¡Habla memoria!

Imágenes del recuerdo, tres grandes arqueros

Una nota, evocando al poder de los recuerdos, que Félix Frascara publicara en 1937 sobre tres grandes arqueros del fútbol sudamericano: el brasileño Kuntz, el uruguayo Mazali y el argentino Tesoriere.

Por Redacción EG ·

20 de marzo de 2019

Suele ocurrir que transformemos en sabiduría personal lo que sólo es fruto de la suerte. Es frecuente oír a un viejo aficionado a la lírica que dirigiéndose a un joven le dice: "¿Usted no lo oyó a Caruso? ¡Entonces no sabe nada de canto!". Para ese "privilegiado" todo lo que vino después de Caruso no significa nada. Y sin embargo... ¿Pero por qué no es posible aceptar que Caruso haya sido igualado, o superado? Porque pertenece al pasado, porque es un recuerdo. Y el tiempo, que borra defectos y hace olvidar disgustos, agranda las virtudes y agiganta, dentro de nosotros mismos, las sensaciones. Algo semejante al ejemplo de Caruso ocurre con el boxeo. Llega hasta nosotros uno de aquellos suertudos que vieron pelear a Jack Dempsey y nos dice piadosamente, jactanciosamente: "¿Usted no lo vio a Dempsey? ¡Entonces no sabe nada de box!" Todo lo que vino después del gran Jack no significa nada. Y sin embargo...

Pasemos del boxeo al fútbol. El caso se repite. Claro que los ejemplos son más abundantes. El viejo "privilegiado" tiene pare elegir entre once puestos y entre los muchos cracks que jugaron desde 1900 hasta 1930, para detenernos veinte años atrás y conferirle, así, carácter de recuerdo.

Por lo general ocurre que las comparaciones, además de estar consagradas como odiosas, son imposibles. Cada uno de los "contrincantes" se aferrará a su idea, es decir a su época, con cierta ventaja para el de antes porque él vio a los dos jugadores en discusión, mientras que el muchacho de hoy únicamente puede hablar del actual. Y como digo jugadores podría decir cantantes, toreros o boxeadores. No puede haber comparación ni juicio que convenza cuando no hay confrontación posible. En tal aspecto las cosas cambian si se habla de pintura, de escultura, porque las obras subsisten a través de los años. Un cuadro pintado en el siglo XVI puede ser cotejado con uno del siglo XX. ¿Pero, cómo hace usted para comparar a Justo Suárez con José María Osifica, o a Tesoriere con Amadeo Carrizo?...

 

Imagen Parecía un guerrero en plena batalla, por sus actitudes arrogantes y su adusto ceño, el brasileño Julio Kuntz, gran arquero de cuya actuación en Buenos Aires nos ha quedado un recuerdo inolvidable. Vigoroso y decidido, producía instantáneas plásticas.
Parecía un guerrero en plena batalla, por sus actitudes arrogantes y su adusto ceño, el brasileño Julio Kuntz, gran arquero de cuya actuación en Buenos Aires nos ha quedado un recuerdo inolvidable. Vigoroso y decidido, producía instantáneas plásticas.
 

De todo se hablaba en una charla de café cuando se me ocurrió decir:

—Yo lo vi jugar a Kuntz...

Y en la rueda había un brasileño. Más que un brasileño: un pariente de Kuntz. Al hombre se le cerraron los ojos, se le cayó la cabeza hacia atrás y se le juntaron las manos. Creíamos que iba a rezar.

— ¡Kuntz! . . . ¡Kuntz!. . . No hubo nada igual.

Esperábamos que agregara: quien no ha visto jugar a Kuntz, no sabe lo que es fútbol. Pero no lo dijo. Quedó ensimismado.

Recién al rato abrió la boca para decir:

—Perdón, caballeros. Estaba haciendo una reproducción de Kuntz para mí solo. No es el caso de afirmar que quien no haya visto a Kuntz no sabe lo que es fútbol, pero sí puede asegurarse que no se ha vuelto a dar un arquero como Kuntz. De sus mismas características, de su mismo estilo, de su tipo y estampa. Mis ojos vuelven a tener la edad de la adolescencia cuando me traen, abriéndose paso entre tantas y tantas imágenes del recuerdo, la imagen viviente de Julio Kuntz. Estamos en la vieja cancha de Sportivo Barracas. Se juega el Campeonato Sudamericano de 1921.

Argentinos y brasileños frente a frente. Cargan los locales. Llega, por elevación, un centro que va a caer frente a la valla de los brasileños. Surge, entonces, cobrando cada vez más altura, la silueta atlética, ágil, arrogante, que se estira en el aire y gana alcance levantando el brazo derecho para devolver la pelota con un golpe de puño. La escena quedó grabada para siempre en mi retina. Basta que nombren a Kuntz para que yo vea reproducida aquello figura de atleta, vestida de azul oscuro, batida por el viento la cabellera, que el recuerdo ha inmovilizado en el espacio, haciendo de ella un monumento cuyo pedestal estaba formado por el resto de los jugadores que lo rodeaban. Aquel día, Y todos los días, Kuntz realizó muchas y notables atajadas, de tiros altos y bajos, cercanos y revelándose como un arquero de condiciones excepcionales, pero en mis ojos de adolescente quedó aquélla, única, imborrable, dominante.

 

"¿Usted no lo vio jugar a Mazali? Entonces no sabe lo que es un arquero". 

Imagen Mazali, gran arquero del Uruguay Campeón Olímpico
Mazali, gran arquero del Uruguay Campeón Olímpico
 

Esto lo dirán muchos uruguayos aficionados al fútbol, orgullosos de nombrar a uno de los próceres de la historia deportiva del país hermano. Nosotros decimos, como en el caso de Kuntz, que si bien el Uruguay ha tenido otros arqueros de grandes condiciones, de justo renombre, ninguno entre todos podrá mencionarse como parecido a Andrés Mazali. Su agilidad se complementaba con su habilidad, porque tenía el sentido de la colocación.

 

Imagen Profundo conocedor del fútbol y hombre dotado de vasta cultura deportiva, el uruguayo Andrés Mazali fue un arquero excepcional por su agilidad y su destreza, pero impresionó más que nada por sus dotes de atleta completo.
Profundo conocedor del fútbol y hombre dotado de vasta cultura deportiva, el uruguayo Andrés Mazali fue un arquero excepcional por su agilidad y su destreza, pero impresionó más que nada por sus dotes de atleta completo.
 

A Mazali, guardián del arco celeste en las más trascendentales victorias del fútbol uruguayo, lo recuerdo vistiendo, atildado siempre, un pullover azul oscuro sobre el cual se volcaba el cuello blanco de una camiseta que llevaba debajo. Y su actitud más familiar, para mí, es la de un salto a poca altura, con las piernas ligeramente abiertas, para atajar la pelota que aprisionaba con las dos manos contra su pecho, hacia el costado izquierdo. Si de Kuntz he dicho que era atlético y arrogante, ¿cómo no repetirlo cuando se sabe que Mazali fue gran corredor de vallas y jugador de básquet? La diferencia entre ambos podría establecerse recordando que la figura del uruguayo era más liviana, más "aérea", sin el sello de estampa guerrera que solía asumir la del brasileño. Andrés Mazali, precoz y capaz director técnico de aquel histórico cuadro uruguayo del 24 que asombró al mundo, fue además de gran arquero una grata y severa expresión de cultura deportiva.

 

Llega el turno de los nuestros y en la rueda no puede faltar quien diga: "¿Usted no lo vio a Tesoriere? Entonces no sabe lo que es un arquero". ¡Mérico!... El gran Mérico que un día, en Montevideo, fue llevado en andas por sus compañeros y por sus adversarios hasta el palco oficial para que lo felicitara el presidente de la República. El gran Mérico cuyo nombre figurará en la historia del barrio de la Boca, a la par de Quinquela y de Filiberto.

