Personajes

Ricardo Centurión, diez desafíos para el nuevo diez

Se animó a pedir la camiseta que dejó vacante Carlitos Tevez y está dispuesto a demostrar que puede ser el jugador distinto del Boca modelo 2017. ¿Lo logrará?

Por Martín Mazur ·

09 de marzo de 2017
Imagen El festejo contra Estudiantes, tras una apilada descomunal, en la apertura de la Copa de Oro de Mar del Plata.
El festejo contra Estudiantes, tras una apilada descomunal, en la apertura de la Copa de Oro de Mar del Plata.
Con la confirmación de la salida de Tevez, Boca inició un verano diferente. Su máximo ícono ya no está, pero el campeonato que Boca puntea sigue estando. Podrá recomenzar un poco antes, o un poco después –por la complicada situación económica que rodea a la AFA–, pero cuando reinicie, faltará la referencia de Carlitos. Y tampoco llegará un reemplazante medianamente parecido en términos de cartel e idolatría. Los Mellizos ya lo tienen claro y apostaron todo al 10. Y el nuevo 10 es Ricardo Centurión. “No sé si en el campeonato la puede usar, pero hoy la usó bien”, le dijo Guillermo Barros Schelotto a Marcelo Benedetto en el epílogo de la transmisión de Boca-Estudiantes, convincente debut del equipo y de Centurión, figura de la cancha. El abanico de desafíos que le espera al nacido en Avellaneda es amplio y variado. ¿Estará a la altura de lo esperado? 

1) Continuidad
La primera novedad del año es que, sin Tevez y sin rotación posible, ya que Boca no juega Copas internacionales, Centurión seguramente tendrá la continuidad total que no tuvo desde su llegada: empezó de titular, pero luego perdió el puesto y terminó siendo una muy útil pieza de recambio que le imprimió velocidad a los últimos tramos de los partidos, como por ejemplo ante River, en el Monumental, en el que metió el último de la goleada 4-2. Empezó desde el arranque en 8 partidos y entró en 5. Ahora, el objetivo serán los 90 minutos cada semana. Y no es un desafío menor, para un jugador que no dispuso de continuidad real desde su época en Racing. Aunque en verdad, quizás sean menos de los 90: en promedio, Centurión fue reemplazado en uno de cada dos partidos que jugó de titular, casi siempre con el partido definido (4-1 a Quilmes, 3-1 a Belgrano y 1-0 a Quilmes; la única excepción fue su reemplazo con el partido 2-2 contra Atlético Tucumán en la Bombonera). 

2) Asumir el rol 
Sin Tevez, Fernando Gago aparece como el líder futbolístico natural y único referente auténtico en el vestuario, pero mientras el primer pase de Gago sigue siendo fundamental para la construcción y el juego fluido del equipo, a Centurión le queda la etiqueta de jugador distinto, capaz de romper esquemas, apilar jugadores y provocar avalanchas con sus arranques. La 10 del verano ya dejó una pequeña historia: Centurión primero dijo que la elección del número fue “consensuado con el técnico”, aunque luego confesó que se encontró con la camiseta esperándolo en su lugar en el vestuario. Pero Guillermo, con una pícara sonrisa, dijo otra cosa: “No, yo no lo decidí, me la pidió él. Es una camiseta que tiene mucha historia, la usó Maradona, la usó Riquelme, ahora la usó Tevez, y es bueno que la quiera”. También es un síntoma de responsabilidad: Centurión, habiendo pedido la 10, está mandando el mensaje de que quiere asumir el rol de jugador distinto, para el que le sobran condiciones. Hasta ahora, cuando tuvo esa responsabilidad de ser figura, en Genoa y en el San Pablo, no logró pasar la prueba.

3) Carácter
A la gestión de un gran talento muchas veces se le superpone el mal carácter. La explosividad en la cancha es deseada y buscada: la explosividad en las reacciones debe ser trabajada y controlada, para evitar impulsos desmesurados y contraproducentes, como el que tuvo ante la provocación de Teo Gutiérrez en el último Boca-Central. Siempre y cuando, esto no altere el gen de su juego. “Todos decían que yo era muy bueno a pesar de mi carácter, pero yo digo lo contrario; si fui muy bueno fue gracias a ese carácter. Sin ese volcán interior, esa fuerza que te obliga a levantarte contra todos, yo no habría podido llegar”, expresó el italiano Paolo Di Canio, jugador explosivo si los había, en su autobiografía. Un caso parecido fue el de otro que llenó de chispas las canchas inglesas, Eric Cantona, al que los rivales iban a buscar para sacar de quicio. Y muchas veces, lo lograban. “Cuando las gaviotas siguen a un pesquero, es porque piensan que van a tirar sardinas al mar”, fue su definición sobre sí mismo. El 10 de Boca, con o sin número en la camiseta, debe aprender a contar hasta 10. 

