Personajes

Carlos Sánchez, personaje del año

Con su dinámica, calidad, goles decisivos y despliegue físico, el uruguayo se transformó en el jugador más importante de un River que arrasó en 2015 con las competencias continentales. También se erigió en figura de la Celeste y llegó a estar preseleccionado para el Balón de Oro.

Por Diego Borinsky ·

30 de enero de 2016
Imagen Carlitos, el hombre más importante del ciclo de Gallardo, figura en su selección.
Carlitos, el hombre más importante del ciclo de Gallardo, figura en su selección.
-Vamos a poner las cosas en claro, Carlos: ¿vos sabés por qué estás acá?

-Sí, Marcelo, porque tengo la ilusión de triunfar acá y vos querés que me quede.

-Mirá, yo te conocía a vos como un motorcito que corría y corría y ahora te pensás que podés jugar parado. Si seguís así, te vas a quedar seis meses de vacaciones hasta fin de año, porque no vas a jugar. Y a fin de año te vas a tener que ir. Ayer inventé un delantero para que juegue en tu posición, no sé si te diste cuenta –cerró el Muñeco, siempre clarito y de frente.

El delantero al que se refería era Sebastián Driussi, al que había puesto de volante por la derecha contra Ferro, por la Copa Argentina, en el estreno oficial de Gallardo como DT de River. Sánchez vio los 90 minutos desde el banco.

-Me daba la impresión de que Carlos no se estaba mirando al espejo –retoma hoy Gallardo–. No corría, rezongaba, estaba fuera de forma. Le hice ver sus virtudes y defectos. El jugador debe reconocer sus defectos, si no, no tiene posibilidad de avanzar. Lo corrí al medio, de interior, para poder hacer la triangulación y para que le pasara Mercado por afuera. Y al final, Sánchez terminó siendo uno de los grandes aciertos. Eso pasa cuando vos ves que el jugador se compromete.

-¿Cómo conseguiste que cambiara y mejorara tanto?
-Le ofrecimos herramientas. El gran problema de Carlos era que corría mucho con la pelota. “Si vos corrés con la pelota, todos te están mirando. Al que no lleva la pelota no lo mira nadie. Tenés que empezar a correr sin pelota”, le propuse. Yo no lo quería para que fuera el conductor, justamente quería lo contrario: que nos diera la sorpresa que sabía que podía tener. Encima había evolucionado técnicamente, y entonces resolvía mejor y sus apariciones por sorpresa terminaban casi siempre en gol. Por un trabajo de todo el equipo de ocupación de espacios, Carlos empezó a aparecer también por el otro lado. Si vas siempre por la derecha, te marcan más fácil. Si en cambio no le das referencias al rival, se le complica.

La transcripción del diálogo y la explicación del DT de River forman parte de Gallardo Monumental. Vida, pensamiento y método de un líder, la biografía del Muñeco, que está en la calle desde diciembre. Y nos sirve para poner en evidencia cuán importante puede ser un entrenador en la carrera de un futbolista. Hasta la llegada de Gallardo a River, a mediados de 2014, Carlitos Sánchez era un volante con dinámica, carrilero que se desordenaba un poco y caía en lagunas importantes. Tras sus buenas actuaciones en Godoy Cruz, arribó a River para disputar el Nacional B, entre otras cosas porque su entrenador, Matías Almeyda, lo había padecido en los duelos con el Tomba, tratando de frenarlo. Fue una pieza muy importante en el regreso a Primera, jugando 34 de los 38 partidos, y convirtiendo 4 goles (1 gol cada 8 partidos). Ya en la A, no sintonizó con Ramón Díaz y debió exiliarse en el Puebla de México. Allí jugó de segunda punta y de enganche, pulió la técnica. Finalizado su préstamo, en junio de 2014, el club mexicano decidió no hacer uso de la opción de compra y debía regresar a River junto a otros 16 compañeros. Gallardo le subió el pulgar, como a Rodrigo Mora. En una de las primeras charlas, le mostraron a Carlitos dos videos: uno de su etapa en River y otro de su ciclo en el Puebla, donde volvía caminando, como Riquelme, tal como se lo expresaron. Sánchez notó la diferencia, prometió parecerse más al primero que al segundo, pero en los entrenamientos no lo mostraba. Y por ese motivo, un día después del debut oficial de Gallardo en River, llegó un nuevo diálogo, esta vez con formato de ultimátum. Y ahí sí Carlitos hizo el clic. A tal punto lo hizo que se transformó en el mejor futbolista de River de la era Gallardo. Debutó en la Celeste con 30 años, cuando antes no había integrado ni siguiera una selección juvenil. Se transformó en un todocampista, capaz de lanzar los mejores centros por derecha, definir de tijera, de cabeza o ingresando por izquierda, libre de marca. No se lesionó nunca. Jugó casi todos los partidos. Pasó a ser uno de los futbolistas más importantes de su selección. A meter goles en una cantidad inusual para un mediocampista: 18 en 66 partidos en River, a un promedio de un gol cada 3,7 encuentros. Y además, a meterlos especialmente en las finales: 2 a San Lorenzo en la Recopa, 1 a Tigres en la Libertadores, 1 a Gamba Osaka en la Suruga. Y, aunque parece un detalle menor pero para un River traumado históricamente con los penales no lo es, se hizo cargo de ejecuciones calentísimas. A Boca, en la Libertadores, a la postre el gol de la clasificación a cuartos; a Tigres, para asegurar la final en el Monumental. Tan bueno fue lo que hizo Sánchez que la FIFA lo incluyó en una primera lista de 59 preseleccionados al Balón de Oro. Junto a Paolo Guerrero, de Corinthians, fueron los únicos dos distinguidos entre los clubes sudamericanos. Por eso también se ganó esta mención en El Gráfico como deportista del año.

Por Diego Borinsky / Foto: Alejandro Del Bosco

Nota publicada en la edición de enero de 2016 de El Gráfico