TMA: Todo menos Argentina

¡1-7!: Brasil sufrió una humillación memorable ante el fútbol total de Alemania

El Mineirao fue testigo de un baile histórico de los alemanes, que ganaban 5-0 a los 29 ante el estupor de Brasil y su gente. El catastrófico 7-1 final significó la peor derrota de Brasil en su historia. Los goles los hicieron Müller, Klose, Kroos (2), Khedira, Schürrle (2). Descontó Oscar sobre la hora. Además, Klose se convirtió en el máximo goleador de las Copas del Mundo. El domingo, Alemania jugará la final contra el ganador de Holanda-Argentina en el Maracaná.

Por Redacción EG ·

08 de julio de 2014
 
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Cualquier análisis quedará lejos de la realidad para reflejar la magnitud de la jornada vivida esta tarde. Brasil, el pentacampeón y organizador de esta edición, fue vapuleado por Alemania. El resultado final marcó 7-1, pero la paliza comenzó temprano y se desencadenó violentamente.

Ausente Neymar por lesión, Scolari mantuvo el esquema con Bernard, aunque no le salió absolutamente nada bien. No fue el nombre por nombre lo que provocó la catástrofe futbolística, sino un mal planteo del partido y una búsqueda de bloquear a Alemania por el camino erróneo. Los primeros minutos de ida y vuelta dieron la pauta de que sería un partidazo. Brasil mantuvo el ritmo hasta que pudo, pero el castillo de naipes se derribó con un gol atrás de otro. La "manta corta" lo volvió paradójicamente un equipo largo con mucho espacio entre las líneas. Los delanteros presionaban a los defensores arriba, pero Oscar-Luiz Gustavo-Fernandinho sufrieron el 3 vs. 5. en Alemania , hasta Klose comenzaba como un mediocampista. Los germanos manejan a la perfección la salida rápida y tienen un ataque directo que les permite llegar a todos en armonía. Esa fue su arma letal, mucho más ensayada y elaborada que pensar en simples contraataques.

El espectáculo comenzó con una jugada de laboratorio. Muller fue del primero al segundo palo, a contramano de todos sus compañeros, aprovechó el descuido de David Luiz y abrió la cuenta. Brasil tomó de su propia medicina, ya que sus últimos tres goles habían sido mediante la pelota parada. La falta de gestación la sufrió y ya no tenía vuelta atrás en el planteo. Desde los 23´ hasta los 29´ hubo una maratón de goles. Fueron cuatro en seis minutos de una semifinal, con el agregado que los recibió Brasil de local y los anotó Alemania con una estética inmejorable. Los adjetivos para describir esos minutos, quedan en la imaginación de cada lector.

Primero fue Klose, quien anotó tras una gran asistencia de Muller y se convirtió en el máximo goleador de la historia de los Mundiales superando por un gol a Ronaldo, presente en la tribuna. Toni Kroos de zurda y luego empujándola abajo del arco tras un pase de papi-fútbol de Khedira, anotó por duplicado y el propio jugador del Real Madrid remató fuerte y a un toque para marcar el quinto. Una maravilla que sopapeó a cualquier lógica del partido. La contundencia, la diferencia de velocidades y el bajón anímico de todo el Mineirao llegó a su clímax en ese lapso. El resto del partido se jugó por reglamento.

Scolari intentó con variantes y sacó de la cancha a dos jugadores especialmente resistidos por el público: Hulk y Fernandinho. Este último, regaló la pelota apenas reanudado el juego del tercer gol y provocó el cuarto. Los cantos pro-Brasil desaparecieron para nunca más volver y solo hubo espacio para las lágrimas, los silbidos y unos tímidos aplausos hacia la selección triunfadora. Low también hizo cambios, más bien pensando en la final. Cuidó a Hummels, Khedira y Klose y uno de los que ingresó fue Schurrle. Como para que no quedaran dudas de que no estaba regulando, el delantero del Chelsea anotó por duplicado en una diferencia de diez minutos. Un abuso. Oscar decoró el resultado con una buena acción personal, segundos después de que Ozil se perdiera el octavo.

Brasil se despidió de su Mundial en una jornada que rompió todos los récords, entre ellos, la mayor derrota de su rica historia. Llegó hasta semifinales cortando clavos, pero el final tan abultado era incalculable para uno de los máximos candidatos. Alemania, en cambio, llega a la final como no hacía desde Corea-Japón 2002 y de la mejor manera. Holanda y Argentina, aún sin jugar su partido recogieron el guante tras el intimidante mensaje: cualquiera de los dos deberá cuidarse el 13 de julio.