Primera División

COPA DE LA LIGA: RADIOGRAFÍA DE LOS SEMIFINALISTAS

El fútbol argentino busca a su campeón, que saldrá entre Independiente-Colón y Racing-Boca. Fortalezas, debilidades y razones para ilusionarse de cada uno.

Por Panqui Molina ·

30 de mayo de 2021

 

 

EL SUEÑO ROJINEGRO

 

Colón resultó el mejor equipo de la Zona 1, con 25 puntos. Fue de mayor a menor, con un arranque demoledor con 5 triunfos en fila y un buen colchón de puntos que le permitió clasificarse incluso cediendo puntos en la recta final de la definición. Llega descansado y sin exigencia física. El último partido lo jugó el sábado 15 de mayo. Fue la victoria contra Talleres por penales, que significó el pase a las semifinales de la Copa de la Liga.  

La solidez defensiva es una de sus principales características. En 7 de las 13 fechas de la fase regular no le marcaron goles. En la zaga central tiene un problema doble: a la ausencia de Paolo Goltz, desgarrado, se le suma la de Bruno Bianchi, también por lesión. Ante este panorama crecen las acciones de Lucas Acevedo. 

Toda la esperanza está puesta en el Pulga Rodríguez, la figura indiscutida del equipo y autor de 7 goles (casi todos golazos, como acostumbra) en lo que va de la Copa de la Liga. Su carisma y sencillez lo transformaron en un personaje querible para el mundo del fútbol. No solo es el terror de los rivales, también lo es para los árbitros, que deciden cerrar las piernas para evitar papelones en cada sorteo de capitanes. 

 

 

La historia de Colón conoce de logros importantes e hitos destacados, como el recordado triunfo al Santos de Pelé en 1964 en un amistoso con motivo de la celebración del ascenso a la segunda categoría. En 1997, de la mano de Pancho Ferraro, fue subcampeón del Torneo Clausura y debutó a nivel internacional en la Copa Conmebol, en donde llegó hasta semifinales. También le ganó, justamente, a Independiente el repechaje para ingresar a la Copa Libertadores 1998. En 2018 hizo historia en el Morumbí al convertirse en el primer equipo que le gana al Sao Paulo en su estadio. 

A lo largo de toda su historia, Colón no pudo ser campeón de manera oficial, más allá de los títulos en la Liga Santafesina y dos campeonatos no regulares (Copa de Honor "Juan Domingo Perón" 1950 y Campeonato de Segunda División 1965). En 2019, dirigido por Pablo Lavallén, estuvo cerca de la gloria. Llegó hasta la final de la Copa Sudamericana y perdió la final contra Independiente del Valle en Asunción. Eduardo Domínguez había hecho lo propio con Huracán en 2015, cuando fue derrotado en los penales por Independiente Santa Fe. 

A fuerza de sobriedad y perfil bajo, Eduardo Domínguez ya dejó escrito su nombre en la historia del Sabalero: por primera vez en la historia ganó 5 partidos seguidos en condición de visitante. En el ciclo anterior ya tenía en su haber el récord de 7 victorias de manera consecutiva. Ahora va por el logro que le falta a Colón: la primera estrella de la historia. 

 

CON LA HISTORIA A CUESTAS

 

Las bajas por Coronavirus fueron marcando el rumbo de Independiente y diagramando el equipo, que varió en el tiempo. Llegó a ser dirigido por 4 entrenadores diferentes a lo largo del semestre. Parecía que el esquema con 5 defensores no se negociaba. Comenzó encontrando resultados a partir de su orden defensivo, luego puso en riesgo su clasificación con una pobre cosecha en la recta final y la necesidad y la obligación lo llevaron a jugar 4-3-3.

En el cruel episodio vivido en el aeropuerto de Bahía es posible identificar el quiebre que marcó un antes y un después en Independiente, eso que a veces un plantel necesita para revelarse ante la adversidad. En adelante, mostró el fuego sagrado y el amor propio para sobreponerse, aspectos ausentes en los años anteriores en donde al equipo le costó dar el salto en momentos puntuales y determinantes.

Así se encadenó una serie de buenos resultados, con clasificación a cuartos de final de la Copa de la Liga incluída, gracias al triunfo contra Huracán, en uno de esos partidos necesarios para sacar a relucir el temple y carácter. A semifinales llegó luego de la victoria contra Estudiantes, con Sebastián Sosa como figura estelar. También avanzó en la Copa Sudamericana.

 

 

La imagen de Julio César Falcioni levantando el dedo índice y mirando el cielo, en homenaje a su mujer, conmovió a propios y extraños. También hay razones futbolísticas para justificar los motivos que lo trajeron hasta acá. En la efectividad de Sosa en los penales, la confianza que transmite Insaurralde y la capacidad goleadora de Silvio Romero se basa la esperanza de Independiente. Alan Velasco está ante la posibilidad de dejar de ser promesa para convertirse en una realidad. La ausencia de Saltita González lo obliga a probar con Gonzalo Asis en un puesto clave para el aporte de dinámica e intensidad del equipo. 

El Rojo está a 180 minutos de la gloria (210 si la final va a tiempo extra). Desde 2002 que Independiente no se consagra campeón de un torneo local. Si bien la Copa de la Liga cuenta como Copa Nacional (en donde el Rojo no gana desde 1939), suma puntos para los promedios y para la clasificación a las competencias internacionales, internamente prefieren no dar lugar al debate y enfocarse en la cercanía con un logro tan impensado como necesitado. 

 

 

DE LA DESCONFIANZA A LA ILUSIÓN

 

En la reprogramación del calendario, Racing se convirtió en el gran perjudicado de los aspirantes en la Copa de la Liga. La inflexibilidad de la Selección de Chile hace que el equipo de Pizzi pierda a dos jugadores fundamentales contra Boca.

En Gabriel Arias está una de las razones de este gran momento de la Academia: atajadas determinantes, figura indiscutida y 553 minutos sin recibir goles entre todas las competencias. Será reemplazado por Gastón "Chila" Gómez, de escaso rodaje pese a sus 25 años. Eugenio Mena es una pieza fundamental para bloquear ataques ajenos y destrabar defensas rivales.

 

 

El ciclo de Juan Antonio Pizzi comenzó a los tumbos. La dura derrota 5-0 contra River en la Supercopa Argentina, y la falta de un rumbo futbolístico, desató un operativo desgaste puertas adentro para precipitar su salida. Él mismo se ocupó de alimentar las diferencias con los dirigentes agradeciendo expresamente el respaldo de los jugadores y de Rubén Capria, el manager. Estuvo varias veces a una derrota de decir adiós. Se llegó a decir que ya tenían todo acordado con Antonio Mohamed para reemplazarlo.

La desconfianza quedó atrás a fuerza de buenos resultados y el notable respaldo de los jugadores dentro del campo de juego. Las victorias trajeron calma y una identidad. Racing resistió contra River en el Monumental, ganó el clásico de Avellaneda, venció a Colón, líder de la zona, y dejó en el camino a Vélez, el equipo que más puntos sumó en la fase regular. De yapa, coronó una brillante fase de grupos en la Copa Libertadores, con victoria ante el temible Sao Paulo de Hernán Crespo incluída. El nivel crece partido a partido.  

Pizzi se aferra a su experiencia personal para coronar su campaña. En 2013, cuando dirigía a San Lorenzo, perdió contra Arsenal la final de la Copa Argentina y estuvo cerca de renunciar. Al llegar de Catamarca enfrentó los micrófonos y la emoción violenta ante las incisivas preguntas de los periodistas casi le juega una mala pasada. Se quedó y terminó ganando el Torneo Inicial, con la recordada atajada de Sebastián Torrico a Allione. 

Racing transformó su propia historia. Lleva buenos varios años seguidos, en cosecha de puntos y objetivos cumplidos. La consolidación institucional en el ciclo de Víctor Blanco en lo económico se trasladó a los resultados. Enterró su coqueteo con la desgracia para reconvertirse a partir de sus bases, las divisiones inferiores. Ya no tiene que esperar 35 años para gritar campeón, se acostumbró a jugar la Copa Libertadores y hasta le gana los clásicos a Independiente: acumula 3 victorias al hilo, algo que no sucedía desde 1993. 

La estabilidad lo llevó a codearse con River y Boca, contra quienes todavía no pudo dar el salto. El equipo de Gallardo lo eliminó de la Libertadores 2018 y lo humilló en la Supercopa Argentina, mientras que el Xeneize lo sacó de la Copa Libertadores 2020. Puede que esta oportunidad que se le presenta en la Copa de la Liga contra Boca sea el primer paso para revertir un aspecto en el que todavía está en deuda. 

 

 

A PESAR DEL QUÉ DIRÁN

 

Y Boca va. Siempre va. Puede no tener un estilo definido, puede comprarse sus propios problemas, y hasta magnificarlos, pero es un habitual competidor de todos los torneos. Ganó 4 de las últimas 6 ligas, fue campeón de la Copa Diego Maradona 2020 y no tiene en el horizonte a su piedra en el zapato, el River de Gallardo, a quien dejó en el camino en cuartos de final y contra quien pudo cortar la racha de 5 derrotas en fila en series mano a mano. 

 

 

El ciclo de Russo se fue haciendo camino al andar, con altibajos en el rendimiento e irregularidad en el juego. Ya no es agresivo y dinámico para contragolpear, como lo fue en el sprint final de la Superliga 2019/20. Los contagios de Coronavirus también le fueron moldeando el equipo. Creció en el juego a partir de su apuesta por los pibes: la fórmula MVA. Ahora deberá suplir las ausencias de dos de ellos: Medina se contagió de Covid-19 y Almendra está desgarrado. Queda Alan Varela, quizás el jugador más regular del ciclo, el joven que todo lo hace fácil y que con un puñado de partidos en el lomo y parece un experimentado, a partir de su panorama, pase corto y ubicuidad en la cancha. 

A diferencia de lo que ocurre con los chilenos en Racing, Edwin Cardona fue convocado por la Selección de Colombia fuera de término con lo cual puede jugar el partido en San Juan. Eso sí, será baja en caso de acceder a una eventual final. 

Justamente el estadio San Juan del Bicentenario ya vio campeón a Boca en dos oportunidades: En 2012, le ganó a Racing la final de la Copa Argentina, mientras que en enero de este año venció a Banfield por penales y conquistó la Copa Diego Maradona. La Copa de la Liga puede ser la tercera consagración. También puede ser el tricampeonato de las competencias AFA en juego, aunque se trate de una liga y dos copas nacionales. 

 

 

Diseño de portada: Matías Di Julio