LA NUEVA NORMALIDAD
La debacle del Barcelona en esta Champions League, y en el último tiempo, es una luz roja que se enciende. La imagen del equipo que conocimos, ya no será más. Algo nuevo asoma en el horizonte.
Més que un club
Lionel Messi era un chico tímido, que venía del interior del interior de Argentina, Rosario más exactamente. Acompañado por sus padres, encontró en el Fútbol Club Barcelona un nuevo hogar que lo adoptó. A sus 13 años y con sus valijas a cuestas, su flamante equipo se hizo cargo del tratamiento para favorecer su crecimiento. Gerard Piqué, con quien compartió la cantera, alguna vez declaró: “Era muy bajito, casi no hablaba y nadie podía imaginar la que nos iba a liar”.
Es, fue y será leproso hasta los huesos, pero el tiempo le demostró que puede compartir su amor futbolístico.
Esa apuesta que llegó de la Argentina no solo cambiaría para siempre Cataluña, lo haría con el mundo y con todo lo que pasara por sus manos, o pies mejor dicho.
Antes de él
Nadie pone en duda lo que era el Barcelona. En los 95 años de vida, cuando Messi se gestaba futbolísticamente en las entrañas de la Masía, la gloria estaba en sus vitrinas.
Un total de 59 títulos, entre nacionales e internacionales, un rival menor en la ciudad como el Espanyol y un gigante que opacaba todo: Real Madrid.
Después de él
Por ese entonces, era tiempo de los “galácticos”. Con Zinedine Zidane a la cabeza, los madrileños de la Casa Blanca arrasaba con todo lo que se le ponía por delante. Pero todo cambio. El DT holandés Frank Rijkaard envió a la cancha al pibito con la 14, un tal Lionel Messi, en un amistoso ante el Porto del que sería unos de sus archirrivales: José Mourinho.
De allí en más, “Leo” no paró más. Rompió récords, locales, internacionales, personales y grupales. La comparación con Diego Maradona fue inevitable, pero esa es otra historia. Creció, ganó, perdió, sufrió. A los 59 títulos en 95 años de vida, Messi le sumó 34 más en tan solo 16 temporadas de reinado. Pero algo se viene rompiendo hace un tiempo, algo que cruje y terminó de explotar el pasado 14 de agosto, frente al Bayern Munich y un resultado lapidario que empaña su rica historia.
Rápidamente, con él
Humillación, desesperanza. Messi está sentado en un banco del vestuario, vestido del héroe blaugrana que es. Ter Stegen tiene la vista perdida, la postal no es la habitual. Es mucho más que una derrota abultada, histórica, pírrica. Es el fin de una era de felicidad. Nunca había pasado algo así, no hay manual para las crisis, que como dicen en el campo “vienen a caballo y se van a pie”.
Ya no está Quique Setien, ya se marchó Éric Abidal. La escuela holandesa como respuesta a todo, la panacea de los griegos, el remedio universal.
En sus 111 años de historia, el Barcelona afronta su desafío más importante. No perder la nueva normalidad que Messi les regalo en los últimos 16 años.
Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio