¡Habla memoria!

El destino, la pelota y yo - Capítulo XVII

Por José Moreno. El Charro relata su regreso al país luego de su exitoso paso por México. Los prejuicios y acusaciones aventuradas complicaron su vuelta a River, pero se dio y de gran forma.

Por Redacción EG ·

27 de abril de 2020

Otra vez rumbo a tu puerto, Buenos Aires de mis recuerdos, de mis amores. Imagino la tremenda emoción que debió sufrir el corazón de Carlitos Gardel, el zorzal criollo, cuando en todos los extremos del mundo te recordaba cantando —llorando por dentro— y llamándote así: "mi tierra querida"... Pero bajemos un poco y hablemos de fútbol... que también es arte, pero más de avestruz que de zorzal.

Después del gran partido con el Asturias dejé al España con dos puntos arriba en la tabla de posiciones. Y tenía la licencia para volver a la patria, donde mi madre me esperaba ansiosa.

Los del España —como ya dije—, me autorizaron un vuelito a Buenos Aires para resolver mi situación antes de cumplirse mi contrato de dos años.

El viaje en avión, con un abismo abajo y otro arriba, cuando apenas tiene uno 28 años y ha vivido mucho más que otros a los 50, mientras bullen los motores invitando al sueño, se presta bien para pensar, recapacitar, acordarse, soñar... Ahora, del regreso a Buenos Aires, al cabo de tantas aventuras, sería de mí lo que se sirvieran disponer la F.I.F.A, la A.F.A., River, Racing, el España... o lo que a la postre resolviera yo, ¡qué diablos! Cerré los ojos y me dormí, porque lo cierto es que tenía por delante muchas horas de vuelo... ¡para dormir! Quizá menos de las que estaba debiendo a mi cuerpo tremendamente castigado.

EN EL AIRE

Cuando bajé del avión —y por curiosa paradoja— permanecí en el aire muchos días, como verá el lector.

 

Imagen Me gustaron todas. Hasta hice de encantador de lámparas. ¿Que para los fotógrafos solamente? De acuerdo. Pero lo hice, y aquí está el testimonio.
Me gustaron todas. Hasta hice de encantador de lámparas. ¿Que para los fotógrafos solamente? De acuerdo. Pero lo hice, y aquí está el testimonio.
 

Al llegar a Buenos Aires me enteré de que River había promovido un movimiento de opinión para que la A.F.A. nos concediera a todos los jugadores "castigados por indisciplina" una amplia amnistía con motivo de la inminente celebración del Día de la Bandera. En realidad, se trataba de mí, según comentó al día siguiente el periódico "Hoy", al decir: "Los directores de River Plate, un poco desalentados, pero más que eso heridos en su amor propio por la abierta oposición que provocara su proyecto de amnistía, que debía tratar la asamblea de la A.F.A., no se animan a promover el perdón que daría lugar a la vuelta de Moreno a nuestras canchas. Pensamos nosotros que justamente esa abierta oposición debiera renovar el generoso impulso que los movió a realizar gestiones sobre el punto y "pelear" abiertamente por la reconquista del jugador, que no otra cosa significa elevar el petitorio de amnistía".

En el España, de México, me habían dicho:

 

—Si logra usted el retorno a River en buenas condiciones, no opondremos dificultad al pase; de lo contrario, siempre están abiertas para usted las puertas de la Institución.

Yo pensé que sería fácil el retorno a mi club... pero no: se oponía el amor propio de los dirigentes, que procuraban recuperarme... sin aflojar ellos. Que lo hiciera la A.F.A. Algo así como sacar la sardina del fuego con la mano del gato. Mientras tanto, por lo que poite contIngere, me agregué a la primera de los "millonarios" —donde me recibieron con los brazos abiertos— para los entrenamientos. Los días pasaban y nada se resolvía. De pronto me llegó una carta del formidable vasco Lángara. Lo contrataban para España (no el club de México sino el de la península ibérica) y me proponía llevarme a remolque. Me aseguraba un contrato por un año con la —entonces— tentadora suma de 20.000 pesos...

 

Imagen De regreso de México estuve practicando en Racing. En una de esas prácticas se tomó esta foto, en la que aparece una gran artista, Samna Roth.
De regreso de México estuve practicando en Racing. En una de esas prácticas se tomó esta foto, en la que aparece una gran artista, Samna Roth.
 

¡No!; si no lograba la reincorporación decorosa a River o a cualquier otro club porteño tenía mi compromiso en México y debía regresar a cumplirlo. Pero de pronto me llega la noticia de que el España, mejor dicho, la Liga Mayor de México, se había asociado a la Federación Nacional de Fútbol de aquel país, con lo que los francotiradores estábamos excluidos. ¿Cómo quedábamos los que teníamos contratos pendientes? En las garras de la F.I.F.A. No podíamos jugar en ningún punto geográfico del continente. ¿Ha visto el lector? Continuaba en el aire, como dije. Y no sólo yo sino todos los castigados. Para colmo de confusión, en esos días me llegó un cable del España, de México, llamándome. Y adjuntaba el pasaje para el avión que saldría el 13 de noviembre. La situación en Buenos Aires seguía sin resolverse; de todas partes me llegaban tentadoras ofertas, pero yo tenía mi compromiso con el España si River me fallaba. Me falló, no recuerdo por qué, y volví a México a completar mi contrato... si eso era posible. Y lo fue. Aduciendo razones de compromiso pendiente se allanaron las dificultades y pude jugar en el España. ¡En buena hora, pues declaro que le tenía un cariño entrañable! Y me lo compensaron con la mayor generosidad. Al enfrentarme con sus directivos, les dije:

—Señores..., prometí volver y aquí me tienen, dispuesto a cumplir el resto de mi contrato.

—No, querido Moreno —me replicó el presidente—; para nosotros se trata de un contrato nuevo, con la misma prima del inicial. Lo ha resuelto así la comisión directiva, como recompensa al hombre que cumplió su palabra.

Y bien, lector: por varios meses permanecí en el aire, y por el aire retorné a mi querido México, donde pude, al fin, aterrizar...

 

ESTAMPA DE COLOR

Cuando volví de la tierra azteca por segunda vez se dijo —quizá para disminuir mi cotización— que yo estaba gordo, pesado; que purgaba las consecuencias de mi vida licenciosa en aquellos pagos... juzgue el lector: el último partido que allá jugué fue a favor del España contra el Marte. Ganamos por 9 goles a 1. El corresponsal del periódico "Hoy", en México, comentó:

"Lo más extraordinario es que de los nueve tantos, siete los hizo Lángara y todos preparados por Moreno".

Y agregaba este comentario que mucho me sirvió de aliciente cuando me difamaban para comprarme más barato: "ESTAMPA DE COLOR”. Moreno es el fútbol del crack en una tierra como ésta, en que cada barrio tiene cinco, cada club veinte y cada generación trescientos. Cracks de todos los matices reúnen en Moreno un poco de todo eso que es el fútbol.

"Juega con su prestancia de crack, de sabelotodo del fútbol, y es como si la pelota, el verde de la cancha, el cielo, las camisetas, el arco y la red, la multitud, todo, giraran alrededor de una bola de cristal como buscando detenerse en el momento final de un desenlace inesperado. Moreno es la invención, así como Pedernera es la creación y Lazzatti el genio organizador. Moreno es la jugada del pillete hecha ciencia en el alambique de lo sobrenatural. Moreno es el potrero que llevaron a la manzana de los rascacielos, pero que no pudieron hacerle crecer el pasto porque los purretes no lo dejaron quieto. Moreno es un momento culminante en la "historia de Grosso" del fútbol argentino, que venía precedido por capítulos como los de Watson Hutton y Ochoa, Zumelzú y Olazar, Ohaco y Tesorieri. Y eso, Moreno, es lo que México pudo ver".

