Onside

EL PATÍBULO DEL MUNDIAL

Hace 63 años Argentina jugó su primer partido por eliminatorias mundialistas. Esa vez fue derrota ante Bolivia en la Paz por 2-0. Históricamente la clasificación ha sido un camino complejo para la Argentina. Elegimos algunas historias, pero claro, con un final feliz.

Por Pablo Bomarito ·

06 de octubre de 2020

“Primero hay que saber sufrir...
Después amar, después partir...
Y al fin andar sin pensamiento”

Estos versos de Homero Expósito del tango “Naranjo en flor” tranquilamente podrían ser una descripción de muchos pasajes de la Argentina en su clasificación para el Mundial de México 1986. Aquel 30 de junio, el equipo nacional estaba incómodo, apretado, urgido. Cuando dos resultados te depositan en tu objetivo (empate o victoria), puede suceder que te quedes con ninguno.
El "Monumental" estallaba de gente. El recuerdo de las tribunas en la década del '80 nos lleva a pensar que los estadios jamás volverán a estar así. La modernidad, al fin y al cabo, les quito ese aspecto de foro romano. A los 12 minutos del partido, Diego Maradona después de un lateral, desbordó por la izquierda y le puso un centro perfecto a Pedro Pasculli, que de cabeza abrió el camino para el 1-0. La gente se aflojó, ilusionada con no sufrir como otras veces, pero el equipo también. Diez minutos más tarde, José Velásquez estableció el empate transitorio y casi sobre el cierre del primer tiempo, tras un descuido de los centrales argentinos, Gerónimo Barbadillo desparramó a Fillol y convirtió el 2-1 para los visitantes.
Murmullos, silencios, globos sin dueños ni emoción surcando el aire, vendedores de gaseosas parados en las escaleras, dibujaron el retrato perfecto de un destino que olía a dejavú. Justo Perú, el mismo que ya había dejado afuera a la Argentina del Mundial de México 1970, en la cancha de Boca, lo estaba haciendo de nuevo.

Imagen El gol de Gareca a Perú, la llave a México 86'
El gol de Gareca a Perú, la llave a México 86'
 
Pero como en el tango, siempre hay un corte, una quebrada. Jorge Burruchaga, quien había quedado como último hombre en posición de “5”, lanzó un pelotazo a la derecha para la subida de Daniel Passarella, que había dejado el fondo para buscar la heroica. El "Kaiser" desbordó y le dio cruzado, la pelota pegó en la parte interna del palo y caminó por la línea, para que Ricardo Gareca de arremetida pusiera el empate casi en el epílogo de la historia. La Selección de Carlos Bilardo entró por la ventana a la cita en México, pero salió con Diego Maradona en andas y la Copa del Mundo en brazos.

“Y con un pedazo de vida...
Naranjo en flor”

Duro de matar.

Diego Maradona se había hecho cargo de un seleccionado argentino que venía trastabillando las eliminatorias. En su mandato las cosas mucho no cambiaron y otra vez Perú se cruzaba en el camino. Solo servía ganar. No había otra alternativa. De esa manera, la clasificación para Sudáfrica 2010, se iba a definir con Uruguay. El que ganaba entraba directo y el perdedor, a la repesca.
Nuevamente, un estadio Monumental repleto, mojado, húmedo, resbaloso, le daba nuevamente una escenogría especial. La lluvia le daba otro condimento al partido, con el optimismo de la épica en el centro de la escena.
A veces se juega como se vive, otras como se puede. La segunda opcíon fue la que se presentó ese día.
Argentina se puso arriba del marcador ni bien empezado el segundo tiempo por intermedio de Gonzalo Higuaín. Con el 1 a 0, como sucedió 25 años atrás, el estadio volvió descomprimirse y bajar la ebullución.

Imagen Palermo inmortal, sinponimo de la épica
Palermo inmortal, sinponimo de la épica
 
Sin embargo, a dos minutos del final del encuentro, un descuido le permitió a Hernán Rengifo -de cabeza- establecer el empate. Argentina pasó de la épica, a un drama sin solución.
El arbitro dio el descuento. Llovía a cántaros y Argentina estaba afuera del Mundial, pero el muchacho de la película se vistió de héroe. En otro intento desesperado, un rebote de la defensa peruana cayó en los pies de Federico Insua, quien pateó al bulto buscando al arquero, generando un borbollón de piernas que se entremezclaban entre empujarlo o sacarlo, y allí la encontró Martin Palermo para mandarla al fondo del arco y desatar una locura de felicidad y llanto interminable.
El hombre de los finales cinematográficos le dio vida a la Argentina, al menos una más. La última fecha, con la victoria en Uruguay, los de Maradona se clasificaron para a la cita en Sudáfrica y la "Celeste" terminó a la repesca, que luego le daría también su boleto frente a Jordania.

Todo tuyo Leo

Los argentinos fuimos criados creyendo en los hombres “Alfa”, los líderes de la manada, que terminan siendo nuestros salvadores. Maradona, justo él, descreyendo y renegando de esa máxima, talló en piedra una frase inolvidable: “Acá el único salvador que conozco es Bilardo, que se llama Carlos Salvador”.
Para variar, la Selección, nuevamente llegó con el agua al cuello a la última fecha de las Eliminatorias para Rusia 2018. Esta vez no era el Monumental, no era Perú. El rival era Ecuador y en la altura de Quito.

Jorge Sampaoli se había hecho cargo del equipo, viejo anhelo de los dirigentes, jugadores y gente en general, más allá de cómo haya terminado su ciclo. Otra vez a todo o nada, y por un corto periodo tiempo fue nada. Antes del minuto de juego, Ecuador ya ganaba 1 a 0 con gol de Romario Ibarra, y desató las caminatas de Jorge hacia ninguna parte al borde del campo de juego.

Imagen Messi el salvador en Ecuador
Messi el salvador en Ecuador

Sin embargo, Lionel Messi -como le gusta a la mayoría de los argentinos- tomó la lanza y se hizo cargo del naufragio. A los 12 minutos, un desborde de Di Maria le dio la chance a Leo de poner el empate. No hubo festejo, el crack del Barcelona agarró la pelota y demostró que ese partido era personal.
Depués llegaría el segundo y el tercero, todos obras de él, acallando a propios y extraños, y por un ratito desafiando la máxima de Diego en 1985, el único "salvador", ya no era solamente Bilardo.

El elenco nacional encara una nueva eliminatoria, ahora con Lionel Scaloni como entrenador. Ingresa en ese patíbulo donde todos son iguales y solo unos elegidos llegan al cielo, que en esta oportunidad queda en Qatar.

 

Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio