¡Habla memoria!

Cuando la fama es cuento: Furlong

La gloria del básquet Oscar Furlong ingresó en el salón de la fama FIBA en 2007, el campeón del mundo en 1950, donde fue elegido el mejor jugador del torneo, tuvo su merecido reconocimiento.

Por Redacción EG ·

12 de agosto de 2019

Es­te pa­rra­fo fue es­cri­to en la edi­ción ex­traor­di­na­ria de El Grá­fi­co pu­bli­ca­da por su 40º ani­ver­sa­rio, en 1959, cuan­do Os­car Al­ber­to Fur­long ya ha­bía de­ja­do de ju­gar. Allí se exal­tó: “He aquí el hom­bre, sím­bo­lo del bás­quet­bol ar­gen­ti­no. Pue­de ha­ber mu­chos otros ju­ga­do­res, pe­ro si a cual­quier per­so­na le pre­gun­tan el nom­bre de un ju­ga­dor ar­gen­ti­no de bás­quet­bol, se­gu­ro que con­tes­ta­rá: Fur­long. No só­lo de nues­tro país, en el ex­te­rior tam­bién. El bás­quet­bol ar­gen­ti­no es Fur­long y Fur­long es el ex­po­nen­te más ca­li­fi­ca­do y de ma­yor je­rar­quía de su épo­ca de oro”.

Imagen Mitos. Esta foto, que reunió a los laureados en Alcobendas, es la historia viva del básquetbol mundial. Desde la izquierda, parados: Drazen Dalipagic, Allen Rae, Ivo Daneu, Emiliano, Bill Russell, Borislav Stankovic, Oscar Furlong, Sergei Belov y Ranko Zeravica. Sentados: Mario Hopenhaym, Amaury, Hortencia, Ann Meyers, Nikos Galis, Ervin Kassai, Pierluigi Marzorati y Dean Smith.
Mitos. Esta foto, que reunió a los laureados en Alcobendas, es la historia viva del básquetbol mundial. Desde la izquierda, parados: Drazen Dalipagic, Allen Rae, Ivo Daneu, Emiliano, Bill Russell, Borislav Stankovic, Oscar Furlong, Sergei Belov y Ranko Zeravica. Sentados: Mario Hopenhaym, Amaury, Hortencia, Ann Meyers, Nikos Galis, Ervin Kassai, Pierluigi Marzorati y Dean Smith.

Fue su ar­que­ti­po has­ta la ex­plo­sión de Ema­nuel Da­vid Gi­nó­bi­li en el si­glo XXI, su sím­bo­lo, su em­ble­ma. Un ju­ga­dor ge­nial, con don pa­ra crear y de­fi­nir des­de su po­si­ción de cen­tro, y con una au­reo­la per­ma­nen­te de se­ño­río. Irra­dia­ba res­pe­to en­tre com­pa­ñe­ros y ri­va­les. Es­te in­gre­so su­yo al Sa­lón de la Fa­ma de la FI­BA, en­tre tan­tas lu­mi­na­rias de to­do el mun­do, es un me­re­ci­do ac­to de jus­ti­cia con él y re­pre­sen­ta un sen­ti­do or­gu­llo pa­ra nues­tro de­por­te.

“El más ge­nial, el más crea­ti­vo, de los ju­ga­do­res de su épo­ca, pe­se a que da­ba la ima­gen de ser ‘apa­ga­do’. Era muy tác­ti­co y un gran es­tra­te­ga. Exi­mio dis­tri­bui­dor de jue­go y ex­ce­len­te re­bo­te­ro. Fue un ade­lan­ta­do. Ade­más, uno de los me­jo­res com­pa­ñe­ros e in­con­di­cio­nal co­mo ami­go. Con ab­so­lu­ta res­pon­sa­bi­li­dad. Ejem­plar. Huía de la pu­bli­ci­dad y eso, a ve­ces, lo ha­cía apa­re­cer hos­co y an­ti­pá­ti­co. A la ho­ra de ha­blar, su pa­la­bra era muy es­cu­cha­da y res­pe­ta­da en el gru­po. La pa­la­bra de Fur­long va­lía la pe­na de ser es­cu­cha­da”, fue su ra­dio­gra­fía bos­que­ja­da por el pro­fe­sor Jor­ge Hu­go Ca­na­ve­si, di­rec­tor téc­ni­co de nues­tros cam­peo­nes del mun­do.

