Opinión

Argexit: Fútbol para Nadie

Nos permitimos evaluar una propuesta antipática pero realista. La AFA quebró, el fútbol quebró, ¿por qué motivo deberíamos seguir financiándolo con dinero de los argentinos? Por Martín Mazur.

Por Martín Mazur ·

14 de julio de 2016
En su programa Cada Mañana (Radio Mitre), Marcelo Longobardi ayer lanzó una propuesta en apariencia osada y no menos antipática, que bien valdría la pena considerar, o, al menos, discutir. Pero no (sólo) a nivel académico ni en los cuadros más altos del Gobierno, sino también, entre nosotros. Entre los cinco amigos del secundario que se juntan en una pizzería y charlan indistintamente de todos los temas, o entre los periodistas que coinciden en un almuerzo en el bar, o los primos, tíos y padrinos que se juntan en una reunión familiar y prefieren abordar el atajo deportivo para evitar temas un poco más ríspidos.

Lejos del mamotreto discursivo de la defensa de la pasión, amplificado por movimientos populistas cleptocráticos, el eje de la discusión actual es muy simple y sin baratos dobleces ideológicos: por qué razón el Estado debe solventar el fútbol. Cuál es el motivo para que, aprobada o no, la Superliga/AFA/clubes estén a la espera de recibir 2500 millones de pesos provenientes de fondos públicos. Por qué presidentes que tienen vínculos con barras bravas, que se nutrieron de violentos, que saquearon clubes sistemáticamente, que son campeones mundiales en el lanzamiento de cheques voladores, deben ser premiados con este dinero estatal. Por qué hay salvataje para aquellos que se empeñan en no ser salvados. A nivel macroeconómico, los 2500 millones representan apenas un lunar en el PBI argentino. Eso no significa que sirvan para apaciguar la crisis energética, pero tampoco implica que no se puedan usar de un mejor modo.

Imagen El escudo de AFA ideado por Gonza Rodríguez (instagram.com/gonzarodriguez)
El escudo de AFA ideado por Gonza Rodríguez (instagram.com/gonzarodriguez)
El fútbol todavía no empezó. Y, disculpen si escupo al cielo, pero tampoco debería empezar. Los jugadores de todos los clubes con deudas deberían quedar libres. Los clubes con deudas deberían descender cuatro categorías. Y al notar que no hay más Primera, ni B Nacional, ni Superliga, refundar un producto sustentable desde los cimientos. Con los que sobrevivan. No, no es defender a los poderosos, sino darle poder a los honestos. Y si no hay ninguno, entonces, que no haya fútbol. Que comience un nuevo campeonato en el 2017, 2018 o 2019, con clubes sostenidos por una liga honesta que paga los salarios en relación a sus ingresos, que evita distorsiones y obliga a cumplir objetivos. El mismo proyecto que el de la MLS estadounidense desde que nació, sin margen para agujeros negros ni bolsones de corrupción.  

Si se dejara de apañar al fútbol y se destinaran esos 2500 millones anuales a proyectos tangibles y constatables, quizás existirían mejores créditos hipotecarios, mejor infraestructura edilicia en las escuelas, mejor sistema de salud. Acaso sabríamos cuántas rutas se construyeron. O cuánto se bajó el déficit fiscal. Pero tendríamos un dato concreto. Hoy, regalándole plata a los clubes no estamos comprando alegría, sino miserias. 

El fútbol debería arreglarse como todos nosotros: mirando los números y sabiendo administrarlos. Rompiéndose el lomo para obtener ingresos genuinos y privados. Ofreciendo más y mejores servicios a sus hinchas. La AFA quebró, el fútbol está quebrado. ¿Por qué abrazarnos a la utopía de un nuevo comienzo sabiendo que los personajes son todos los mismos?   

Pero ahí es donde vale la discusión propuesta en un principio: ¿soportaríamos un año sin fútbol local para tener mejores hospitales o más créditos hipotecarios? ¿Aguantaríamos un año viendo a la Fiorentina, al Glasgow Rangers o al Olympique de Marsella por la tele, porque decidimos dejar de financiar a los desvaríos de la AFA y nos quedamos sin campeonato?  Discutamos lo que realmente importa, por más antipático que sea. Instalemos una consulta popular tipo Brexit, y asumamos los resultados sin presuponer que sabemos la respuesta de antemano: ¿Queremos tener fútbol subvencionado por el Estado? 

Los clubes mencionados no son casuales: todos ellos, por sus abismos administrativos y desmanejos financieros, fueron sometidos al destierro de la Primera y obligados a empezar de nuevo, en Italia, en Escocia y en Francia. ¿Aceptaríamos someternos como hinchas de fútbol a lo que nos sometemos como ciudadanos argentinos? ¿Aceptaríamos a que nos manden a la D sistemáticamente una vez cada 10 años?

Si la respuesta es no, si no nos interesan los agujeros negros de la AFA y sólo queremos que nuestro club compre con dinero inexistente a 8 refuerzos cada 6 meses, entonces, por favor, no nos quejemos más de la AFA, volvamos a la Matrix y dediquémonos a hablar sobre la puntería de Higuain. Mostrará nuestro grado de madurez.