¡Habla memoria!

1945. Remigio y Mathieu

Remigio Saavedra, mendocino. Mario Mathieu, entrerriano. Como compañeros de equipo o adversarios fueron los ases del ciclismo nacional en caminos y pistas en los ’30 y 40. Un homenaje de Borocotó

Por Redacción EG ·

19 de abril de 2019

El día que por vez primera se encontraron en una carrera, los dos se fueron.

— ¡Vamos! — gritó Remigio Saavedra a Mario Mathieu en la Buenos Aires-Mar del Plata de 1935. Y arrancaron para llegar cortados a Dolores, final de la primera etapa.

Mathieu había llegado a nuestros pagos para intervenir en esa competencia que le resultó consagratoria, pues ocupó el segundo lugar en la clasificación general, el primero entre los provincianos venidos para la misma y también se colocó a la cabeza de los corredores de la segunda categoría, en la que militaba entonces.

A partir de aquel "conocimiento" ya los vimos en muchas otras en las que fueron compañeros de equipo o adversarios, según las circunstancias. Sus luchas llenaron un largo momento de nuestro ciclismo en caminos, hasta que Remigio decidió abandonar las rutas. Siguió el entrerriano en ellas, pero no cabemos si habrá de retornar, cosa muy probable si consideramos que recién acaba de cumplir los 28 años. En cambio, se hace difícil la vuelta de Remigio a las pruebas de largo aliento. Las últimas actuaciones suyas fueron en pista o pruebas de velocidad. Es que le lleva seis años a Mario Mathieu.

 

Imagen REMIGIO SAAVEDRA
REMIGIO SAAVEDRA
 

El día que se conocieron, ambos despegaron. Ya teníamos antecedentes de Mathieu. Sabíamos que era de los que le gustaba irse. En cambio, Remigio ha preferido quedarse en el pelotón. Poseedor de un buen sprint, cuando alguna vez le preguntamos por qué no procuraba irse para asegurarse una victoria que en lote podía ser problemática, nos contestó:

—En el pelotón voy cómodo. Esa comodidad no la tenía Mathieu, aunque a través del tiempo fué adquiriendo embalaje y pudo resolver muchas victorias en los metros finales. Pero aun habiendo logrado mejorar considerablemente su sprint, quedó en él, como característica bien definida, ese deseo de irse. Y lo más notable es que muchas veces nos fué dado apreciar su temperamento en las escapadas. Puesto a perseguir, no siempre luchó con tenacidad. La pinchadura de un tubo, la caída, cualquiera de los múltiples accidentes a que está expuesto un ciclista, creaban en su ánimo un fastidio enorme y Mathieu comenzaba a quejarse contra su poca fortuna, lo que le restaba condiciones. En cambio, en sus escapadas, nos brindó los pasajes más interesantes. Así lo vimos hace ya ocho años en una Rosario-Santa Fe en la que "ganó a lo Cosme", como dijimos entonces. Llegado al mal camino y cuando el lote comenzó a desmembrarse, cuando el conjunto de vanguardia se redujo, el entrerriano se fue. En una de esas carreras y en 1942, debió cubrirse 140 kilómetros sin compañía. En el largo tramo iban incluidos 77 de caminos de tierra. Ese día no pensó en irse tan temprano. Aníbal López, José González y el francés Wambst habían escapado al paso por San Lorenzo llegando a sacar dos minutos y medio de ventaja. Al ser alcanzados, arrancaron Mathieu y el español Emiliano Alvarez como para probar la resistencia adversaria. Pronto Emiliano sintió un malestar que lo obligó a detenerse. Mathieu se encontró solito al frente y siguió sin gran decisión, pero viendo que los de atrás no se organizaban y que los minutos a su favor se iban acumulando, resolvió continuar.

 

Imagen MARIO MATHIEU
MARIO MATHIEU
 

RECUERDO IMBORRABLE

Son innumerables las carreras en las que el entrerriano se fué. En la Doble Bragado de 1940 sacó 21 segundos en la etapa inicial Y los conservó en la siguiente, ya viniendo en lote. Pero fué en la última de esas competencias del Nacional en la que lo vimos accionar con ese crecimiento, ese agigantamiento de Mathieu en la vanguardia y que nos dejó un recuerdo imborrable. Se había marchado hasta Chivilcoy a 40 kilómetros por hora. El promedio era extraordinario. Ya se llevaban 150 kilómetros cubiertos a esa velocidad, cuando surgió el mal camino, Mario Mathieu se despegó. Como un rastreador fué buscando las vereditas, los pastitos, eludiendo los huellones de esos caminos arenosos, de esa tierra hecha polvo que frena las ruedas y provoca caídas. Era maravilloso el verlo "adivinar" el suelo bueno, saliendo de un costado hacia otro del camino, pedaleando con decisión inquebrantable.

 

Imagen MARIO MATHIEU
MARIO MATHIEU
 

Mathieu, en la vanguardia, se constituyó en muchas oportunidades en un verdadero espectáculo. Buscando en nuestros recuerdos esos momentos suyos, desfilan por la mente actitudes como las enunciadas, y al par que "vemos" su silueta magnífica recordamos cómo crecía en esos instantes, cómo parecía más grande más arrolladora. Si hemos podido observarlo en tramos contra reloj, si en organizaciones de luchas también lo vimos tirar fuerte, ha sido en sus escapadas en las que demostró toda su capacidad y en las que puso en evidencia su temperamento. En cambio, al quedar rezagado por cualquier circunstancia, no mostró el mismo temple, como si la contrariedad le molestara más que a otros, como si le faltara voluntad para sobreponerse al inconveniente que consideraba injusto.  

