2006. El semillero de Lanús
La clave del éxito en el Granate fueron sus divisiones inferiores, el club del Sur invirtió en su cantera y tuvo sus frutos. Esta fue la base del equipo campeón de 2007, que tuvo como padre futbolístico a Ramón Cabrero.
Estadio El Campin, de Bogota, 4 de diciembre de 1996. “El Grana ya salió campeón / El Grana ya salió campeón…”, se entonó –se rugió– por única vez en la historia. Aquella noche, el Lanús de Héctor Cúper alcanzaba el máximo logro del club. A pesar de perder 1-0 en Colombia frente a Independiente Santa Fe, levantaba la Copa Conmebol gracias al 2-0 que había conseguido una semana atrás en el Sur del Gran Buenos Aires. Ese único título internacional fue el punto cumbre de un proceso que se extendió durante gran parte de la década del 90 y que en la actualidad, después de un período en el que el proyecto original quedó relegado, revive con fuerza. Al igual que el plantel campeón de hace diez años, éste que hoy sorprende en el Clausura está integrado en su mayoría por jugadores surgidos de las inferiores.
Los Ibagaza, Chupa López, Coyette, Juan José Serrizuela de aquella época son los Biglieri, Fabbiani, Archubi y Gioda del presente. Y aunque pueda parecer muy lejano en el tiempo, tanto el primer grupo como el segundo forman parte de una misma apuesta. “El club puso sus inferiores en Primera División y por suerte está dando resultados”, afirma el central Leandro Gioda. “Las casualidades no existen”, agrega en este sentido Agustín Pelletieri, otro de los pibes que desde el mediocampo le da vida a este presente de Lanús. Mientras que el presidente del Consejo de Fútbol, Nicolás Russo, amplía esta idea: “Hasta hace alrededor de quince años no había un proyecto de club y el presupuesto del fútbol amateur se consideraba un gasto. A partir del 92 se comenzó a invertir en estructura y en formar y promover a los chicos del club”.
El semillero dio sus frutos en los 90 y además de la conquista continental, se obtuvieron tres terceros puestos consecutivos (Apertura 95 y 96 y Clausura 96), un subcampeonato (Clausura 98) y una cuarta posición (Apertura 98). Lanús cosechaba en la segunda mitad de la década lo que había sembrado en la primera. Era un modelo de institución deportiva sin fines de lucro y que le daba lugar a la gente del club por sobre los refuerzos que se podrían incorporar. Por eso, al ver que tenían posibilidades de crecer deportivamente, los pibes llegaban en cantidades, por iniciativa propia o por algún representante. “Yo vivía en Ciudad Evita y jugaba en un potrero cerca de mi casa –cuenta el atrevido delantero Cristian Fabbiani–, y un señor me presentó a un empresario que después de un tiempo me trajo para acá. Hice cinco pruebas y me quedé. Entré en la Séptima cuando tenía catorce años y viví en la pensión hasta los dieciocho”. Otros como Pelettieri se acercaron solos y en años más recientes, cuando los éxitos deportivos no aparecían, aunque no llegaban a opacar la imagen de buena institución de Lanús: “El primer motivo por el que vine es que desde que tengo memoria éste es un club modelo. A nivel institución siempre fue un ejemplo, y por suerte ahora lo puedo comprobar desde adentro. Vivo relativamente cerca, y cuando terminé la secundaria vine a probarme y afortunadamente pude quedarme”.
Para llegar a este presente de ilusiones nuevas y sueños grandes, en el cual las aspiraciones apuntan alto, antes hubo que pasar por una etapa de sufrimiento. Bancarse la mala, para poder vivir ahora todo lo bueno. Entre aquellos que hicieron historia y estos que hoy vuelven a entusiasmar al pueblo Granate se produjo un vacío importante en cuanto a la producción del semillero. Ezequiel Carboni y Luis Zubeldía –hoy ayudante de campo de Cabrero tras verse obligado a abandonar el fútbol por una lesión crónica en una rodilla– son algunas de las pocas excepciones, pero la realidad es que hubo un período en el que la política del club apuntó a incorporar jugadores a préstamo y así dejaron de salir pibes en cantidad. Sin embargo, hay un porqué para ese proceso: “Además de los logros deportivos también se creció mucho en cuanto a la infraestructura: hoy tenemos 11 canchas de fútbol, un gimnasio y una pensión para 60 pibes. Todo eso lleva un gasto, y ese gasto generó una deuda que en el año 2000 era muy importante. Lo que hicimos, a diferencia de otros, fue tratar de cumplir con todo el mundo. Nos planteamos dos objetivos: como primera medida, dejar al club en deuda cero, y como segunda, ya más a largo plazo, lograr un campeonato. El primero está casi cumplido. Con una sola venta quedamos en cero en todo sentido”, explica Russo.
Con los tecnicos se siguió la misma metodología. Nombres como Veira, Aimar, Córdoba, Chiche Sosa, Brindisi, Ramaciotti y Gorosito pasaron sin gloria y con pena. Entre 1999 y 2005, Lanús sólo alcanzó un octavo puesto en el último Clausura. Ramón Cabrero, un hombre de la casa que al momento de la renuncia de Pipo estaba al frente de la Cuarta División, tomó las riendas en principio interinamente. Los buenos resultados se sucedieron y al finalizar el torneo pasado la dirigencia decidió confirmarlo en el cargo. Ahora también el entrenador venía de las categorías menores.
