Primera División

¿Hacia dónde va Boca?

La nueva versión del equipo de Guillermo todavía no cuaja. Aunque cuenta con individualidades muy calificadas, el rendimiento grupal es decepcionante. ¿Por qué?

Por Elías Perugino ·

29 de agosto de 2016
Cuando reemplazó al Vasco Arruabarrena en el banco de Boca, a principios de año, Guillermo Barros Schelotto le puso un freno a la ansiedad del pueblo xeneize vaticinando un período de irregularidad hasta junio e imaginando “un nuevo Boca” desde el segundo semestre de 2016. Cumplidos dos meses de esa refundación, y tras la traumática eliminación en semifinales de la Copa Libertadores y el desconcertante inicio del torneo de Primera, vale preguntarse: ¿hacia dónde va Boca?

Entre un semestre y otro, el equipo cambió una decena de nombres y también mutó su esquema, presumiblemente para potenciar el rendimiento de su estrella, Carlos Tevez. El Mellizo archivó el 4-3-3 que tanto lo seduce para armar un 4-2-3-1, que le permite al Apache desempeñarse por detrás del nueve para disfrazarse de asistidor o llegar vacío, sin necesidad de fajarse con los centrales, a la zona de definición.

Planteado en esos términos, es indudable que la identidad del equipo debe fluir de la conformación y el rendimiento de las dos líneas centrales. Del compromiso, la dinámica y la eficacia del doble cinco y de los tres futbolistas que flotan delante de ellos, presumiblemente con la intención de generar juego y profundizar por las bandas. Pero de la enunciación a la concreción suele haber un abismo, sobre todo en las etapas iniciales de un proceso.

Imagen Pablo Pérez intenta contener al paraguayo Almirón.
Pablo Pérez intenta contener al paraguayo Almirón.
Con una decena de volantes a disposición, Guillermo puede optar por darle el perfil que prefiera al doble cinco. Algunos entrenadores eligen a dos jugadores combativos. Otros se inclinan por la variante mixta: uno puro de marca y otro con panorama conceptual. El Mellizo prefirió arrancar con la más arriesgada: dos volantes de juego, sin condiciones naturales para la marca: Rodrigo Bentancur y Pablo Pérez. Una variable que apuesta al control de la pelota, a asegurarse mayores tiempos de posesión para invalidar el accionar del adversario. Hasta el momento, los resultados de esa elección no han sido los deseados. Pero el menú del plantel le ofrece a un experto en extirpar pelotas como Cubas, a un polifuncional táctico como Jara y a un doble cinco mixto que le vino “armado” desde Colombia: Wilmar Barrios-Sebastián Pérez.

Para la línea de tres que flota detrás del nueve también le sobran variantes al Mellizo. El arco va desde Zuqui y Carrizo a Pavón y Centurión por las bandas, dando por descontada la presencia de Tevez por el centro. Tanto en el doble mazazo de Independiente del Valle como el traspié con Lanús, Carlitos no pesó como se esperaba. Tal vez por su propia naturaleza –siempre necesita calentar motores durante cuatro o cinco partidos cuando arranca una temporada- o por falta de compatibilidad con Benedetto, de irregular comienzo como cabeza de área.

Imagen Gino Peruzzi padeció la profundidad de Lanús por su costado.
Gino Peruzzi padeció la profundidad de Lanús por su costado.
El principal pecado ante Lanús fue desperdiciar el potencial de desequilibrio de Pavón, claramente el jugador más profundo del plantel. Pese a ser un puntero nato, el esquema lo obligó a volantear demasiado. Perdió energía en el retroceso y en la cobertura de espacios, y eso le quitó frescura para atacar con persistencia, algo que intentó con convicción en los últimos 25 minutos, luego de que Lanús se pusiera en ventaja.

Con los primeros ensayos oficiales a la vista, cabe la pregunta: ¿hacia dónde va Boca? Hasta ahora, el equipo no creció en volumen de juego ni en profundidad. Tampoco mostró al Tevez estelar que se presumía. Falló el medio y arrastró a las otras líneas hacia el abismo. Acaso la buena noticia para el Mellizo sea que en esa zona, justamente, Boca tiene más jugadores que nadie. Ahora será cuestión de elegir otra vez… y acertar.