¡Habla memoria!

1932. José Ribas, el canillita que conquistó al mundo

Ribas se transformó en fondista en el barrio de La Boca voceando el diario. El oficio le obligaba a correr. En 1932 marcó para la historia del atletismo argentino un récord del mundo: el de los 30 km.

Por Redacción EG ·

16 de julio de 2018
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FIGURAS INOLVIDABLES: JOSÉ RIBAS

Lo vemos en su puesto, en esa proa que forman las calles Almirante Brown y Pedro Mendoza, recostado a la pared del café "El Puente", que adorna con revistas y diarios. Allí está, junto al Riachuelo en cuyas márgenes jugara de niño, pues su infancia se alternó entre Avellaneda y la Boca. De noche, ya tarde., vuelve de su reparto de diarios que realiza con un trotecito todavía elástico, y apoyado en la pared se le escucha el abreviado pregón: "¡Dié!... ¡Dié!...". Eso quiere decir "diarios". A veces, a manera de concesión, le agrega un "¡Seeex-táaaa...!". Y vuelve a su "i dié... ¡dié ...!".

 Era canillita y campeón argentino en carreras de fondo. Sigue manteniendo su reparto de diarios y revistas y encuadrado en esa esquina en donde desde hace largos años conserva su parada, su negocio. Vino a nuestro país casi bebé. La circunstancia quiso que naciera en San Pablo en 1899. Pero sus primeros esquives al vigilante en los picados futbolísticos callejeros tuvieron a Avellaneda de escenario. Llegó a jugar por Sportivo Buenos Aires hasta que un día enrumbó al atletismo. ¿Por qué no probarse?... Training tenía... y de sobra. El oficio obligaba a correr. Podía considerarse algo así como un fondista cuyos records no se homologaban.

 

Imagen En 1931 el argentino Juan Carlos Zabala estableció en Viena el record mundial de 30.000 metros, marca que superaría Ribas el 27-5-32 en el club GEBA en Buenos Aires.
En 1931 el argentino Juan Carlos Zabala estableció en Viena el record mundial de 30.000 metros, marca que superaría Ribas el 27-5-32 en el club GEBA en Buenos Aires.


 Era por 1921 cuando tomó esa decisión y apareció en la pista de La Sportiva compitiendo en una carrera de 3.000 metros. Le significó debut triunfal. Ello le indujo a ingresar en el Club Pedestre Argentino, en donde halló en Paradiso el buen consejero, el guía, el que le enseñó a entrenarse y a correr. En 1922 ya era figura de primera fila. Quince años después lo seguía siendo. Campeón argentino de 3.000, 5.000, 10.000; sudamericano en estas dos últimas distancias, llegó a la marca mundial de los 30 kilómetros con 1h.40'57" y la de las dos horas con una distancia de 34.435 metros.

Figura realmente inolvidable esta del canillita que nos diera tantos triunfos, que nos brindara tan gratas emociones y que todavía vemos recostado a su vieja pared desde donde emite cortado y característico pregón: "iDié!... ¡dié!..."

(1945)