El “Chi­no” Omar Ubal­do Mon­za, por su par­te, fue su com­pa­ñe­ro des­de siem­pre, com­par­tien­do equi­pos en el club, en va­rios com­bi­na­dos y en la Se­lec­ción Na­cio­nal. Con­tó: “Ca­mi­na­mos jun­tos por la vi­da des­de los 10 años. A su la­do cre­cí y me en­ri­que­cí es­pi­ri­tual­men­te. Con la ma­gia de su ha­bi­li­dad, en­se­ñó a mu­chos a ju­gar al bás­quet­bol, pe­ro más que ello, Pi­llín les mar­có nor­mas de con­duc­ta en la vi­da”.

Ca­si­mi­ro Gon­zá­lez Tri­lla, re­co­no­ci­do co­mo “la bi­blia del bás­quet­bol” por los en­tre­na­do­res ar­gen­ti­nos, ha­bía sin­te­ti­za­do:

Imagen Condecoración. En su casa, con los trofeos recibidos en el Salón de la Fama.
Condecoración. En su casa, con los trofeos recibidos en el Salón de la Fama.

“Era un ju­ga­dor de ins­pi­ra­ción, de­se­qui­li­bran­te por su ha­bi­li­dad, que po­día ju­gar en cual­quier lu­gar de la can­cha. No só­lo de­bía es­tar en­tre los cin­co pri­me­ros, si­no que era el pri­me­ro de los cin­co”.

Os­car Al­ber­to Fur­long, “Pi­llín”, na­ció el 22 de oc­tu­bre de 1927 en la ciu­dad de Bue­nos Ai­res. Su ci­clo co­mo ju­ga­dor trans­cu­rrió en­tre las dé­ca­das del 40 y del 50.

 

SI­NO­NI­MO DE BAS­QUET­BOL

Fue el ar­tís­ti­co or­fe­bre que cin­ce­ló una tra­yec­to­ria im­por­tan­te, bri­llan­te, inol­vi­da­ble. La re­cor­da­mos con sus he­chos re­le­van­tes:

To­da su cam­pa­ña en el bás­quet­bol del país la de­sa­rro­lló en el Club de Gim­na­sia y Es­gri­ma de Vi­lla del Par­que, que se fun­dó el 18 de ju­nio de 1922. Su pa­dre Car­los Mar­tín Fur­long in­te­gró su Co­mi­sión Di­rec­ti­va ini­cial y fue uno de sus pri­me­ros pre­si­den­tes, con ges­tión de no­ta­ble im­pul­so pa­ra la ins­ti­tu­ción. Des­pués de las di­vi­sio­nes in­fe­rio­res, en­tre 1944 y 1956 cum­plió su ci­clo en Pri­me­ra Di­vi­sión. Sie­te ve­ces –de 1945 a 1948 con­se­cu­ti­va­men­te, más 1951, 1952 y 1956– lo­gró el tí­tu­lo de la en­ton­ces Fe­de­ra­ción Ar­gen­ti­na. Re­su­men: 9 par­ti­ci­pa­cio­nes y 7 lau­ros. Ga­nó tam­bién el Cam­peo­na­to Me­tro­po­li­ta­no en 1951 y 1954.

Ese pe­río­do tu­vo un pa­rén­te­sis, en­tre 1953 y 1956, cuan­do ju­gó y ade­más es­tu­dió ad­mi­nis­tra­ción de em­pre­sas en la Sout­hern Met­ho­dist Uni­ver­sity, de Da­llas (Te­xas), de la Di­vi­sión I de la NCAA nor­tea­me­ri­ca­na. En 1956 los Mus­tangs al­can­za­ron la “fi­nal tour” por úni­ca vez en su his­to­ria. Ter­mi­na­ron en el cuar­to pues­to. Ré­cord de la tem­po­ra­da: 26-4. En la úl­ti­ma eta­pa Fur­long no pu­do es­tar pre­sen­te por un des­ga­rro.

Se con­sa­gró cam­peón ar­gen­ti­no con Ca­pi­tal Fe­de­ral en Bue­nos Ai­res 1947, tras ha­ber in­ter­ve­ni­do por pri­me­ra vez en Co­rrien­tes 1945.

Imagen Esplendor. Años 40 y 50. En nuestro país jugó solamente en el Club de Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque. El gran Parque.
Esplendor. Años 40 y 50. En nuestro país jugó solamente en el Club de Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque. El gran Parque.

Re­sul­tó el pri­mer bas­quet­bo­lis­ta ar­gen­ti­no de la his­to­ria en ser ten­ta­do por la NBA. Ocu­rrió en 1948 con mo­ti­vo de su no­ta­ble ac­tua­ción en los Jue­gos Olím­pi­cos de Lon­dres. En to­tal tu­vo tres pro­pues­tas, que re­cha­zó: Min­nea­po­lis La­kers, Bal­ti­mo­re Bu­llets y Phi­la­delp­hia Wa­rriors.

Su tra­yec­to­ria en la Se­lec­ción Na­cio­nal de Ar­gen­ti­na com­pren­dió ocho com­pe­ten­cias ofi­cia­les en­tre 1947 y 1955. Los equi­pos que in­te­gró dis­pu­ta­ron 51 par­ti­dos, con 33 triun­fos y 18 de­rro­tas. Fue cam­peón mun­dial (1950), se­mi­fi­na­lis­ta olím­pi­co (1952) y ga­nó dos me­da­llas de pla­ta en los Jue­gos Pa­na­me­ri­ca­nos (1951 y 1955). 

El con­sen­so del pú­bli­co y de en­ten­di­dos lo eri­gió en El Ju­ga­dor más Va­lio­so del pri­mer Cam­peo­na­to Mun­dial de 1950. Les me­tió 20 tan­tos a los nor­tea­me­ri­ca­nos en el par­ti­do de­ci­si­vo (64-50).

Fue el go­lea­dor de la rue­da fi­nal, con 11 pun­tos de pro­me­dio, de ese pri­mer Mun­dial. Tam­bién en­ca­be­zó la ta­bla de ano­ta­do­res de los Jue­gos Pa­na­me­ri­ca­nos en Mé­xi­co 1955, con una me­dia de 18,2 tan­tos.

Se con­sa­gró cam­peón mun­dial uni­ver­si­ta­rio con Ar­gen­ti­na en Dort­mund 1953, en la 3ª. edi­ción de la com­pe­ten­cia de la F. I. S. U. In­vic­to .

Con 29 años, fue obli­ga­do a de­jar de ju­gar san­cio­na­do por su­pues­to pro­fe­sio­na­lis­mo, co­mo to­dos nues­tros cam­peo­nes mun­dia­les, por la or­den pa­ra im­por­tar un au­to­mó­vil re­ci­bi­da de Juan Do­min­go Pe­rón co­mo re­ga­lo del tí­tu­lo del mun­do. Ju­gó por úl­ti­ma vez el do­min­go 6 de ene­ro de 1957 cuan­do Par­que le ga­nó 71-52 a Wel­co­me, de Mon­te­vi­deo, en un trian­gu­lar  efec­tua­do en su club.  Me­tió 27 pun­tos.

Tu­vo ac­tua­ción ci­ne­ma­to­grá­fi­ca, in­ter­pre­tán­do­se a sí mis­mo, en la pe­lí­cu­la “En cuer­po y al­ma”, que se es­tre­nó el 19 de mar­zo de 1953 y con el bás­quet­bol co­mo te­ma cen­tral del guión. La di­ri­gió Leo­pol­do To­rres Ríos y fue­ron pro­ta­go­nis­tas Ar­man­do Bo, Ju­lia San­do­val y Héc­tor Ar­men­dá­riz.

 

Imagen Dallas 1953: el capitán Derrel Murphy lo recibe en la SMU.
Dallas 1953: el capitán Derrel Murphy lo recibe en la SMU.
 

En 1951 fue lau­rea­do en Los An­ge­les (Es­ta­dos Uni­dos) por la Fun­da­ción Atlé­ti­ca Helms co­mo Me­jor Atle­ta Su­da­me­ri­ca­no. Re­ci­bió el pre­mio Ko­nex de Pla­ti­no en 1980 co­mo Me­jor Bas­quet­bo­lis­ta Ar­gen­ti­no de la His­to­ria. Su tra­yec­to­ria fue ga­lar­do­na­da en 1999 con el Pre­mio “Del­fo Ca­bre­ra” del Se­na­do de la Na­ción.

Au­toa­ná­li­sis co­mo ju­ga­dor: “El pun­to fuer­te de mi jue­go: or­ga­ni­za­ción y pa­ses. Mi em­bo­que pro­ve­nía de los ama­gues y de la mo­vi­li­dad bus­can­do la po­si­ción ideal de lan­za­mien­to pa­ra en­con­trar la me­jor se­lec­ción de ti­ro. Pre­ci­sa­ba mu­cho en­tre­na­mien­to pa­ra man­te­ner un por­cen­ta­je acep­ta­ble de con­ver­sión. Sal­vo par­ti­dos es­pe­cia­les, era un po­co hol­ga­zán en de­fen­sa. No te­nía gran re­sis­ten­cia fí­si­ca. Bien tra­ba­ja­da, és­ta au­men­ta­ba, pe­ro sin lle­gar a ju­gar los cua­ren­ta mi­nu­tos a to­do va­por. Me re­gu­la­ba en ple­no par­ti­do”.