No estaba pesado, ni decrépito, ni paseado, no, señores, sino en el momento culminante de mi estado atlético, y dispuesto a probarlo. Sí, pero, ¿dónde, si la legislación del fútbol, sus trampas y sutilezas, los intereses creados todo se me opondría?

Bueno..., yo estaba de regreso una vez más en la patria, en el seno del hogar por demasiado tiempo ausente; con el beso de mi madre, y en brazos de los amigos. Ya veríamos, después, lo que habría de pasar...

 

Imagen ¿Recuerdan que les hablé de Tita? Corresponde a una serie de fotos que nos tornaron para ilustrar unas notas especialmente dirigidas a los dos, pero más especialmente a las dos versiones del arte: el de Tita como actriz y el del futbolista en general.
¿Recuerdan que les hablé de Tita? Corresponde a una serie de fotos que nos tornaron para ilustrar unas notas especialmente dirigidas a los dos, pero más especialmente a las dos versiones del arte: el de Tita como actriz y el del futbolista en general.
 

COMO TUPAC AMARU

Mientras estuve en México peleando fuerte por los colores que me cubrían el pecho —creo que siempre lo hice—, me llovían cartas y llamados telefónicos desde Buenos Aires. Peucelle me habló varias veces preguntándome si me interesaba volver para River. ¡Dios!, ¿Cómo no me iba a interesar? Pero, ¿en qué condiciones? ¿Me rehabilitaban moral y deportivamente? Casildo Osés me hizo la misma pregunta con respecto a Racing... Lo que yo quería —lo único— era volver a la patria, pido de afectos entrañables, y ofrecerle a la afición todo aquello de que yo fuera capaz. Jugar en la ciudad donde nací para el fútbol, y de la que tuve que escapar repudiado por... ¡qué sé yo!, para seguir en pos de mi destino. Si volvía para River, tanto mejor. Ese era mi nido, mi incubadora, mi segundo hogar. Pero si ellos me repudiaban, por el que me diera hospitalidad; por el que me brindara la ocasión de responder a su confianza. Yo era un futbolista profesional, pero dispuesto a poner amor en el club argentino que me acogiera cordialmente, que me tuviera confianza, para romperme el alma por él. Como lo hice en el Estrella de Brandsen, en el Lamadrid (¿se acuerdan?), o en cualquier picado de potrero con abrojos y cicuta. Y ahora, después de haber sido internacional y de todo lo andado, cuando me habían dicho tantos piropos en América, desde el "Charro Moreno" hasta "el mejor insider del mundo" y sus alrededores..., lo único que yo ambicionaba era un cuadradito de tierra porteña para mostrar lo que tenía aprendido.

Yo había pateado mucho a la redonda desde el potrero boquense hasta los grandes estadios de América Central. Llegué de purrete goleador a lo que ustedes conocen... Y ahora, cuando me había tocado el momento de imponer condiciones, de cotizarme o fijar honorarios como los doctores — ¿y por qué no, si habían dicho de mí que era doctor en fútbol? — resultaba que el pateado era yo, y sin dirección ni efecto..., como pelota desinflada. Me vi, tan pronto como aterricé en la patria al regreso de mi segundo viaje a México, lo mismo que aquel caudillo quichua, Tupac Amaru, de quien la historia elemental nos había enseñado que lo tironearon de pies y manos a la cincha de cuatro caballos. Y ya verán ustedes, si me siguen, que no hubo, en lo dicho, demasiada exageración.

 

Imagen Con Palma fuimos por espacio de dos meses los jugadores de fútbol de los que más hablaba el país. Fue al regresar de México y danzar nosotros entre Racing, River, Racing, River...
Con Palma fuimos por espacio de dos meses los jugadores de fútbol de los que más hablaba el país. Fue al regresar de México y danzar nosotros entre Racing, River, Racing, River...
 

