la Asamblea General de la A.F.A. El pedido se basaba en los antecedentes de Banfield que había sido protagonista del primer caso de soborno comprobado, el 15 de diciembre de 1939, cuando estando en segunda división, su gerente Alberto Torraga había ofrecido dinero a Sosa y Villanueva, jugadores de Barracas Central, y estos aceptaron. Hubo un mes de suspensión para Banfield, lo que no le impidió ascender de categoría. La sanción que le había dado el Tribunal en 1941 le hizo perder 16 puntos. Sin embargo, el equipo pudo zafar del descenso al realizar una buena campaña, sumar 33 unidades y —a pesar de restarse los 16 de la sanción— aventajar por uno a Rosario Central (17 a 16). En la última jornada, Banfield le ganó por 4-2 a Rosario Central con gran actuación del goleador peruano Alcalde y del puntero uruguayo Silvera. Todos lo consideraron —olvidado ya el hecho del soborno a Monjo— una hazaña.

 

Imagen El presidente de Banfield, Carlos Soler, expulsado al comprobarse una maniobra de su club.
El presidente de Banfield, Carlos Soler, expulsado al comprobarse una maniobra de su club.
 

OTROS METODOS

Con la década del sesenta, la intervención de diversos políticos provocó que se dispusiera la anulación de los descensos entre 1963 y 1966 y luego, al modificarse radicalmente los torneos —con la aparición del Metropolitano y del Nacional— la historia cambió. Sin embargo, hubo reincidencias. Fue el caso de Banfield, sancionado duramente por un nuevo intento de soborno, esta vez al defensor de Ferro, Alfredo Ortiz. Durante el Metropolitano de 1971, Banfield estuvo permanentemente amenazado por el descenso y Ferro, que venía de la Primera "B" hizo una excelente primera rueda, que lo puso a cubierto rápidamente. En el número 2714 de EL GRAFICO, fue el propio Alfredo Ortiz quien contó la forma en que se produjo el intento de soborno. En su domicilio, el zaguero recibió un llamado telefónico de Daniel Szurmuk, un viejo cliente de su fábrica de ropa interior.

—¡Hola! Con Ortiz, por favor. ¡Ah! cómo le va, mire tengo que decirle algo...

—Diga nomás, lo escucho.

—No, lo que tenemos que hablar es algo serio y quisiera verlo personalmente.

—Bueno, puede ser en mi casa o en la fábrica.

—Sería preferible en su casa...

—Yo tengo que hacer mañana a las tres y media, así que tres menos cuarto lo espero.

—De acuerdo.

Ortiz recibió aquel llamado de Szurmuk el martes 5 de octubre y en la medianoche del mismo día fue hasta la sede de Ferro para contarle lo sucedido al presidente, Santiago Leyden. Enseguida intervino el asesor legal del club, se enteraron el entrenador Imbellone y el profesor Alfano y la policía, que propuso la presencia de testigos —convenientemente ocultos— para avalar el supuesto encuentro. El jugador siguió contando: "llegó Daniel Szurmuk y nos sentamos en los sillones. Me dijo: Usted se imagina por qué vengo. El domingo juegan con Banfield, hay dos millones de pesos para los muchachos de Ferro. Ahora, si a usted le parece que no se puede hacer nada, liquidamos el asunto y me voy." Ortiz no dio una respuesta y quedó en consultar con sus compañeros, arreglando con Szurmuk una entrevista para el día siguiente. Los investigadores le habían pedido que le solicitara al sobornador la presencia de algún dirigente importante. Szurmuk accedió, pero antes de la segunda entrevista lo llamaron por teléfono Carlos Soler, presidente de Banfield y Pedro Chasson, secretario del club, quienes le manifestaron lo inconveniente de sus presencias en su casa. Después de que Ortiz fingió aceptar, Szurmuk llegó a la casa del jugador, el sábado a las 14:25, con el dinero acordado . Cuando el defensor dijo "la plata está bien", entraron al living los policías escondidos en el dormitorio y esposaron al sorprendido Szurmuk. La investigación siguió adelante y el Tribunal de Penas falló de manera severa: suspensión de cuatro meses para Banfield, expulsión del presidente Carlos Soler, del secretario Pedro Chassón y del tesorero Florencio Castro. Banfield, además, debía jugar como local en cancha neutral y se le daría por perdidos todos los partidos que disputara en esos cuatro meses. Esto provocó, obviamente, el inmediato descenso en 1972. Estos son los casos más espectaculares, donde la lucha por mantener la categoría se mezcló con el soborno, la coima, la incentivación, pero también con la honestidad y la decisión de denunciar la corrupción. En el medio de todo esto, un Tribunal de Penas que muchas veces fue permeable a las presiones de los poderosos y convalidó injusticias. Entraron ya, sin duda, en la historia negra del fútbol argentino.

ALEJANDRO FABBRI

Fotos: ARCHIVO "EL GRAFICO"

Ilustración: Pablo PAEZ