Onside

Guido Pella, pim, pum, pam

El tenista argentino en respuestas cortitas y… ace.

Por Redacción EG ·

27 de febrero de 2017
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Cuando me enojo... soy muy calentón. Pero aprendí a controlarme. Antes, no había retorno.

Mi ídolo en mi infancia era... Michael Jordan. Por ahora, nunca me lo crucé.

El mejor lugar que conocí por trabajo es... Montecarlo. La gente de ahí vive una realidad diferente a la del 99% de las personas.

Amo... jugar a la PlayStation.

Detesto... cuando me molestan.

En mi tiempo libre... me gusta leer, escuchar música y, cuando estoy en mi casa, juntarme con mis amigos.

No me pueden faltar... ni la Play ni la Coca-Cola. De hecho, me adapté a tomar la light.

Mi comida preferida... las milanesas con puré que hace mi mamá, Charo.

No entiendo nada sobre... política.

Mi defecto es... callar, guardarme cosas. Si uno no dice lo que piensa en mi profesión, te pasan por arriba. Entonces, hay que hablar enseguida para evitar que se arme la bola. Esto lo he mejorado mucho.

Pocos saben sobre mí... que, cuando tengo unos días libres en Estados Unidos, me encanta irme a Orlando, a los parques de Disney y de Universal.

Mi lugar en el mundo es... Bahía Blanca, mi ciudad.

Le tengo miedo a... la muerte.

No duermo sin antes... usar la computadora un rato.

Mi sueño es... ganar un torneo de Grand Slam.

Otro bahiense para la historia
“Ahora tengo que pensar en otro sueño, porque la Davis ya está”. Pella, uno de los integrantes del equipo argentino que logró la Copa, lo reconoce al comenzar su última respuesta y prosigue: “Empecé a caer, pero va a pasar un tiempo hasta que tomemos dimensión. Es muy fuerte saber que fuimos los primeros en ganarla, y eso no va a cambiar en la historia. Me llena de orgullo”.

Guido arrancó desde chico con el tenis en su Bahía Blanca natal. En 2004, se mudó a Buenos Aires para trabajar en la academia de Fabián Blengino. En 2006, sumó sus primeros puntos de ATP; en febrero de 2007, fue sparring por Copa Davis –en la serie ante Austria–; en 2013, terminó la temporada por primera vez entre los 100 mejores del mundo en singles; en 2016, rompió los protocolos: alcanzó su mejor ranking tras ser 39 y debutó en la Davis y la conquistó.

El zurdo, de 26 años, se traza objetivos para este año: “Mi idea es superar mi mejor ranking y lograr mi primer título individual. Quiero crecer aún más, que es la clave para mantenerse”.

Nota publicada en la edición de enero de 2017 de El Gráfico