¡Habla memoria!

1968 ¡Viva Vélez!

Así tituló El Gráfico su editorial cuando el club Vélez Sarsfield se consagró campeón Nacional de 1968, el primer título de su historia. Hoy se cumplen 50 años.

Por Redacción EG ·

29 de diciembre de 2018
Imagen Las dos W del campeón: Wehbe y Willington.
Las dos W del campeón: Wehbe y Willington.

 


Transcribimos la editorial del director de El Gráfico, Carlos Fontanarrosa, que encabezaba el número de la revista de Vélez Campeón del Nacional 1968:

¡VIVA VÉLEZ!

Llamar “club chico” a Vélez Sarsfield es una barbaridad. Basta ir, caminar y ver lo que es una Institución (con mayúscula) enclavada en la populosa zona con su mismo nombre pero derramando influencia hacia grandes sectores, que podrían ser, con algún pequeño error de apreciación: Flores, Villa Luro, Devoto, Versailles, Liniers, Ciudadela, Ramos Mejía y también Haedo. El Club Atlético Vélez Sarsfield es una de las instituciones deportivas más grandes del país. Se llama “chico” porque en el fútbol del ascenso a “grande” lo determinan solamente los campeonatos ganados. Hoy, Vélez puso el pie en el escalón que lo ubicará entre los elegidos. Pero si vamos más adentro de la cuestión creemos que ese no es un objetivo de la gente de Vélez. Lo demostró pocos días atrás, cuando ante una tentativa de fugaz planteamiento por parte de sus jugadores –que ante la perspectiva de lograr el campeonato hablaron de premios especiales- Vélez contestó con calma pero rotundamente que la Institución no iba a subordinar a la Institución y su marcha ante la posibilidad de un éxito futbolístico. Y como esto lo dijo Vélez, a nadie se le ocurrió discutir o seguir la discusión, porque se sabe y se lo lleva muy demostrado que Vélez está asentado en muy sólidos cimientos morales y sociales. En otras palabras: es MUY GRANDE, en el verdadero sentido de la grandeza; con la fuerza espiritual de dirigentes que vienen de la escuela de Amalfitani, un hombre-ejemplo, que puesto detrás de su club no va a permitir que nada ni nadie roca a Vélez Sarsfield como institución.

Los jugadores de Vélez Sarsfield demoran o retiran sus condiciones; el asunto no va más allá y esos mismos jugadores dan la magnífica demostración de profesionalidad con que acaban de cerrar su actuación de 1968. Nada turbio ni dudoso queda como saldo del hecho. Por el contrario, es la clase de suceso que, superado, deja más firme el andamiaje. Desde hoy saltan a la fama nuevos hombres, se cotizarán más, jugadores que logran por primera vez un campeonato para un club que no lo había logrado antes; le quedan todavía al Club y a sus hombres las puertas abiertas para la consagración internacional. Tal como lo consiguiera Estudiantes. El Gráfico saluda alborozado el éxito de Vélez porque lo considera justo, renovador, pleno de posibilidades futuras, consagratorio para un plantel nuevo. Todo el fútbol se verá fortalecido.

Hoy, domingo por la noche, un rumor de hinchas enfervorizados ha llegado a la redacción. Acompañando a los jugadores campeones que nos visitan, una joven multitud quiebra nuestro normal silencio de trabajo; son las voces incontenibles del éxito esperado. El Gráfico no puede menos que estremecerse también al pensar la conmoción que significa un nombre nuevo, apto y pleno de inquietudes, sumado al gran mundo del fútbol. Vélez culminó su año. No hay que brindar por el pasado sino por el futuro, la copa arriba y ¡Viva Vélez!

Hasta el martes.

FONTANARROSA. (Diciembre de 1968)

Imagen Los que fueron titulares el partido final. Parados: Gallo, Solórzano, Zóttola, Ovejero, Atela y Marín. Agachados: Moreyra, Luna, Wehbe, Willington y Nogara.
Los que fueron titulares el partido final. Parados: Gallo, Solórzano, Zóttola, Ovejero, Atela y Marín. Agachados: Moreyra, Luna, Wehbe, Willington y Nogara.


 

La primera vez tiene un sabor especial, único e inolvidable. El recuerdo que perdura de aquel equipo probablemente no sea tan intenso como el que acompaña a otros campeones de la época. Pero el Vélez del Nacional 68, el bautismo de oro de uno de los clubes con mayor historia del país, ocupa un lugar de privilegio en el relicario del fútbol argentino.

Racing y River se enfrentaron en la última fecha con la obligación de ganar para ser campeones. La Academia, dirigida por el histórico Juan José Pizzuti, que el año anterior se había coronado en la Copa Intercontinental ante el Celtic, había perdido el liderazgo exclusivo una semana antes frente a Colón. Vélez les respiraba en la nuca a los punteros, una unidad detrás, y soñaba con un empate entre ambos para forzar un triangular. El Cilindro de Avellaneda, estiman los historiadores, jamás volvió a llenarse como aquella tarde. Fueron más de 60 mil hinchas a la espera de una corona que quedaría vacante. La igualdad 1 a 1 en el clásico más añejo de nuestro fútbol, el triunfo 2 a 0 del Fortín sobre Huracán, alteró las directrices del fin de año futbolístico. Por primera vez la AFA debió recurrir a un triangular para determinar el campeón.