REMIGIO PERSIGUIENDO

Fue en esos trances en los que Remigio Saavedra cumplió sus más grandes actuaciones. Por ello es posible decir: Mathieu ha corrido mucho de adelante y Remigio de atrás. Si éste careció de ganas de irse por confianza en su sprint, cuando una pinchadura o una caída lo pusieron en situación de perseguir, allí apreciamos el valor de Remigio. En la primera prueba por el Flexil cayó en la última etapa a poco de la salida de Carmen de Arao). El cambio de una rueda le demandó la pérdida de 3'05". Vuelto a la máquina dió comienzo a una magnífica persecución, a una de sus más grandes hazañas. Adelante pasaron a tirar Guillermo Gobet, Mario Stéfani, José Barcia y el rosarino Vicente Pendino. También iban en el núcleo Aníbal López y Mario Mathieu, pero no hacían tren porque Remigio era compañero de marca. Kilómetros y kilómetros cambiándose los hombres de la punta en la esperanza de alejarse de Remigio, quien venía de atrás agarrando a los que el lote de vanguardia desprendía. Los alcanzaba, se les unía por momentos y los dejaba. Pajarito Suárez le brindaba, unido a otros, unos momentos de resuello, tanto como para que Remigio tomara aliento para tornar de nuevo al frente. Cuando Saavedra dejaba de tirar, la diferencia se mantenía intacta o se estiraba un poco; cuando él volvía a encabezar el pequeño y cambiante grupo, la diferencia se reducía.

 

Imagen REMIGIO SAAVEDRA
REMIGIO SAAVEDRA
 

Pero así, sin treguas mayores, en lucha verdaderamente titánica, necesitó 60 kilómetros para recién reintegrarse al núcleo de vanguardia y decir:

—Nunca he cinchado tanto...

Lo vimos en la última Buenos Aires-Rosario corrida todavía con tramos de tierra. Antes de llegar a Carmen de Areco sufrió una pinchadura y reinició la marcha después de haber perdido más de tres minutos. Llegó a la neutralización realizada en el lugar mencionado y se encontró a 2'47" de los punteros. Pero ya vueltos al pedaleo y al pasar por el puente de Arrecifes, una circunstancia casual habría de darle el último empujón. Iba entonces a un minuto. El puente estaba en construcción; la mayoría se desvió para cruzar por el vado. Los que llegaron con Remigio atacaron por el mismo puente del que alguien había quitada previamente los obstáculos. Y allí mismo Remigio se desprendió de quienes lo acompañaban y fué en busca de Mathieu y Palou para seguir con ellos hasta Pergamino y ganar después, al día siguiente, la carrera en Rosario.

En la Doble Chivilcoy de 1939 cayó en Mercedes y terminó la etapa a 3'03" de los primeros. Vueltos a la carrera, se unió a Feruglio y Carlos Ciccarella, con quienes inició la persecución. Después dieron alcance a Minoldo y Antonio Pérez. Más tarde se unió a los punteros Mathieu, Stéfani y José González. Pero todo eso, logrado después de 40 kilómetros contra viento y en lucha estupenda.

Remigio y Mathieu, dos corredores que fueron figuras de primer plano en rutas durante un largo y estupendo momento de nuestro ciclismo, manifestaron en el curso del mismo esa diferencia tan marcada de temperamentos. Acaso en ello habrá influido el sprint. El entrerriano no lo tenía. Por eso procuraba irse. Y cuando lo tuvo, quizá ya estuviera acostumbrado a sus escapadas o comprendido que en tales circunstancias era cuando ponía más de manifiesto su capacidad, cuando mejor se evidenciaban sus aptitudes. En cambio, confiado Remigio en su embalaje, solía decirnos.

—En el pelotón voy cómodo, Pero lo cierto es que uno se agrandó en las escapadas y el otro se agigantó en las persecuciones.

 

Por BOROCOTÓ (1945)

 

MARIO MATHIEU
Campeón argentino de ruta 1935, 38, 37 y 42.
Ganador de la carrera Rosario-Santa Fe 1937, 39, 40, 42 , 43, 45, 47
Ganador de la carrera Doble Chivilcoy 1935, 36, 38 y 39
Ganador de la carrera Doble Bragado 1940 y 42
Campeón americano de ruta 40 y 41
Juego Panamericanos 1941 y 1940  oro en persecución,
Ganador de la Paris-Troyes de 1948 en Francia.
Representó a la Argentina en los Juegos Olímpicos de Londres 48
Fue intendente de Paraná, su ciudad natal, en 1968

 

 

 
REMIGLIO SAAVEDRA
Triunfador de las principales competencias en ruta de Argentina: la Doble Chivilcoy, Buenos Aires-Mar del Plata, Buenos Aires-Rosario, Doble Junín, Doble Pergamino, Doble Cañuelas, Doble Campana, Doble La Plata..
Ganador en los Seis Días en bicicleta del Luna Park, en 1939 (en equipo con el belga Camille Dekuysser) y en 1943 y 1945 (en equipo con Remiglio Saavedra)
Recorrió los 1.101 kilómetros que separan a Mendoza de la Capital Federal dos veces: en 1943, a los 32 años, en 17 horas 55 minutos y 33 segundos, a un promedio de 61.349 km/h. Y la segunda en 1981 a los ¡70 años! En 18 horas y 45 minutos. Por esa hazaña se celebra en Argentina en día del ciclista el 5 de diciembre.