Primera División

Independiente(mente) de la derrota

Una nueva frustración contra Racing, un presente que preocupa y un futuro que todavía puede ser peor.

Por Panqui Molina ·

11 de julio de 2022

Perder el clásico contra Racing es lo menos malo de todo lo que le pasa a Independiente. Quizás sea el resumen perfecto para describir la realidad. Es un club dormido en los laureles, que naufraga en la mediocridad desde hace un tiempo, con una comisión directiva que lo conduce sin la legitimidad de los votos desde diciembre a la fecha. 

Nadie puede sorprenderse con este presente. Es la consecuencia de una sucesión de decisiones erradas que empiezan en lo institucional y se trasladan a lo futbolístico, con planteles que se desvalorizan año a año. Por citar un caso, ante la necesidad de achicar deudas y hacer caja, a principios de 2022 se fueron Fabricio Bustos, Alan Velasco y Silvio Romero. En sus lugares llegaron Alex Vigo, Damián Batallini y Leandro Benegas. Los resultados, y sus pobres rendimientos, están a la vista. Como si fuera poco, el club está lejos de equilibrar sus finanzas. 

La comisión directiva goza de la complicidad de una Justicia que no tiene ningún apuro en llamar a elecciones. La oposición, con alguna dificultad para presentar las listas, parece más interesada en negociar una unidad para contar con un resorte del poder que en construir un espacio alterno. Con esa resignación conviven los socios, desencantados con la gestión que fue ratificada en 2017 con el 89% de los votos. No alcanza con su reclamo cada vez que el equipo juega de local.

En 2013, Independiente descendió a la B Nacional y 9 años después parece estar viviendo un deja vu. En lo institucional reina el desconcierto. Si hoy no tiene problemas con el promedio es porque a la Liga Profesional le sobran equipos y los que pierden la categoría son solamente dos. La actual campaña de Eduardo Domínguez (23 puntos en 21 partidos) puede condicionarlo a futuro.  

Independiente perdió contra Racing en 5 de los últimos 6 clásicos. Para encontrar un registro semejante hay que remontarse a 72 años. Incluso en sus años más críticos el Rojo ha sabido ganar. En el Apertura 2010 y en el Clausura 2012, torneos en los que salió último, y en el Final 2013, cuando descendió, sumó de a tres contra la Academia. Ahora no puede consolarse ni contra el rival de toda la vida, al que le lleva 22 partidos de diferencia en ligas porque gracias a los formatos insólitos de los torneos organizados por AFA, los clásicos de la Copa de la Liga (el 1-0 de 2021 con Vigliano como protagonista estelar y el 2-1 de este año) no son tenidos en cuenta en ese historial.  

En el partido de ayer no pudo reponerse de la adversidad y nunca tuvo la rebeldía ni el amor propio contra un rival que lo respetó demasiado. La entrada de Tomás Pozzo fue lo único rescatable de una tarde para el olvido.  

La apatía es una constante del ciclo de Eduardo Domínguez, que cumplirá 30 partidos contra Rosario Central si es que permanece en el cargo. El caos institucional y sus buenos pergaminos le sirvieron al entrenador para no agotar la paciencia de un Libertadores de América Ricardo Enrique Bochini que no tiene problemas en manifestar el enojo y la bronca desde temprano. 

En la Copa de la Liga no pudo superar la fase regular, quedó eliminado de la Copa Sudamericana contra rivales de segundo orden, perdió los dos clásicos contra Racing (cuesta encontrar en la historia un DT que lo haya logrado en un mismo ciclo) y está lejos de la pelea en la Liga Profesional. 

 

Imagen Eduardo Domínguez perdió los dos clásicos contra Racing que dirigió (FOTOBAIRES)
Eduardo Domínguez perdió los dos clásicos contra Racing que dirigió (FOTOBAIRES)
 

En lo futbolístico, el equipo pocas veces supo mostrar una idea de juego y superar con claridad a los rivales. Tampoco pudo ganar un partido bisagra y mucho menos aprovechar el envión en aquellos encuentros en los que se impuso con lo justo. Después de Estudiantes y Atlético Tucumán por Copa Argentina, cuando era necesaria una ratificación, llegó la decepción contra Patronato.

Las decisiones de Eduardo Domínguez parecen más ligadas a un manotazo de ahogado o a buscar un golpe de efecto. Por citar algunos ejemplos, respaldó a Sebastián Sosa contra Platense después del grosero error contra Patronato, Batallini pasó de suplente a titular y salió a los 39 minutos. Hachen, con un puñado de entrenamientos, relegó a Alan Soñora, acaso uno de los pocos jugadores del plantel con capacidad de asociarse y juntar pases.  

Es cierto que el contexto no ayuda. Los refuerzos llegaron con el campeonato empezado y se le han ido jugadores libres que consideraba titulares. Pero a todo lo malo, Eduardo Domínguez lo empeoró. Si se va él, ¿quién viene? La misma pregunta corresponde en el orden dirigencial. Lo malo de Independiente es que lo peor siempre está por venir. 

En diciembre se cumplirán 20 años de la conquista del último torneo a nivel local. Nunca en la historia se dio una sequía así. Como si fuera poco, en ninguno de los torneos siguientes Independiente pudo alcanzar ni siquiera un podio. Se ilusionó en algún pasaje de la temporada 2009/10 con el Tolo Gallego, pero tanto en el Apertura como en el Clausura tropezó en las últimas fechas. Acotando la racha al mandato de los Moyano (desde 2014) solamente con Falcioni en 2021 se encontró líder durante un breve período, pero al entrenador le faltó ambición para asumir el protagonismo. 

Salvando las enormes diferencias, River aprendió la lección y pudo refundarse después de perder la categoría. Con Marcelo Gallardo ganó más títulos internacionales que en toda su historia. Independiente pareció encontrar la solución a sus problemas en los tiempos de Ariel Holan, pero equivocó los caminos. 

La conquista de la Copa Sudamericana 2017 lo revitalizó, la octava Libertadores pasó a ser el objetivo inmediato y en 2018 compitió hasta que lo dejaron. El club que participó solamente 5 veces (1990, 1995, 2004, 2011 y 2018) en 32 años en el torneo que lo tiene como más ganador desde 1973 pretendió recuperar la gloria de un día para el otro. El éxito confundió tanto que terminó siendo efímero. 

Después de eso, no hubo alternativa ni bases sólidas. Así hasta llegar a este presente, en donde lo menos grave es perder una vez más contra Racing. 

FOTO DE PORTADA: FOTOBAIRES