Argentinos en el exterior

Leo Ulloa, un delantero premier

Jugó en la CAI, San Lorenzo, Arsenal y Olimpo. Emprendió un viaje silencioso que lo llevó a enfentar a Messi y CR7 en España. Llegó a Inglaterra y fue sensación, hasta transformarse en la compra más cara del Leicester City y en uno los goleadores de la Premier League.

Por Martín Mazur ·

16 de noviembre de 2014
En el fútbol, las historias de cuento no siempre se construyen de un día para el otro. La fábula de José Leonardo Ulloa, que hoy parece estar a punto caramelo, se cocinó muy lentamente durante 14 años. Hoy, a los 28, el oriundo de General Roca, en Río Negro, se convirtió en uno de los delanteros revelación de la Premier League. Su nombre aparece en los primeros puestos de la tabla de goleadores, entremezclado con Agüero, Diego Costa o Graziano Pellè. En los primeros ocho partidos de la temporada, el ex San Lorenzo le metió dos al Manchester United –victoria 5-3–, le hizo el del empate al Arsenal y también sentenció al Everton (2-2) y al Stoke City (1-0). O sea, injerencia directa en 8 de los 9 puntos que rescató su equipo. Además, estuvo nominado para jugador del mes y hasta fue el primer hombre en la historia del Leicester City en aparecer mencionado en la tapa de la revista FourFourTwo. ¿Cómo llegó aquel delantero que pasó por la CAI, San Lorenzo, Arsenal y Olimpo a transformarse en un jugador de moda?

Imagen EL RIONEGRINO, de 28 años, fue la compra más cara de la historia del Leicester: ocho millones de libras.
EL RIONEGRINO, de 28 años, fue la compra más cara de la historia del Leicester: ocho millones de libras.
“La verdad es que es un sueño hecho realidad. Desde que llegué estoy disfrutando todo. Con mi viejo, Adrián, mirábamos mucho fútbol de España e Inglaterra cuando yo era chico. ‘Qué lindo sería verte jugar ahí’, me acuerdo que me decía. Y ahora estoy acá. Lo disfruto mucho porque me costó muchísimo estar acá, siempre fue doble esfuerzo. Y me gusta que haya sido así, porque hoy me doy cuenta de lo que me está pasando y lo disfruto el doble”, asegura Ulloa desde Leicester.

Su carrera estuvo llena de espinas. O de astillas, para darle un mejor encuadre a su perfil. “Todavía me acuerdo cuando fui a la carpintería de mi papá para contarle que tenía una posibilidad de irme a la CAI. Hacía unos meses se había caído la chance de ir a Boca por un problema extrafutbolístico entre los clubes, y yo había quedado muy afectado. ‘Hijo, no me gustaría que te vuelvas a bajonear’, me dijo. Y yo le dije que jugando al fútbol iba a ser imposible que me bajoneara, porque era lo que quería hacer en la vida”.

Después del trabajo fino que entre los hermanos, Adrián y Damián, y el primo Maxi, le hicieron a mamá Cristina, Ulloa zarpó rumbo a aguas desconocidas. Atrás quedaban los picaditos que se jugaban en el barrio 500 viviendas (“Lo más lindo que me pasó fue crecer ahí”) y las competencias de salto en alto... a las rejas de los mormones. “La iglesia de los mormones tenía canchas de cemento. Los domingos no había nadie, cerraban todo, y nosotros saltábamos las rejas, que eran bien altas, y nos metíamos a jugar. Cada tanto nos descubrían y nos echaban, pero valía la pena”.

A Leo le gustaba mucho la pelota, tanto que a veces, le costaba asumir su rol de delantero y se alejaba mucho del arco. “En el Depo, mi técnico, Luis Granero, cobraba foul para el otro equipo en los ataques que yo no estaba adentro del área. Me decía que tenía que estar ahí, para agarrar los centros y todos los rebotes. Tenía razón”.

