¡Habla memoria!

El bautismo de Palermo contra River

En el Apertura 1997 le marcó por primera vez en su carrera. Ese fue el último clásico de Maradona, pero para el Loco se iniciaba una racha de goles y festejos ante el eterno rival.

Por Redacción EG ·

21 de abril de 2009
Imagen El Loco le gana en el aire a Berizzo. El gol fue polémico por una supuesta obstrucción de Bermúdez a Burgos. (Foto: Archivo EG)
El Loco le gana en el aire a Berizzo. El gol fue polémico por una supuesta obstrucción de Bermúdez a Burgos. (Foto: Archivo EG)

Cuando se ronda la cifra de los 200 goles, el ejercicio de volver atrás y recordar los primeros gritos, las emociones en la temprana carrera, se torna complicado. Eso genera Martín Palermo. Si un jugador le a marca 7 goles a su clásico rival, la palabra ídolo asoma inmediatamente en pensamiento. En La Boca hizo realidad ese número el Optimista del gol.

Hay que remontarse hasta 1997, más precisamente al 25 de octubre. El Apertura promediaba la fecha 10 y el Boca del Bambino Veira venía segundo, a un punto de distancia, del River bicampeón de Ramón Díaz y debía visitarlo en el Monumental. No era un clásico más: en el terreno de juego, parado de enganche, iba a estar Diego Armando Maradona. No fue un buen partido del Diez, quien se retiró lesionado en el entretiempo. ¿Quién lo remplazó? Un chico que recién arrancaba. Un tal Juan Román Riquelme.

Pero el personaje principal en esta historia es el Loco. Aquel que volvió de la lesión y liquidó la serie de Libertadores en el 2000. El mismo que empató el partido con su equipo con nueve hombres gracias a un gol de penal en 2006. El Palermo que en aquella noche lluviosa de Núñez le marcaría su primer gol a River.

Boca no comenzó bien el partido, de hecho se fue al descanso 0-1 por el gol de Sergio Berti a los 40 minutos. Pero el segundo tiempo traería revancha: a los dos minutos empató Julio Cesar Toresani, y a los 22 minutos, luego de un corner, llegó el gol de la victoria, made in el Loco.

Así habló El Gráfico sobre Palermo en aquella ocasión: “No la rompió ni mucho menos, pero hizo enloquecer de alegría al Número Doce, metiendo el cabezazo del minuto 67 que penetró como una puñalada en el corazón de River. Tiene el biotipo del clásico punta Xeneize: va bien de arriba, hace sentir su indudable peso físico, muestra de una voluntad inquebrantable para buscar absolutamente todas las pelotas y luchar contra todos (como en la primera parte, cuando quedó solo contra la multitud de rivales que lo neutralizaron). Por si fuera poco bagaje para invadir la piel del fanático Xeneize, jugó su primer clásico y lo definió en la cancha de arriba, ésa que domina a la perfección. Para toda la alegría de su gente. Esa que disfruta con la palpitante y gozosa realidad de década infame en triunfos superclásicos para los Millos: lo tiene de nieto”.

El final del torneo terminó dejando a River como tricampeón y ganador de la Supercopa. Pero de a poco en Boca empezaba a gestarse el ciclo más glorioso de su gloriosa historia. Y Martín Palermo tendría el papel protagónico.

Formaciones:

River: Burgos; Hernán Díaz, Celso Ayala, Berizzo, Placente (Sorín); Monserrat (Cardetti), Astrada, Berti; Gallardo; Rambert (Escudero) y Salas.

Boca: Oscar Córdoba; Vivas (Caniggia), Bermúdez, Fabbri, Arruabarrena; Toresani, Cagna, Solano; Maradona (Riquelme); Latorre (Traverso) y Palermo.

Goles: Berti 40’ (R); Toresani 47’ y Palermo 67’ (B)