UN FORMIDABLE ENTREVERO

Dije en párrafo anterior que al regresar de México me vi tironeado como Tupac Amaru. Sin tanta gloria, pero con parecido tironeo. Mi martirio duró varios meses. Imposible recordar los detalles de aquel formidable alegato en el que intervinieron directivos, abogados..., hasta ministros del Poder Ejecutivo que eran hinchas de diferentes clubs. Se llegó a discutir airadamente la conveniencia o no de reformar la legislación del fútbol por "inconstitucional" (y creo que lo era y sigue siéndola) ; terció la Inspección de Justicia, hubo mesas redondas (como ahora se estila); hubo mentiras y verdades a cargo de cronistas apasionados —sobre todo en las revistas profesionales--; tomó cartas en el asunto la Secretaría de Trabajo y Previsión en defensa de la libertad de trabajo; se publicó que el Ministerio de Justicia estaba dispuesto a intervenir a la A.F.A. "a fin de que José Manuel Moreno pudiese desempeñarse en el club que él dispusiera...".(La Época, 19 de junio de 1946.)

Varias entidades futbolísticas tenían —según aseveraban— "derechos adquiridos" para tironearme, Se movían centenares de influencias, disputaban entonadamente otros tantos personales... Y en medio de semejante barahúnda, yo, el dueño de las piernas y la cabeza en disputa, esperando que se resolviera el batifondo..., y con unas ganas locas de largarme a cualquier potrerito de extramuros a patear cualquier pelota, como los pibes que aprendieron a fumar y si no consiguen un pucho pitan aunque sea un tronquito de zarzaparrilla.

 

Imagen Otra amistad artística de las obligadas de tanto andar por el mundo y por la vida. Es la muy lindona Blanquita Amaro. Ciertamente, mirándola a ella y mirándome yo... me quedo con ella.
Otra amistad artística de las obligadas de tanto andar por el mundo y por la vida. Es la muy lindona Blanquita Amaro. Ciertamente, mirándola a ella y mirándome yo... me quedo con ella.
 

¡LA VUELTA A RIVER!

No he querido entrar en detalles acerca de lo que fue el pleito aquél, pues me hubiera llevado varios capítulos de esta historia. Queda condensado en la síntesis que antecede, y paso a la solución final del entredicho, que fue como verá el lector. Entre los directivos de River y Racing se convino el arreglo que sigue:

“1° Que el jugador José M. Moreno deberá cumplir los cinco meses del contrato firmado por él con el Club River Plate y que se halla pendiente.”

“2° Que el club River Plate se compromete a hacer actuar al jugador Moreno durante esos cinco meses en su equipo de primera división profesional en las condiciones que establece dicho contrato y, en su defecto, deberá dejar en libertad de acción al jugador para que actúe en la entidad que éste elija y que esté dispuesta a adquirir o contratar sus servicios..."

Bien: al cabo de aquel resonante escándalo, que los periodistas dieron en llamar "el affaire Moreno", el 25 de julio firmé contrato con River por cinco meses. El domingo siguiente, y en reemplazo de Labruna, que estaba engripado, debía jugar contra Atlanta de insider izquierdo. Mientras duró el formidable pleito se me había difamado en grande. Todos me querían para sí, pero "por cuestiones legales" y no porque yo sirviera para mucho —decían—, "después de la vida espantosa que había llevado". Y yo estaba deseando que llegara el cotejo para desmentirlos en forma.

 

LOS MUERTOS QUE VOS MATAIS...

Bien, lector: el partido se jugó en la cancha de Ferro y no seré yo quien lo comente. Me limitaré a transcribir algunas líneas de los periódicos de entonces. El Diario del 29 de julio, en un artículo titulado: "Igual que Julio César, Moreno podría decir: Veni, vidi, vici", se expresó así:

"No podía ser de otra manera. Moreno tenía que jugar bien... y vaya si lo hizo. No en balde por espacio de tres meses su nombre y "su asunto" reclamaron columnas y más columnas de los diarios, agitaron el ambiente futbolístico como de mucho tiempo atrás no se hacía, determinaron el rompimiento de relaciones entre dos entidades prestigiosas..., y ayer, como corolario, llevaron a Caballito a una multitud rabiosa que, antes de quedarse sin verlo actuar prefirió romper todo y penetrar en el estadio... Y Moreno les dio el gusto: jugó "como los ángeles", si es que en el cielo hay un espacio reservado para el más popular de los deportes..."