 

Imagen Américo Tesoriere, el flaco nervioso que atajaba con pasmosa serenidad.
Américo Tesoriere, el flaco nervioso que atajaba con pasmosa serenidad.
 

Flaco, superflaco. Tricota gris de abrigo, de cuello levantado, pero siempre arremangada por encima de los codos, para dejar libres los brazos delgados, nerviosos como todo él, Ojos tristones de mirar profundo, que todo lo veían. Cerebro alerta y veloz, que todo lo adivinaba. Pies ligeros, que le permitían volar, y manos firmes en las que moría la pelota, o se adormecía amorosamente. Mérico, imán y flecha. Imán, sí, porque muchas veces parecía que la pelota iba hacia donde él estaba. Y flecha, 1, en las atajadas inverosímiles en los vuelos con que llegaba de palo a palo, hasta el ángulo más alto y más distante. Pero esto no era lo común. La imagen de Tesoriere que retienen mis ojos es la de su felina actitud en acecho. Lo veo de perfil, desde mi puesto de espectador. Vienen avanzando los contrarios. Mérico echa el cuerpo hacia adelante, pone las manos en las rodillas y aguza la mirada, mientras grita algo, dando órdenes que no llegan hasta nosotros. El avance rival no se detiene. Llegará hasta el arco. Mérico observa, intuye. Toma colocación. Y de pronto se le ve, casi en la misma actitud, encorvado, firme, pero ya con la pelota aprisionada entre las manos, mostrándola como si fuera un trofeo. Así, una y mil veces, lo vieron los públicos de toda América y lo vieron también los públicos de la vieja Europa cuando Boca Juniors paseó su clase por aquellas canchas en la inolvidable gira de 1925.

  

Imagen En Montevideo fue llevado en andas por sus compañeros y por sus adversarios hasta el palco oficial para que lo felicitara el presidente de la República.
En Montevideo fue llevado en andas por sus compañeros y por sus adversarios hasta el palco oficial para que lo felicitara el presidente de la República.
 

La charla ha girado en torno a los arqueros. Sólo hemos nombrado a tres. Esto no quiere decir que ellos hayan sido los mejores. Los elegimos guiándonos por una impresión personal, por el poder de los recuerdos y, principalmente, para exponerlos como ejemplos del tema. Queda dicha nuestra admiración por Kuntz, por Mazali y por Tesoriere. No pretendemos conferirles los primeros lugares en la historia futbolística de sus respectivos países. Por el contrario: queremos decir que, habiendo sido ellos tan buenos, hubo tanto en Brasil como en Uruguay, Argentina y el resto de América, otros arqueros que, si no los superaron, los igualaron. Aceptamos que sean otros los predilectos del aficionado veterano. Solamente entre nosotros, ¿cómo olvidar a Carlos Isola, a Juan J. Rithner, a Marcos Croce, Octavio Díaz, Ángel Bosio, Juan Botasso, Sebastián Gualco, Claudio Vacca?... Y entre los extranjeros de ayer, ¡qué injustos seríamos olvidándonos del chileno Guerrero, grande entre los grandes! Nunca hemos de olvidarla con aquella su camiseta blanca atravesada en diagonal por una banda, a la manera de nuestro River Plate. Los chilenos sostienen,  y con razón, que Guerrero nunca fue igualado. Lo cual es mucho decir, teniendo en cuenta que en el marco de las vallas trasandinas se han colocado otros valores tan indiscutibles como el "Sapo" Livingstone y Hernán Fernández, entre otros.

 

Imagen Tapando un remate rival en el famoso partido frente a los uruguayos
Tapando un remate rival en el famoso partido frente a los uruguayos
 

No. No ha sido esta una “visita de arqueros" ni una selección hecha por la experiencia y los recuerdos. Ha sido simplemente, una charla trasladada del café al papel, a la que también podemos encontrarle una moraleja, para que tenga cierta sustancia y alguna finalidad: en el juicio de los humanos el transcurso del tiempo produce un fenómeno de óptica que consiste en agrandar las imágenes del recuerdo y achicar las del presente.

Félix Frascara

 

 

 

 

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