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Jürgen Klopp, fútbol a todo gas

Divertidas declaraciones de un exitoso técnico ahora en Inglaterra.

Por Redacción EG ·

15 de diciembre de 2015
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El entrenador alemán Jürgen Klopp se incorporó al Liverpool. Codiciado por el planeta fútbol tras su notable desempeño en el Borussia Dortmund, Klopp apuesta a devolverle la gloria a uno de los gigantes ingleses. Un desafío hecho a la medida de su propia audacia. En el arranque de su relación con la prensa local, se le pidió una autodefinición, teniendo como referencia que a José Mourinho se lo conoce como The Special One: “¿Yo? Eh… Soy un entrenador normal. Soy The Normal One…” Sin dudas, se trata de la incorporación más inspiradora de los últimos tiempos en el mundillo de los entrenadores, luego de la de Pep Guardiola al Bayern Munich.

Para refrescar la esencia futbolera que recorre las venas de Klopp, vale recordar este párrafo de una entrevista que le concedió al diario español El País hace dos años: “Mi problema es ser muy emocional. Cuando llegué al Dortmund, dije: ‘Si 80.000 personas vienen cada dos semanas al estadio y en el campo se juega un fútbol aburrido, una de las dos partes, el equipo o los fans, tendrá que buscarse un nuevo estadio’. Muchos de nuestros fans recorren 800 kilómetros para vernos y vivir algo especial. Hay que ir a todo gas. Lo hemos llamado fútbol a todo gas. Queríamos derrochar vitalidad. Preferíamos dar cinco veces en el travesaño que quedarnos cuatro veces sin tirar al arco. Mejor perder. Ese fue el comienzo. Tenés que vincular la gente al club. Los partidos deben tener un efecto más allá del resultado. Todo el mundo sabe que se ha ganado 3-1. Pero lo que se siente es el tiro, el gol, la atajada: eso lo llevás dentro toda la semana. Si ganás 1-0 y el juego ha sido muy vivo, el fútbol queda legitimado. No me interesaría tener a Xavi, Messi y Cristiano en el mismo equipo… Ser el mejor de 'todas-todas' es como si me pongo a jugar al tenis contra una niña de tres años y estoy al otro lado y remato con fuerza, y la niña está ahí de pie con la raqueta…no es divertido. Pero si al otro lado hay un hombre y jugamos al ping-pong, si gano está bien y si pierdo probablemente me haya divertido. Para los aficionados es como una droga. Yo no sólo quiero ganar, ¡también quiero sentir!” 

Nota publicada en la edición de noviembre de 2015 de El Gráfico