La jornada está aquí

NUNCA DEJE DE QUERERTE

La selección argentina vuelve a jugar con público en el Monumental, un estadio que en algún momento le fue esquivo con la reacción de la gente. Repasamos la última vez que jugó allí.

Por Pablo Bomarito ·

09 de septiembre de 2021

OTRAS ÉPOCAS

La Selección Argentina era un tembladeral.La llegada de Jorge Sampaoli y su fiel ladero Sebastián Beccacece hacía pensar que el equipo encontraría su camino y que los tiempos de tranquilidad y loas llegaban para quedarse. No fue así.
El 5 de septiembre de 2017 la Selección venezolana pisaba el campo de juego junto a la Argentina en un partido que se presentaba como) un trámite: la Vinotinto marchaba última y casi desahuciada.

Las 60.000 personas que habitualmente llenaban el Monumental en los partidos de la Selección Argentina siempre fue tildada de no ser “futbolera”, como si para hinchar para el equipo de tus amores hiciera falta un master o algún título universitario que le diera el certificado de “ferviente admirador”.

Quizás la lejanía del equipo nacional con la gente -el hincha no la ve jugar cada 15 días de local y no forma un vínculo más o menos afectuoso- la hace más propensa a la crítica, el desprecio o el desdén: es un pariente que vive lejos y uno que lo ve de vez en cuando no le presta mucha atención.

El aliento en el comienzo fue atronador, pero con el paso de los minutos, el funcionamiento y el desarrollo fueron cambiando los gritos por el murmullo. Argentina ese día solo pudo rescatar un empate ante el colista de las eliminatorias, aunque debió ganarlo sin sobresaltos, y la reprobación y el descontento no se hicieron esperar. Ese fue un antes y un después.

Nos juntamos en lo de los primos

Para no repetir malas experiencias o la falta de clamor popular,  el 5 de octubre de 2017 la cita con Perú fue organizada en la Bombonera. En rigor de verdad, esa fue la última vez que el equipo argentino jugó con público. Como si fuera un domingo más, la 12 cambió el azul y amarillo suecos  por el celeste y blanco argentino. Bombos, banderas y vinchas.

En los movimientos previos la gente empezó a mimar a la Selección y le brindó un recibimiento digno de un campeón.Pero claro, el fútbol es contagio para bien o para mal, el bostezo y la risa se propagan de la misma manera, pero representan diferentes cosas. El tiro libre de Paolo Guerrero salvado por Chiquito Romero en el último minuto del partido evitó el destrato general, permitiendo la indiferencia: menos atronadora pero más hiriente.

Mi equipo el campeón

La pandemia, que puso en pausa nuestras vidas hizo que todo fuera puertas hacia adentro, sin juntarse, ni amucharse ni envalentonarse con la reacción ajena.
El triunfo de los muchachos de Lionel Scaloni en la Copa América de Brasil, con el liderazgo de Lionel Messi, reseteó el amor de la gente con el equipo argentino. Después de 28 años de tristezas, derrotas e injusticias, el amor volvió a florecer, por más juego que sea si la pelotita no entra, el cariño empieza a menguar.

Páginas caídas, colas interminables bajo la lluvia, acampes y pilotines descartables fueron la decoración de un estadio Monumental que será testigo de la redención y el resurgimiento del amor. Al fin y al cabo es la Selección Argentina y más de uno que la silbó o se desengañó piensa en silencio: “pero si yo nunca dejé de quererte…”

Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio