Opinión

Metamorfosis Bielsa: del Loco de los videos al Youtuber marsellés

Del técnico de la máscara de hierro al que cada vez acepta con mayor naturalidad la cercanía de las cámaras.

Por Martín Mazur ·

10 de abril de 2015
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Siempre da gusto ver trabajar a Marcelo Bielsa. Más allá de las camisetas y los resultados, el legado que genera entre los futbolistas que dirige es innegable y cada año que el mundo del fútbol pasaba sin Bielsa, era un año desperdiciado. Cuando parecía que sus horizontes se cerraban y las ofertas que le llegaban venían rechazadas respetuosamente y en fila, el entrenador argentino volvió a abrirse al fútbol europeo y, con su revolución en el Athletic de Bilbao, más el rebote positivo de los éxitos de algunos de sus discípulos o admiradores (Guardiola, Martino, Simeone), llegamos a tener a un Bielsa en esplendor, tentado desde las grandes ligas del planeta y convertido en una atracción mundial por su curioso perfil de idealista, docente y tacticista.

Imagen El rosarino se convirtió en una celebridad en Francia y los medios lo siguieron hasta en el supermercado.
El rosarino se convirtió en una celebridad en Francia y los medios lo siguieron hasta en el supermercado.
Nada que no conociéramos por estas latitudes, es cierto, pero que no deja de maravillar en Europa, al punto de encontrar este título en el diario inglés The Guardian: “Si Bielsa no existiera, sería necesario inventarlo”, publicado el 10 de abril de 2015, con una sorprendente ilustración de un arcoiris que brota desde la cabeza del Loco.

Sin embargo, durante años nos acostumbramos al hermetismo absoluto de Bielsa, justamente descripto como el técnico detrás de la máscara de hierro. Parte de la fascinación que generaba el entrenador rosarino entre sus seguidores radicaba precisamente en su aparente invulnerabilidad, una coraza implacable desde donde operaba el genio, con sus virtudes y sus excentricidades.

Las anécdotas de Bielsa llegaban en cuentagotas, primero corporizadas en el envase de un rumor que no hacía otra cosa que magnificar la leyenda y extender el misterio; más tarde, muchos años después, quizás alguna de sus repuestas eran confirmadas de primera mano por uno de sus futbolistas, cuando éstos ya estaban retirados de la actividad. O sea, un delay que en promedio se tomaba una década, cuando no dos. Así se generaba el compendio de reflexiones, charlas, salidas (¡y hasta algún chiste!) que en la prensa se resumían, por mera vagancia dialéctica, en locuras, pero que en realidad eran apenas postales de un tipo meticuloso, innovador, reflexivo o calentón, pero siempre honesto.

El tema es que Marcelo Bielsa, y el mundo que lo rodeaba, seguía siendo un amazonas impenetrable, y sólo pudo ser relatado con una real aproximación de intimidad por alguno de sus ex colaboradores, su hermano Rafael o periodistas contados por los dedos de una mano. Y si bien Bielsa podía estar ahí en el predio de la AFA en Ezeiza, dándonos riquísimas conferencias de prensa de tres horas de duración, necesitábamos construirlo a partir de lo que demás decían de él, regresar a Rosario para entender lo que había pasado a fines de los años 80, conocer mejor sus ejercicios, sus enojos, sus obsesiones, su sala de videos, para componer cómo y en qué ocupaba el resto del tiempo. Nada de esto iba a salir de su boca ni de su entorno.

Ahora todo está cambiando en el mundo de Bielsa. Y cambia de una manera tan vertiginosa como el fútbol que siguen proponiendo sus equipos. Su actual paso por el Olympique de Marsella es una especie de Gran Hermano Bielsista.

Imagen La ilustración de la elogiosa nota de The Guardian.
La ilustración de la elogiosa nota de The Guardian.
Unánimemente destacado por estar encima de los detalles más pequeños hasta de los más grandes, como ser capaz de corregir una falla técnica en la recepción de un pase a un juvenil de 16 años, mientras supervisa la remodelación del campo de entrenamiento que él mismo diseñó, el técnico que se erigió por ser invulnerable hoy es sorprendido con una habitualidad asombrosa en charlas íntimas con su plantel, situaciones que terminan viralizándose y subtituladas en diez lenguas distintas.

Así como cada tanto se conocía alguna nueva extravagancia de Beckham, así como no pasa demasiado tiempo sin que sepamos de algún exabrupto de Mourinho, tres o cuatro veces al mes ahora también tenemos en el podio de intereses al videito nuevo de Bielsa.

Para algunos se tratará de una experiencia fascinante, pero conlleva una gran dosis de paradoja. El Loco de los videos hoy pasó a ser un Youtuber.

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Y como toda propagación, la imagen que teníamos de Bielsa se diluye. En muchos casos, se diluye porque se humaniza: hace unos años habría sido imposible imaginarlo mientras evitaba pisar las piedritas calientes en la playa de Marsella, comiendo solo en un McDonald’s después de un partido o transformado en un meme por el episodio de la heladerita y el café. Pero también, era impensado imaginarlo llamando por teléfono a un admirador de madrugada, o invitando a otro a viajar a Francia para formar parte de su cuerpo técnico. Son las mismas “locuras” que pueden llamar la atención del Papa Francisco, otro argentino que desconcierta por hacer actividades reservadas a la persona común.  

Pero lo que más impresiona es que se llegue fácilmente al Bielsa del vestuario, al de ese submundo al que nadie había accedido; al que visualiza todos los partidos de la temporada de un equipo antes de dirigir su primer partido, o al que interrumpe la práctica para dar una charla de motivación y filosofía de vida.

Bielsa y su charla improvisada


Es difícil que Bielsa no se dé cuenta de que hay cámaras que lo filman. No hay nada malo en que siga siendo el mismo sabiendo que lo que haga terminará subido a Internet, ni tampoco sería ningún pecado que él mismo, en sintonía con su actual club, administre su perfil social y filtre los videos que más le gustan (lo mismo que hace cualquiera de nosotros en twitter, instagram o vine, pero por lo que destrozarían a algunos técnicos de perfil alto y fama de charlatanes). Al fin y al cabo, parte de la devoción que se generó en Francia a su alrededor precisamente depende de rasquetear esa coraza.

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Pero sea como sea, a este ritmo, Bielsa no podrá sostener su perfil del técnico de la máscara de hierro mucho tiempo más. Le quedará otro, de docente y reflexivo, abierto a contar su método y capaz de transmitir una charla técnica en vivo si fuera necesario; o de excéntrico y especialista en el social marketing, que nos permita conocer hasta sus clases de francés y quizás hasta dejarnos interactuar en alguna twitcam con él, mientras pronunciamos a coro 'Chateau Richelieu' con aquel hombre reservado que en las conferencias de prensa, sigue mirando para abajo.