Opinión

“Exposición mediática”, el eufemismo con el que Tata condenó a Icardi

El delantero argentino tiene todo para convertirse en una secuela contemporánea de Balotelli. Su futuro con la Selección pinta difícil.

Por Martín Mazur ·

09 de marzo de 2015
Mauro Icardi tenía buenas posibilidades de ser el sexto delantero de la Selección Argentina en Brasil 2014. Llegó a ser convocado por Alejandro Sabella en septiembre del 2013, para los partidos contra Perú y Uruguay, cierre de ciclo de eliminatorias e inicio del banco de pruebas de cara al Mundial. 

El prometedor delantero rosarino que había hecho escala en Barcelona antes de recalar en el fútbol italiano, aún no había apretado el botón de Send. Fue el 14 de noviembre del mismo año, cuando se despachó con este mensaje por twitter para la aún esposa de su ex compañero Maxi López: "@wanditanara Te Amo, nunca me será sencillo decir lo que siento, porque descubrí que esas dos palabras llevan consigo un sentimento sin límites!” Y provocó casi el efecto de una bomba atómica pero virtual.

Imagen Mauro Icardi, Wanda Nara y los cuernos en el aviso publicitario.
Mauro Icardi, Wanda Nara y los cuernos en el aviso publicitario.
No nos detendremos en contar todo lo que pasó después, pero sí llegaremos hasta el día en que Ernesto Cherquis Bialo anunció la lista de 30 preseleccionados por Sabella para Brasil 2014. "Icardi Mauro" nunca estuvo. Sí, en cambio, apareció "Di Santo Franco". 

Increíblemente, el desquicie a nivel mediático de Icardi nunca afectó su performance futbolística. En pleno crecimiento, ya había logrado el ascenso con la Sampdoria, luego confirmó su perfil de prometedor en la Serie A, a punto tal de que Italia estuvo cerca de transformarlo en el nuevo Daniel Osvaldo. Pero su convocatoria a la Selección llegó más por mérito propio que por temor a perderlo.

En la temporada 2013/2014 (la del send), pasó a un Inter sin rumbo y en transición. Hoy es uno de los goleadores de la Serie A junto a Carlos Tevez. Tiene, también, todo para convertirse en una secuela contemporánea de Balotelli, o quizás sea Balotelli el que deba hacer su tarea para ser considerado una precuela de Icardi. 

En una Selección donde se privilegió "la fortaleza del grupo" para dejar sin Mundial a Carlos Tevez, en un equipo que hoy tiene todavía más delanteros a disposición que hace un año, el nombre de Icardi aparece como una incógnita pesada y difícil de manejar, una ecuación en sí misma, con un haber futbolístico indudable, pero un debe extrafutbolístico que pesa mucho más que sus virtudes de cancha. 

Entrevistado por TyC Sports, el Tata Martino admitió que la “exposición mediática” de Icardi no le gustaba. Un eufemismo para hablar del puterío que rodea el perfil público del goleador del Inter. Igualmente, el seleccionador argentino explicó que eso no le quitaba posibilidades de ser convocado. Hizo bien, no puede cerrarle la puerta a nadie públicamente, aunque difícilmente querrá abrírsela.

El problema es que a Icardi no lo crearon los medios, sino que se creó a sí mismo. Y mientras tenga una cuenta de twitter o instagram, será suficiente. Su grado de exposición pública (no mediática) es altamente venenosa para cualquier vestuario que busque seriedad y compromiso. Su presencia será vista de reojo y con recelo de aquí hasta que termine su carrera. 

Despreciado por el ambiente, será difícil verlo en Ezeiza. Salvo que venga a filmar alguna publicidad de Pepsi.