Aunque la mayoría de los pibes ya estaban en el plantel de Primera, la virtud de Cabrero fue darles continuidad. “A Ramón no lo tuve en inferiores, pero a diferencia de otro que viene de afuera, él tiene la ventaja de conocernos porque nos veía todos los días en el club”, comenta Lautaro Acosta, quien fue convocado por Ferraro para el Sub-20 y es uno de los más chicos de este grupo. Contra lo que muchos puedan pensar a primera vista, sólo Sebastián Leto y Marcos Aguirre pasaron por las manos de Cabrero en la etapa formativa, y apenas por un corto período.
Otro aspecto que juega a favor de este grupo, es precisamente el grupo, que se consolidó como tal con muchos chicos que tenían relación desde tiempo antes de llegar a Primera. Se los nota afianzados y llama la atención verlos tan unidos, tan compinches, tan alegres. Las bromas no paran y la buena onda se percibe a cada instante. Mientras El Gráfico espera a que termine el asado de cada semana para continuar con la producción fotográfica, es testigo de los gritos, las carcajadas y los cantitos que salen del quincho. “Quizá no sea una relación de amigos, pero todo esto que estamos haciendo se disfruta más porque nos conocemos desde hace tiempo. Por ahí antes de llegar a Primera ya salíamos todos juntos”, cuenta el volante Rodrigo Archubi, integrante del Sub-20 que el año pasado ganó el Mundial en Holanda. “Con varios viví en la pensión y nos llevamos muy bien”, se suma el talentoso cordobés Marcos Aguirre. “Por eso se disfruta mucho más este momento”, concluye Sebastián Salomón, otro de los que se formó en la cantera Granate, aunque ya tiene algunos años más de experiencia que el resto.
“Este torneo, que para muchos fue el primero, no lo vamos a olvidar nunca, y soñamos con superarnos y llegar más lejos todavía”, se ilusiona Leto. Y hay razones para avalar lo que dice el habilidoso volante: “Estamos muy tranquilos –asegura Russo–. Lo que viene atrás es tan bueno o incluso mejor que lo que hay ahora”. Como en tantos ámbitos de la sociedad, las posibilidades de que los que poseen menos recursos económicos les disputen el lugar a los poderosos reside en la organización desde las bases. Desde abajo, consiguió hacerlo Lanús en los 90, y en la continuación de aquel proyecto sigue intentando superarse. En el Sur, saben cuál es el camino, y es por eso que el presidente del Consejo de Fútbol no les teme a los desafíos: “Estamos en condiciones de mantener el plantel y puedo asegurar que antes de 2009 Lanús sale campeón”.
El Grana demostró y sigue demostrando que el Sur también existe, y para ser muy coherente con esta sentencia la forma de lograrlo no podía ser otra que la de mirar hacia abajo.
El semillero dio sus frutos en los 90 y además de la conquista continental hubo otros logros. Se cosechó lo que se había sembrado.
El respaldo de los mayores
Si bien el aporte de la generación joven es fundamental en este proyecto, se sabe que “sólo con los pibes no se puede”. En Lanús, eso lo tienen bien claro desde el técnico hasta el último integrante del plantel. Por eso, todos coinciden en resaltar lo importante que son para este grupo los experimentados Carlos Bossio, Claudio Graf, Rodolfo Graieb, Daniel Quinteros y Maxi Cuberas. Sin ellos, la gran campaña del Grana en el Clausura no podía haber sido tal. “Por supuesto que los pibes son importantes, pero sería injusto no reconocer el alto porcentaje de responsabilidad que tienen los referentes. Ellos los aconsejan muy bien y saben cómo llevarlos”, comenta el DT Cabrero. Y Sebastián Leto agrega: “La gran virtud que tuvieron fue que se supieron adaptar a nosotros y no esperaron que nosotros nos adaptemos a ellos”.
Por Aquiles Furlone y Pablo Lechuga (2006).
Fotos: Jorge Dominelli.
Un técnico que conoce el paño
Por su trabajo en las inferiores, el entrenador actual de la Primera supo darle a cada jugador un lugar y apoyarlo.
Cuando asumi como DT del primer equipo, ya había muchos chicos en el plantel que venían de las inferiores. El trabajo nuestro fue apostar a darles continuidad.
Ese fue un proyecto que acordamos encarar en conjunto con los dirigentes, y que implicaba asumir el riesgo de bancar a los chicos y darles la tranquilidad de que iban a tener la chance de ganarse un lugar. En parte, la iniciativa surgió porque no había muchos refuerzos para traer. Pero también porque creemos que lo importante es darles prioridad a los jugadores del club, que los hay y muy buenos. Por eso el objetivo es tratar de consolidar a la mayor cantidad y mantenerlos. De todos modos, pienso que si Lanús tiene la oportunidad de vender a alguno, lo va a hacer, pero la intención es no desarmar el equipo.
La idea es siempre apostar a los chicos del club, aunque en los puestos que nos haga falta un jugador, vamos a tratar de traerlo. En el fútbol no se gana sólo con chicos, sería ridículo pensarlo. En este ciclo los pibes son muy importantes, pero sería injusto no reconocer la tarea de los más grandes.
Creo que estamos haciendo las cosas bien y, por eso, tanto los dirigentes como yo queremos seguir trabajando en este proceso. Hoy puedo afirmar que voy a continuar, aunque sé que en el fútbol los que mandan son los resultados. Hasta ahora se vienen dando, y el plan a futuro es terminar este campeonato lo más alto posible para tener la tranquilidad de encarar los que vengan con una cantidad importante de puntos y poder mirar la tabla de arriba y no la de los promedios.
Por Ramón Cabrero.