El epígrafe de la foto que ilustraba el artículo decía: "FORMIDABLE: Todos los ditirambos son escasos para elogiar la labor que le cupo ayer a Moreno, quien justificó con creces tanto papel escrito para defender o censurar su posición. Culminó su actuación con tres goles, uno de ellos maravilloso".

La Época del mismo día: "La máquina con Moreno. Mucho se había hablado de la máquina riverplatense, pero era evidente que a esa máquina le faltaba una pieza que tenía un nombre, y ese nombre es Moreno. Ayer, con el concurso de ese engranaje el ataque riverplatense, constituido por cracks insuperables, logró por fin documentar su acción en el score, ganando por primera vez en lo que va del año..." Y Clarín: "Alambrados y Plateas son las Víctimas: Evidentemente, River ha hecho un gran negocio con Moreno... El que salió perdiendo fue, precisamente... quien cedió su casa para la fiesta. Alambrados por el suelo, bancos destrozados, puertas sacadas de quicio, pasarelas colgando de los árboles como raros frutos. Cincuenta mil personas fueron demasiado para el estadio de Caballito. Ya con una hora de anticipación se clausuró la venta de entradas y fueron cerradas las puertas; pero la multitud pudo más, y hubo de decretarse la entrada libre para evitar males mayores que, como los no evitados, dejaron convertida a la cancha en un campo de posbatalla". Así fue. Y aquella cosa tremenda que se produjo antes de empezar el partido me hizo temblar. En la casilla le dije a Pedernera:

—Esto es bárbaro, Adolfo. ¿Te imaginas lo que sería de mí si no llegara a responder?

— ¡Tranquilo, hermano! —me replicó—; si estás mejor que nunca.

Bueno; fue una jornada de gloria para mí: de nuevo en la patria y otra vez con la banda roja cruzándome el pecho para romperme el alma por ella.

Don Antonio Liberti, a quien he reconocido en estas páginas como un gran presidente de River, me quiso "poner la tapa" esta vez. ¿Verdad, don Antonio? Por lo menos dijeron que usted lo dijo. Claro que no era contra mí, "su muchachito", elevado por usted en pocos días de purrete a crack; pero... los diarios dijeron que usted había proclamado, como con bronca:

—i Yo lo colgaré a Moreno!

Y esa tarde, don Antonio es decir River en aquel momento—, demostré con ganas mi amor a sus colores y mi todavía enorme capacidad para llevarlos a la victoria. En aquel inolvidable encuentro la línea delantera formó así: Muñoz, Báez, Pedernera, yo y Loustau. Uno de los periódicos de la época publicó unas apostillas —creo que así se llaman—que decían:

"A los bohemios se les oscurecieron las perspectivas. Porque si no lo veían negro al porvenir, lo veían Moreno".

"Volvió mi compañero idolatrado" no es un vals. Es Pedernera refiriéndose a Moreno.

Para mí era el reencuentro, a través de la vida, con varios compañeros idolatrados, Por supuesto que primero vos, Adolfito; pero también los otros, los de las grandes patriadas. Y, ¿se acuerdan, muchachos, se acuerdan de la enorme alegría de esa tarde por haberle devuelto a River su prestigio con el perfecto funcionamiento de la máquina? Al día siguiente, cuando nos juntamos para celebrar la cosa, recuerdo que Pedernera me dijo:

— ¡Y pensar que te daban por listo, pibe! Decían que no había más remedio que ponerte la tapa... Porque resulta que estabas gordo..., fané y descangayado... Pero, mirá lo que dicen los diarios.