Imagen Recontra enchufado durante la pretemporada, bajo la atenta mirada de Walter Bou, un socio en la cancha y para los bailecitos de festejo.
Recontra enchufado durante la pretemporada, bajo la atenta mirada de Walter Bou, un socio en la cancha y para los bailecitos de festejo.
4) Vida privada 
El accidente automovilístico que protagonizó a la salida de un boliche, en el que dejó su BMW y escapó a pie tras chocar a otros dos autos, fue la tarjeta amarilla que necesitaba para acomodarse a lo que es Boca. En otro contexto, y más siendo un jugador a préstamo, podría haber significado la roja directa. Pero su dedicación en los entrenamientos jamás se puso en duda, tal y como remarcó el DT después de aquel incidente.  Luego siguió el episodio con el video del boliche y las fotos frente al espejo que se propagaron en la web. “Tienen que ser inteligentes, voy a hablar con los jugadores, deben saber que no hay más privacidad con el celular”, en su momento dijo el presidente Daniel Angelici. En noviembre, Centurión y su primo fueron increpados por un barra de Racing en Avellaneda. El jugador no contestó pero sí saltó su primo, quien recibió una paliza. Terminaron declarando en la comisaría. Manejar el mundo Boca no es fácil, como bien se encargó de aclarar Tevez, pero manejar el mundo Centurión, tampoco. “Sigan hablando”, fue lo que tuiteó el volante en su momento. Y amplió el posteo con una foto: “Los envidiosos inventan los rumores, los chismosos los difunden y los idiotas se los creen”.

5) Posición
Cuando Boca finalmente se había asentado y decantado hacia un esquema, después de innumerables experimentos para encontrarle la posición a Tevez, ahora debe encontrar el esquema sin Tevez. Y Centurión aparece como el comodín capaz no solo de asumir la responsabilidad, sino también de hacer variar el dibujo táctico, sin hacer modificaciones de nombres. Siempre con el vértigo como lenguaje, puede jugar como un enlace; también desempeñarse por derecha o por izquierda, y quedar más de punta para definir los partidos de contra. ¿En cuál de todos arrancará? Todo dependerá de lo que decida el Mellizo, especialmente en cuanto a sus dos 9, Benedetto y Bou, ambos con un promedio de gol y actuaciones que abren el debate: ¿no deberían jugar juntos? 

6) Inteligencia táctica
Como todos los buenos jugadores, Centurión se acopla a cualquier esquema, aunque su misión sea precisamente romperlo. Y en ese sentido, la estaticidad para adherirse a una posición fija es lo que más le puede jugar en contra: si el negocio está por izquierda, debe estacionarse allí: si es por derecha, lo mismo. Lo que más lo perjudicaría sería tener que asumir un rol de generador de juego de espaldas, donde lo máximo que puede generar son faltas a favor. Su negocio es tener la cancha de frente e interactuar con sus socios: Pavón, Bou o Benedetto y los laterales que se sumen por sorpresa.

7) Gol
Sus cinco goles en partidos oficiales para Boca marcan una novedad: nunca había logrado meter más de 4 goles en un torneo corto (con Racing). El desafío será el de llegar a los dos dígitos: hasta ahora nunca lo logró en una temporada. A este ritmo, y con la frecuencia que pisa el área chica contraria, daría la impresión de que va en camino a hacerlo por primera vez. Y así también lograría, desde las estadísticas, acercarse a la frecuencia goleadora de Tevez (9 goles en 2016).

8) Autoprotección
El caso no deja de ser curioso. Hace apenas dos años, en enero de 2015, Centurión fue víctima de una patada criminal de Leandro Marín que pudo haberle costado muchos meses de recuperación. Era un partido caliente, donde el Racing de Centurión se floreaba a costa de chiches innecesarios. Y es precisamente algo en lo que el propio Centurión no muestra una evolución clara: por sus arranques en velocidad será siempre uno de los jugadores más espectacularmente golpeados, pero también, en muchas ocasiones es uno de los jugadores que más se autoinfringe el castigo ajeno, al no largar la pelota y hacer algunos lujos que provocan tapones de punta. Si en algún momento de un partido sirve como carnada para generar tarjetas a un jugador al borde de la expulsión, vaya y pase. Pero en muchos casos, Centurión se convierte en un torero sin capa. O sea, un blanco facilísimo y altamente expuesto, y las patadas que recibe no siempre se canalizan en energía negativa del rival, sino que muchas veces propician las reacciones y el nerviosismo de sus compañeros. Un tema que, mal gestionado, puede terminar jugando en contra.

Imagen Postal repetida: Centurión pica; el rival, en este caso Damonte, le toma la chapa.
Postal repetida: Centurión pica; el rival, en este caso Damonte, le toma la chapa.
9) Permanencia
Durante los últimos días de enero, Centurión dejó la pretemporada de Boca para hacer un trámite con el visado de trabajo en Brasil. Fue un buen recordatorio de que el jugador se encuentra a préstamo y su pase le pertenece al San Pablo. Mientras en Boca se sigue de cerca la posible (¿no?) renovación de Gago y el armado del segundo semestre, diferir hasta último momento la situación de Centurión podrá ser contraproducente a medida que sigan creciendo sus actuaciones. Su opción de compra es de 6,5 millones de dólares. 

10) Proyección
Con Di María crecientemente apuntado por sus prestaciones en la Selección, y un técnico que dirigió y defendió a Centurión en San Pablo, el interrogante queda planteado. ¿Hay muchos jugadores que ofrezcan el cambio de ritmo que tiene Centurión? Ante una situación en las Eliminatorias que puede oscilar entre ajustada, complicada o crítica, ¿no es un hombre potencialmente convocable, un revulsivo necesario de los que no abundan? Con la 10 de Boca, real o virtual, las responsabilidades aumentan, pero también las posibilidades. Y Centurión, el que la pidió, lo sabe mejor que nadie.

Por Martín Mazur

Nota publicada en la edición de febrero de 2017 de El Gráfico