 

CA­SA DE LA ME­MO­RIA

Al­co­ben­das es una ciu­dad de la Co­mu­ni­dad Au­tó­no­ma de Ma­drid que es­tá ori­llan­do los 110.000 ha­bi­tan­tes. Se en­cuen­tra a 13 ki­ló­me­tros de la ca­pi­tal de Es­pa­ña. El ex en­tre­na­dor Pe­dro Fe­rrán­diz, un “lo­co” del bás­quet­bol, en­con­tró re­fu­gio allí pa­ra inau­gu­rar en ju­nio de 1996 la fun­da­ción que lle­va su nom­bre con su Cen­tro In­ter­na­cio­nal de Do­cu­men­ta­ción e In­ves­ti­ga­ción del Ba­lon­ces­to.

Ha­bía te­ni­do su glo­ria co­mo di­rec­tor téc­ni­co del Real Ma­drid du­ran­te 14 años en­tre los años 50 y 60, ga­nan­do 12 tí­tu­los de Li­ga y 4 Co­pas de Eu­ro­pa. Es­tá con­si­de­ra­do tác­ti­ca­men­te co­mo in­tro­duc­tor del con­traa­ta­que en el ám­bi­to eu­ro­peo. Re­ti­ra­do, no per­dió su pa­sión y se de­di­có a plas­mar es­ta ins­ti­tu­ción sin fi­nes de lu­cro de­di­ca­da ex­clu­si­va­men­te a la di­fu­sión y pro­mo­ción del de­por­te que ama. Es mu­seo y allí se con­cen­tra la bi­blio­gra­fía más ini­ma­gi­na­ble.

Una co­sa tra­jo a la otra y el jue­ves 1º de mar­zo de 2007 la Fe­de­ra­ción In­ter­na­cio­nal (FI­BA) inau­gu­ró su Sa­lón de la Fa­ma en una ex­ten­sión de la pro­pia Fun­da­ción Fe­rrán­diz. Se tra­ta de un edi­fi­cio de cin­co plan­tas. El Ayun­ta­mien­to de Al­co­ben­das afron­tó ca­si en su to­ta­li­dad la in­ver­sión de 1.997.224 eu­ros.

Imagen Londres 1948: “El mejor partido de mi vida”. Triunfal derrota por un doble (59-57) contra Estados Unidos.
Londres 1948: “El mejor partido de mi vida”. Triunfal derrota por un doble (59-57) contra Estados Unidos.

Las pri­me­ras ad­mi­sio­nes –43 en to­tal– se hi­cie­ron a tí­tu­lo pós­tu­mo, des­de el in­ven­tor Ja­mes Nais­mith has­ta los ju­ga­do­res Dra­zen Pe­tro­vic y Ale­xan­der Be­lov, pa­san­do por los en­tre­na­do­res Hank Iba y Ale­xan­der Go­melsky. Tam­bién fi­gu­ró Ar­gen­ti­na, por ser uno de los ocho paí­ses (el úni­co de Amé­ri­ca) que el 18 de ju­nio de 1932 fun­da­ron la FI­BA.

Os­car Al­ber­to Fur­long es­tu­vo en el se­gun­do gru­po de nue­vos miem­bros, que re­gis­tró a 20 per­so­na­li­da­des. La ce­re­mo­nia se rea­li­zó el miér­co­les 12 de sep­tiem­bre.

“Pa­ra ser ele­gi­dos, los can­di­da­tos de­ben acre­di­tar lo­gros en es­ca­la in­ter­na­cio­nal y con­tri­bui­do a au­men­tar la po­pu­la­ri­dad del bás­quet­bol”, ex­pli­có el sui­zo Pa­trick Bau­mann, ac­tual se­cre­ta­rio ge­ne­ral de la FI­BA.

 

LE­YEN­DAS  Y CRACKS

En la paz de su ca­sa del May­ling Club de Cam­po, en Pi­lar, a los 80 años, Fur­long, que siem­pre fue un so­brio de­por­tis­ta sin al­ha­ra­ca, es­tá con­mo­vi­do. “Fue muy emo­cio­nan­te. Ser con­si­de­ra­do una le­yen­da, la ce­re­mo­nia, to­do re­sul­tó to­can­te… Sen­tí el im­pac­to de cru­zar­me con Bill Rus­sell, con quien fui con­tem­po­rá­neo en la com­pe­ten­cia uni­ver­si­ta­ria… El bra­si­le­ño Amaury me di­jo que lle­gó a en­fren­tar­me en los Pa­na­me­ri­ca­nos de Mé­xi­co…”

Cuen­ta tam­bién el to­que su­til que tu­vo Bo­ris Stan­ko­vic, el po­pe de la di­ri­gen­cia mun­dial du­ran­te un cuar­to de si­glo, cuan­do ha­bló al re­ci­bir su dis­tin­ción y arran­có la hi­la­ri­dad de to­dos: “Aquí tam­bién Os­car Fur­long nos hon­ra con su pre­sen­cia. Yo ju­gué ese pri­mer Cam­peo­na­to Mun­dial en 1950. Pe­ro mien­tras Fur­long fue cam­peón del mun­do, con Yu­gos­la­via ter­mi­né dé­ci­mo y úl­ti­mo…”

Imagen Gloria. Abrazo con Ricardo González. Campeones mundiales en 1950.
Gloria. Abrazo con Ricardo González. Campeones mundiales en 1950.

“Nos alo­ja­mos en Ma­drid –com­ple­tó Os­car–, en el ho­tel Me­liá Cas­ti­lla, don­de tam­bién es­ta­ban pa­ran­do las de­le­ga­cio­nes par­ti­ci­pan­tes en el Eu­ro­peo. Así pu­de ha­blar un po­qui­to con Tony Par­ker, quien fue con Fran­cia. Nos acer­ca­ba un nom­bre en co­mún: Ma­nu”.

Fur­long es­tá muy al tan­to de los ar­gen­ti­nos en la NBA y des­ta­ca que nin­gu­no de­sen­to­na. Re­sal­ta a Gi­nó­bi­li: “Me lla­ma la aten­ción su ga­rra e in­ven­ti­va”. Se asom­bra con No­cio­ni: “¡Tie­ne una po­len­ta tre­men­da!”. Elo­gia a Ober­to: “Có­mo co­la­bo­ra con el equi­po”.

Ha­blan­do del bás­quet­bol de ayer y de hoy, Os­car Fur­long se sin­tió Pi­llín. Vol­vió a vi­vir.

 

UN FUERA DE SERIE EN TODO

Por Ricardo González (Capitán de Argentina campeón del mundo en 1950, en el Luna Park).

 

Imagen Ricardo González.
Ricardo González.
 

Es muy comun que me encuentre con la curiosidad de la gente por saber cómo era Oscar Furlong, y nunca logré mejor síntesis que ésta: Pillín fue un fenómeno como jugador y como compañero.

Era el cerebro del equipo argentino y jamás fallaba en los pases. Transitaba muy bien por la llave. Era un centro que tenía un extraordinario poder de definición. ¡Cómo pesó en el Mundial! Pero, ojo, también marcaba muy bien. Al uruguayo Oscar Moglia, un feroz goleador, por ejemplo, le tomó la mano esperándolo. Fue un monstruo que se dio el gusto de actuar en el básquetbol universitario grande de los Estados Unidos, un alto nivel de entonces. Muy simple: era el mejor jugador argentino, la figura preponderante, y uno de los mejores del mundo.

Hicimos toda la carrera juntos. Siempre fuimos muy compañeros. Lo respeté como nadie en nuestros memorables duelos de Parque y Palermo, y me dio mucho gusto jugar a su lado en la Selección Argentina desde el Campeonato Sudamericano de Río de Janeiro 1947 hasta el de Cúcuta 1955.

Es un ser humano fuera de serie. Cuando cumplió los 70 años, y también en otras oportunidades, hizo una gran fiesta en su casa de Pilar, donde estuvimos todos los campeones del mundo sobrevivientes. Hace poco me había anticipado: “El 3 de noviembre nos juntamos otra vez aquí, en mi casa”.

Nuestra rivalidad era solamente en la cancha, porque fuera de eso hicimos un culto de la amistad. Por suerte nos seguimos viendo para recordar el tiempo maravilloso de nuestra juventud.

 

 

Por O. R. O. (2007).

Fotos: Archivo El Gráfico.