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Valores futbolísticos: el Fair Play también es para festejar

El fútbol se enseña desde preinfantiles. Primero se aprende a jugar, después a jugar para ganar, pero pocos enseñan a ganar. En Tokio, el Infantil del Barcelona dio un ejemplo que quedará para la posteridad.

Por Martín Mazur ·

01 de septiembre de 2016
Cómo pegarle de zurda a la carrera; cuándo achicar y cuándo retroceder; cómo relevar cuando suben los dos laterales a la vez; qué hace falta para armar bien la barrera; cómo hacer un 2-1; cuándo gambetear y cuándo pasar y picar al vacío; cómo romper el achique rival; de qué modo dirigirse al árbitro....

El aprendizaje en el fútbol comienza desde preinfantiles y la lista de conceptos para enseñar y de situaciones puntuales de juego es larguísima y probablemente inabarcable. Pero incluso si nos tomáramos el tiempo de listarlos a todos, si hiciéramos el ejercicio borgiano de poder listar hasta al más nimio de los detalles que forman parte de un partido de fútbol, en esa megabiblioteca de enseñanza difícilmente encontraríamos estos enunciados: cómo reaccionar al ganar y qué hacer cuando el rival llora. 

Aprender a ganar


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Por suerte, la escuela de fútbol más popular del planeta, la del Barcelona, generó un ejemplo que explica de maravillas lo que uno debería aprender desde que es muy chico: se aprende a jugar, se aprende a jugar para ganar, pero también hay que aprender a ganar. 

El festejo tras la consagración del Infantil B en este torneo en Tokio dura 30 segundos. Después de la celebración, al ver la reacción de los jugadores japoneses, comienza una escena conmovedora, de la que el fútbol de mayores debería intentar aprender. En Argentina, el campeón mundial de los tumultos post-partido, todavía estamos a tiempo. Siempre estamos a tiempo. 

Ahogar el festejo para consolar al rival