La Selección

El ratón Bauza, el elefante Tapia y la neutralidad suiza de la Selección

El patrón de conducta de los referentes de la Selección se basa en una aparente neutralidad que en realidad no es tal. Bauza será la última víctima de una larga cadena.

Por Martín Mazur ·

07 de abril de 2017
"Si eres neutral en situaciones de injusticia, entonces eliges estar el lado del opresor. Si un elefante tiene su pie en la cola de un ratón, y tú aseguras ser neutral, entonces el ratón no apreciará tu neutralidad". 

Desmond Tutu, Nobel de la Paz, 1984.




En tiempos efervescentes, la neutralidad puede ser sinónimo de reflexión, pero también de miedo, conveniencia o falta de compromiso. Los principales jugadores de la Selección han esgrimido, especialmente puertas para adentro, el principio de neutralidad como uno de sus bastiones de conducta.

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Al aferrarse a la idea (sea cierta o falaz) de que ellos no forman ni deben formar parte de las decisiones, los futbolistas han sabido mirar convenientemente para otro lado mientras por el vestuario pasaban Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino y ahora Bauza. Por momentos seguramente se hayan sentido incapaces de intervenir; en otros, en cambio, han dejado una perfecta zona liberada. Probablemente no hayan decidido eyectar forzosamente a ningún entrenador; pero una vez sucedido, se han comportado como si lo hubieran planeado. Y la historia vuelve a repetirse. Casi como si en lugar de ser convocados por la Selección Argentina pertenecieran a la Selección Suiza, cuyo país se sostiene en su principio de neutralidad desde 1815, los referentes están de espaldas al conflicto.

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Para un grupo que cree en la autogestión, el liderazgo no se mide en gritos sino en silencios. Pasan los años, la generación de la Play se transformó en la camada de los veteranos, pero el desinterés en el trato no ha evolucionado. El destrato forma parte del modo de ser. La renuncia de Martino fue un ejemplo demasiado claro: sus jugadores ni siquiera dieron las gracias públicamente al entrenador saliente, mucho menos pedirle que reconsiderara. Integrantes del cuerpo técnico hoy destacan, como si fuera una gran novedad, que algunos jugadores (algunos) se han comunicado con ellos. Las declaraciones de Batistuta ni siquiera causan espanto, apenas confirman el diagnóstico. Lo único que no les da igual es ganar o perder, pero para el resto de los temas, la pasión o el desamor tienen registros casi idénticos. 

 

Con un insulso silenzio stampa ya resquebrajado, suena cuanto menos curioso que los únicos que públicamente han declarado el voto de confianza para el entrenador sean Pratto, Buffarini y Caruzzo. Tres hombres terrenales en un vestuario lleno de dioses del fútbol. Dioses que con un solo tweet, un solo posteo en facebook, una sola foto de unidad en Instagram, le darían a Bauza un respaldo capaz de soportar la tormenta y hacer dudar a los deleznables titiriteros que, desde las sombras, planean el operativo desgaste, un manoseo que poco menos ya incluye acceso carnal con la víctima, el Patón.

 

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El operativo desgaste no existiría si Agüero, Mascherano, Messi o Higuain decidieran dedicarle un solo minuto a romper el falso principio de neutralidad y hacer volar por los aires (de las redes sociales) la percepción de falta de respaldo al DT. Ni siquiera hablamos de un terminante "Si Bauza se va, yo no vuelvo a la Selección" de Messi, a pesar de que últimamente transita por su año más maradoniano, con el "qué desastre son los de la AFA", llanto, renuncia, cambio de look, regreso, salvación (Colombia), desaire a la FIFA (The Best), insulto al línea (Chile) y suspensión. Apenas bastaría con un "En esta estamos todos juntos y vamos a salir todos juntos. Los equipos serios no viven cambiando de técnico a la primera dificultad. Dependemos de nosotros". Pero no, en las horas candentes, los patrones de estancia se mimetizan en simples peones, según la conveniencia. Ni siquiera se analizan los principios futbolísticos de El Patón ni lo poco que ha mostrado el equipo en los ocho partidos que dirigió. Es el patrón de conducta lo que define a un grupo. 

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Pero al manterse fieles a los principios suizos, que impiden tomar posición en un conflicto entre estados extranjeros, los jugadores también dejan saber que al entrenador, a este o a cualquier otro, no lo consideran la cabeza del grupo. Para ellos, el cuerpo técnico no sería más que un estado extranjero, un alien. Por eso no intervienen. Por eso se mantienen neutrales, mirando como al ratón Bauza, los elefantes de la AFA le pisan la cola y deciden cuándo le aplastarán la cabeza.