Y alguno leyó en voz alta los títulos. Decían:

"Con Moreno, River Plate justificó, al fin, su decantada fama de máquina de jugar al fútbol." (La Época).

"Moreno reverdeció viejos laureles e hizo tres tantos." (Noticias Gráficas).

"Moreno debutó con tres golazos." (El Laborista).

"Moreno confirmó que su condición de crack está intacta." (El Líder).

"Fue un suceso la reaparición de Moreno." (La Razón).

 

¡COMO TE EXTRAÑÉ, VIEJITO!

Siempre te extrañé desde el día fatal en que te perdí, mi viejo, padrecito mío. Pero nunca como en aquella tarde del tremendo batifondo en la cancha de los "pincharratas".

Cuando yo jugaba en Buenos Aires, desde la quinta de River hasta que me tuviste a tiro..., porque después me llevaron a otras tierras, vos, padre mío, fuiste mi más fiel espectador. Éramos once en la cancha pero para vos había uno solo: tu pibe. Yo, que te recuerdo con el cariño que supiste merecer.

Aquella tarde en La Plata me acordé de vos como nunca, mi viejo. Lo que tengo dicho en este capítulo está muy lejos de expresar lo que fue aquella verdadera batalla campal. No fueron solamente gases lacrimógenos, chorros de agua, botellas, piedras y maderas.

También hubo tiros. ¿Y qué eran los tiros para vos, viejito, que te las viste bravas en aquellos formidables fundengues de la "semana trágica" y en tantas otras huelgas revolucionarias? Eras valiente, mi viejo, y estabas habituado a los estampidos y al silbar de las balas. Algunas veces, de sobremesa, nos contabas esos episodios de tu vida sin alarde ninguno, sencillamente, como un guapo de veras, porque eso fuiste. ¡Cómo me hubiera gustado que aquella tarde, en La Plata, te hubieses encontrado con aquel vigilante que me empavonó el ojo!... Porque no hay duda, viejo, que habrías arreglado el asunto —cobrándolo al centavo— de colega a colega.

Contra los insultos y agravios que me llovieron a granel en esos días, en que se pusieron en tela de juicio mi vida íntima; en la que nadie tenía derecho a meter baza; mi fama, mi honestidad, mi actividad deportiva, mi estado atlético, en comentarios tales como: "¿Moreno? Está listo; ya no rola. Puede ser que juegue si le consiguen la fórmula de Salvatti... porque si no..."

Y las leyendas mexicanas reproducidas en periódicos porteños: "Moreno, en México, había dejado en los colmaos aztecas su juventud, su fortaleza, su genialidad futbolera...", un comentario que me resultó reconfortante, fue el del periódico "Hoy" al decir: "Contra todas las opiniones, las físicas y las del tiempo, Moreno demostró que tiene una velocidad inusitada. Es veloz no solamente por el desplazamiento sino por la inteligencia. La inteligencia sirve, a veces, para sobreponerse a la geometría del espacio y de los años, Moreno lo demostró palpablemente…”

 

Y este otro de "El Bachiller" (Fernández), en la revista "Campeón": "...José Manuel Moreno apareció en Caballito y puso, frente a 120.000 ojos avarientos, su clase de pura uva. Porque este Moreno es el mismo Moreno que arrancaba a Scarone un juicio definitivo: "Para mí, Moreno es el más grande insider del Río de la Plata..."

Se alistó la ofensiva "millonaria": Muñoz, Báez, Pedernera, Moreno, Loustau (cuentan que a don Antonio Liberti le rodaban en ese instante lagrimones como platos)… y River se tendió a jugar como antes...

Bueno..., me daban por difunto y enterrado... Y creo que había llegado el momento en que yo podía replicarle a cada uno de mis detractores:

—"Los muertos que vos matáis..., gozan de buena salud".

 

(Continuará)

En el próximo número: "Los leones de Guayaquil".

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