El Viejo Gasómetro de Boedo fue el escenario elegido. En cancha neutral, todos contra todos. El 19 de diciembre River dio el primer paso hacia el título, derrotó a Racing 2 a 0 y se sentó tranquilo a esperar por Vélez. La obligación era toda del cuadro de Liniers. No es sencilla la tarea de relegar el tiempo. Pero es indispensable para valorar acertadamente la importancia de aquel momento en la historia del Fortín y el fútbol local. A finales de la década del 60 el trono era propiedad exclusiva de los cinco grandes. Solo el Estudiantes de Zubeldía había podido rebelarse la temporada anterior. La concentración del poderío económico, inclusive más que en la actualidad, era la carta siempre a mano de los clubes más tradicionales de la era profesional. Por eso las crónicas de la época, durante gran parte del Nacional, centraron su foco en la suerte de River, Racing y Boca. Pero este escrito no existiría si Vélez no le hubiera puesto un bache a ese dominio.

Imagen Recomendado por Victorio Spinetto, Daniel Willington debutó en Vélez el 25 de Marzo de 1962.
Recomendado por Victorio Spinetto, Daniel Willington debutó en Vélez el 25 de Marzo de 1962.



El 22 de diciembre la fortuna le guiñó un ojo al equipo que dirigía Manuel Giúdice. El arbitro del River-Vélez, un tal Guillermo Nimo, no advirtió la clara mano del defensor Luis Gallo, que se tiró en palomita y desconectó sobre la línea de su arco el cabezazo del defensor millonario Jorge Recio. Iban 35 minutos del segundo tiempo, era penal y la agonía de un sueño precoz. Una semana después llegaría la vuelta olímpica. Sufrida vuelta olímpica. Porque Racing fue un duro escollo para el campeón. Jaime Martinolli, volante de la Academia, puso el 3-2 faltando dos minutos para el final del partido. Omar Wehbe, de penal a los 44 del ST, selló el 4 a 2 definitivo. Liniers era una fiesta.


Aquel equipo era el juego elegante y señorial de Daniel Willington, el estratega, el habilidoso, el del pase inteligente e incisivo, el lungo que sin embargo se las ingeniaba hasta para gambetear. El santafesino nacionalizado cordobés, el del andar parsimonioso y displicente. Seis años antes de liderar la conquista se había calzado la camiseta de la V azulada por primera vez. Wehbe aportó los goles de la campaña. El Turco fue el máximo anotador del Nacional con 16 conquistas. Carlos Bianchi, entonces un jovencito sin tanto roce en primera, alternaba entre los titulares y el banco. El Virrey fue el agregado de goles que nunca debe faltar en un equipo con aspiraciones de campeón. Marcó 7, uno más que Mario Nogara, el otro atacante de peso que tenía aquel equipo.

Imagen Bianchi a los 19 años dando la primera vuelta olímpica del club de Liniers. Alternando como titular y suplente, hizo 7 goles para el campeón.
Bianchi a los 19 años dando la primera vuelta olímpica del club de Liniers. Alternando como titular y suplente, hizo 7 goles para el campeón.


Vélez fue  efectivo y criterioso, sin resignar el lujo ni esa decencia de pelota por bajo que identifica su historia. Jugó, contando el triangular, 17 partidos. Ganó 11 y perdió y empató 3. Tuvo al goleador y al mejor jugador. La clave de aquel campeón estuvo, acaso, en la distribución goleadora de muchos de sus jugadores. Nueve futbolistas se repartieron las casi cuarenta conquistas.

Síntesis partido final

29/12/1968

Vélez 4-2 Racing

Estadio: El Gasómetro

Goles: Antonio Moreyra y Omar Wehbe 3 -1p- (V). Humberto Maschio y Jaime Martinoli (R)

Vélez: José Marín; Luis Gallo, Iselín Ovejero, Eduardo Zóttola y Luis Atela; Antonio Moreyra, José Solorzano y Daniel Willington; José Luis Luna, Omar Wehbe y Mario Nogara. DT: Manuel Giúdice

Racing: Agustín Cejas; Rubén Díaz, Roberto Perfumo, Alfio Basile, Nelson Chabay; Juan C Rulli, Miguel Mori, Jaime Martinoli, Humberto Maschio; Juan C Cárdenas y Roberto Salomone. DT: Juan José Pizzuti.

Fecha 1 y 2 del Triangular
19/12/1968
River Plate 2 - Racing Club 0
Goles: Jorge Dominichi y Oscar Más (R)

22/12/1968
River 1 – 1 Vélez
Goles: Daniel Onega (R), José L. Luna (V)