La Selección

Cambios graduales, pero cambios ya

Argentina está en emergencia futbolera. Peligra su clasificación a Rusia 2018 y urge que el técnico Bauza encare una renovación. Y que Messi no nos falte nunca más...

Por Elías Perugino ·

12 de octubre de 2016
La situación es desesperante. Futbolísticamente desesperante. Transcurrida más de la mitad de las Eliminatorias, y a apenas cuatro partidos del inicio del ciclo de Bauza, la Selección se muestra absolutamente aturdida y desorientada. Perdió su identidad futbolística y sus principales referentes lucen devaluados futbolística y espiritualmente. No ha conseguido emparchar o disimular las persistentes ausencias de Messi –no estuvo en 7 de los 10 partidos rumbo a Rusia 2018- y el quinto puesto en la tabla de posiciones, con la amenaza muy cercana de Paraguay y Chile, ha puesto al equipo en zona de riesgo real y palpable.

Por estas horas, y con toda lógica, la sociedad futbolera está alborotada. Por un lado, están quienes quieren dinamitar todo para realizar cambios profundos de aquí a los dos próximos partidos con Brasil y Colombia. Y por el otro, tibiamente, asoman quienes claman por una pizca de calma, cordura y sensatez, apelando a un momento de reflexión en medio de tanta desesperación.

¿Qué señales nos da el equipo? La mayoría son desalentadoras. Perdió la línea de juego. O peor aún: da la sensación de no saber a qué jugar. No encuentra respuestas individuales que minimicen las falencias colectivas y, obviamente, tampoco emerge un sustento colectivo que apuntale mínimamente a individualidades que están pasando por un momento llamativamente bajo y que, además, admiten que el problema es “de la cabeza”, abrumados por la trilogía de finales perdidas.

La frase “ciclo cumplido” es la sentencia ineludible, insoslayable de esta hora. Cabe preguntarse: ¿este es el momento adecuado para un borrón y cuenta nueva, para dejar al costado del camino a una generación de jugadores que –nos guste o no- tienen experiencia, roce internacional, y han librado batallas muy importantes con la camiseta de la Selección? ¿Reemplazarlos para darle lugar a una camada nueva, sin experiencia, con escasos registros en el plano internacional, para que ellos asuman la responsabilidad de meter a la Selección en Rusia 2018 en ocho partidos que seguramente van a ser durísimos? No parece  lo más sensato embarcarse en una liquidación de saldos. Cargarles una mochila de plomo a los inexpertos que encarnarían la renovación.

Las señales que brindó el cuerpo técnico también fueron decepcionantes. Bauza y su grupo no pudieron dotar al equipo de un esquema base, del trazo grueso de una idea madre. En los últimos tres partidos la Selección se movió por espasmos. Sin orden ni rumbo. Lo que expuso sobre el campo fue volátil, inconsistente, caótico. Se amontonaron delanteros como latas de arvejas en una alacena, sin el mínimo criterio, sin el respaldo de volantes capaces de organizar el juego y manejar los ritmos. A ello se le suma la insistencia con jugadores que atraviesan por un momento muy bajo. Y tampoco debe soslayarse la toma de decisiones llamativas, como poner en cancha a Demichelis, que no jugaba desde mayo, despreciando la pequeña sociedad Mercado-Maidana, tan exitosa y consolidada desde los tiempos de River. O el desprecio de otra dupla con rodaje en su club, como Higuain-Dybala. En definitiva, son ingredientes de un cóctel siniestro a esta altura de las Eliminatorias.

Lo más sensato sería tomar decisiones graduales, pero tomarlas desde ahora mismo. Quizás algunos patriarcas de la Selección deban esperar en el banco, o ver la próxima doble jornada por televisión. Quizás haya llegado la hora de insertar a futbolistas que vienen esperando su oportunidad desde hace tiempo. Mentalizarse para encarar partido a partido sin mirar más allá. Determinar un esquema claro y sustentable para luego elegir a los intérpretes de ese esquema sin tentarse con los brillos de un pasado que ha perdido vigencia. Y, fundamentalmente, rogar para que Messi no falte más. Lo gritan las estadísticas y lo demuestra la inexistencia de juego: sin Leo, la Selección no tiene fútbol ni alma. Y sin fútbol ni alma, no hay mundial posible.