TMA: Todo menos Argentina

"Así se prepara Jamaica", 17 años después

Ese fue el título de El Gráfico en su edición del 3 de febrero de 1998 en la previa del Mundial. Este sábado volverá a enfrentar a Argentina. La excentricidad de la nota y de la tapa justificó la visita al archivo.

Por Redacción EG ·

19 de junio de 2015
En 1998, Jamaica compartió grupo en el Mundial de Francia con Argentina. El resultado, como se imaginaba, fue un lapidario 5-0 con tres goles de Batistuta y dos de Ortega. En febrero, varios meses antes de la competición, Gonzalo Abascal y el fotógrafo Alejandro Del Bosco habían viajado a Kingston como enviados especial de El Gráfico. En la capital isleña retrataron un país poco futbolero, pero que ante los buenos resultados de su selección la había reconfigurado en un nuevo camino para “sentirse bien”, facultad que antes sólo le concedían al porro y al reggae.

Imagen Tapa del 3 de febrero de 1998. El Gráfico viajó a Kingston para conocer al rival de Argentina.
Tapa del 3 de febrero de 1998. El Gráfico viajó a Kingston para conocer al rival de Argentina.
La evolución futbolística en casi veinte años no existió y aquel sigue siendo el único Mundial de Jamaica. Su primera experiencia de Copa América se inició con derrotas ante Uruguay y Paraguay por la mínima, y ahora irá en busca de algún punto ante Argentina. El cruce amerita el recuerdo de algunos fragmentos de aquella joya de la edición del 3 de febrero de 1998 y una selección que llega cultural y futbolísticamente de la misma manera.

“Bienvenidos a Kingston; la tierra de Bob Marley (amén) y del “Yeah Mom” (Yes Man). Del reggae, la marihuana (no tanto como dice la leyenda) y el “feeling good mom” como prioridad de vida. También la tierra del fútbol, desde siempre, pero mucho más desde que los Reggae Boys se aseguraron un Mundial en Francia y el pueblo desató la fiesta. Lo que no es poco decir por estos rumbos.

La fiesta del fútbol que, desde que Jamaica empatara 0-0 con México en la última fecha de las Eliminatorias y obtuviera su lugar entre los 32 finalistas, no se ha detenido. Y no lo hará hasta que el último minuto del Mundial haya transcurrido.

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Pero la historia empezó hace algunos años atrás, un poco más de tres, cuando el ahora entrenador René Simoes fue contratado para llevar adelante un proyecto de cuatro años que les permitiera soñar con una clasificación que, por ese entonces, parecía imposible.

El capitán Horace Burrell, presidente de la Federación Jamaiquina de Fútbol, un hombre de unos 48 años con el aspecto y la actitud de un dictador centroamericano se propuso ampliar su fama y su poder mejorando las actuaciones futbolísticas del equipo nacional. Para eso viajó a Brasil en la búsqueda de un entrenador. ‘Pero resulta que al llegar al aeropuerto me estaba esperando Simoes y yo lo confundí con el chofer –recuerda hoy el capitán Burrell-. Pero cuando me dejó en el hotel y me preguntó a qué hora venía a buscarme, me explicó que en realidad él era el entrenador”.

(…)

“René Simoes recuerda sus primeros días en la isla, y deja en evidencia que a la hora de buscar modelos no le faltaba entusiasmo: “Al poco tiempo de llegar me invitaron a un acto donde fui el orador principal. Entonces recordé el famoso discurso de Martin Luther King y decidí parafrasearlo. Y comencé... “Yo tengo un sueño. Sueño con que algún día el fútbol sea profesional en Jamaica; sueño con que sus futbolistas puedan proyectar su futuro en este deporte; sueño con que los campos de juego sean de césped verde y no tierra marrón…”

“Alguna vez, luego de transcurrir los primeros 8 o 9 meses de su contrato, los problemas económicos le hicieron pensar en su regreso a Río de Janeiro. Pero entonces recordó a un político brasileño que decía que ‘la plata no está en los bolsillos del que la tiene sino en las ideas de quien la genera’. Fue así que decidió crear un programa llamado ‘Adopt a Player’ en el que participaron las empresas privadas más importantes del país”.

Imagen El panorama futbolístico de Jamaica no se modificó demasiado con respecto a 1998.
El panorama futbolístico de Jamaica no se modificó demasiado con respecto a 1998.
“La noche del 29 de enero, el equipo de René Simoes enfrentó a un juvenil Seleccionado de Suecia, en un partido amistoso que terminó en un aburrido 0-0. Pero en verdad nada de eso importó. Lo inolvidable, lo distinto, lo seguramente inigualable, se vivió afuera del césped. ¿Cómo se narra la alegría colectiva? Tal vez empezando por la presencia de los tres disc-jockeys más famosos de la isla (DJ Raybow, DJ Diwe, DJ Squeeze) haciendo bailar a casi 30.000 personas (que pagaron entre 15 y 60 dólares la entrada) con la música antes, en el entretiempo y después del partido. O con la imagen de los periodistas japoneses, siempre tan serios y trabajadores ellos, bailando en la zona de prensa, vestidos con camisetas amarillas similares a las del equipo local”.

“La selección y la alegría jamaiquina tienen lugar para todos. Por ejemplo para un personaje llamado “The Yellow Man”, único hombre reggae blanco visto en Jamaica en los últimos cincuenta años (y tal vez más). El hombre es bueno en lo suyo, y por eso durante el entretiempo del partido se dio el gusto de que las casi treinta mil personas corearan sus canciones. Pero lo mejor lo produjo después. Tomó el himno de Bob Marley llamado ‘No woman, no cry’ (de pie, señores) y en un segundo improvisó una nueva letra futbolera que merece ser encuadrada. The Yellow Man miró a su público y pidió: “A ver, repitan conmigo. Don’t worry / about the theam / because every Little team / is gonna be all right”