Con la oferta de la CAI bien firme, el siguiente paso fue irse a Comodoro Rivadavia siendo un adolescente. “Nos entrenábamos en el liceo militar y había un viento de locos. Fueron ocho meses nada más, pero muy lindos. La pensión era como una familia, estaba todo bien organizado, las madres de varios jugadores cocinaban, íbamos al colegio de uniforme, nos organizábamos todo entre nosotros, con distintas tareas”.
La CAI, que jugaba el Nacional B, se mandaba unos viajes faraónicos para jugar amistosos en Buenos Aires. Y en micros que repartían asientos, camas y mesas, los planteles viajaban 24 horas rumbo a Capital, para poder mostrarse. Eso fue lo que hizo el goleador, tanto que Hugo Tocalli lo vio y le dijo que lo quería convocar a la Sub 17, pero que para eso le convendría estar en Buenos Aires. Ulloa no lo dudó: con ofertas de San Lorenzo y Racing, eligió al primero porque gran parte de su familia, gracias a su abuelo José Omar, era hincha del Ciclón. Junto a él estaba su compañero de aventuras Pablo Alvarado. “Para un chico, mudarse solo a Buenos Aires no es fácil. La pensión ya no tenía esa contención. Y lo sentí. Por un lado estuvo bueno, por el otro no tanto. Era muy chico, la época institucional no era buena. Debuté con el Bambino Veira, tuve a Alfaro, Ruggeri-Batista, Ramón Díaz, Gabriel Rodríguez. A Russo ya no lo llegué a tener porque me dijo que no me quería”.

Escalón por escalón, el videojuego personal de Ulloa le permitía pasar de nivel, pero sin récords. Salir campeón con el San Lorenzo de Ramón (jugando la primera fecha de titular por la suspensión del Cuqui Silvera) podría ser parte de la fábula, pero no. En la Sub 17 terminó quedándose a las puertas del Sudamericano. Tampoco lo llenó mudarse a préstamo a Arsenal e integrar el plantel campeón de la Sudamericana, pero habiendo perdido el puesto con Leo Biagini. Mucho menos, el descenso con Olimpo de Bahía Blanca, en el que terminó expulsado el último partido, por protestarle a Pezzotta un agarrón de Desábato, y marcado como responsable por sus propios hinchas, como si un partido hubiera definido el promedio de toda la temporada.

Cuando llegó la oferta del Castellón, de la Segunda División de España, Leo hizo un rápido paneo de pros y contras y no dudó en irse. “Por un lado, era una oferta por el pase definitivo, en lugar de seguir con los préstamos. Y por otro lado, era Europa, y sabía que si me iba bien, podía abrirme más puertas en el futuro”.
De ser la compra más cara de la historia del Castellón -650 mil euros– pasó a ser la venta más cara: el Almería lo compró en poco más de un millón. Y así llegó a mudarse al Mediterráneo. En Primera, con un gol de él rescatan un punto contra el Real Madrid. ¿Fábula? Paciencia, todavía no: el Almería se fue al descenso. Y en Segunda, el aire de mar le abrió el apetito del gol: metió 28 y fue el Pichichi de la temporada 2011/2012, pero ni con eso lograron volver a Primera. La venta que el club le preparaba, pensando en un jugoso cachet, colapsó entre varios clubes interesados, y Ulloa, al que ya le habían traído un reemplazante, terminó quedándose en Segunda y empezando de cero. Y allí decidió hacer otra apuesta de riesgo: Brighton & Hove Albion. Segunda de Inglaterra.

Imagen EL FESTEJO con la mascota de Leicester. En un arranque goleador, Ulloa le metió dos al United, uno al Arsenal, una al Everton y uno al Stoke City.
EL FESTEJO con la mascota de Leicester. En un arranque goleador, Ulloa le metió dos al United, uno al Arsenal, una al Everton y uno al Stoke City.
“Nada fue fácil para mí. En España tuve que demostrar en Segunda antes de Primera. Vine a Inglaterra y lo mismo. El objetivo siempre fue poder mostrarme y ver si eso me abría puertas a futuro”. En una de las ciudades preferidas por los londinenses para veranear, Ulloa se encontró con un estadio de figuritas, 27 mil hinchas todos los partidos, gol en el debut contra el Arsenal y doblete en el clásico ante Crystal Palace. Suficiente para hacer valer su condición de compra más cara de la historia, tal como había pasado en Castellón. Además, con Gustavo Poyet como técnico y el Tano Taricco como ayudante, más cuatro compañeros españoles, las dificultades por el idioma no produjeron el cachetazo que esperaba, ocho años después de su última clase de inglés. “Había aprendido los colores, algunas frases sueltas. Y para mí fue importante que mi hija Sofía tuviera 5 años, y pensar que estaba en el lugar justo para empezar a estudiar como corresponde”.

El manejo de grupo del uruguayo lo conmovió. “Poyet es un gran técnico y una gran persona. Realmente notabas que se interesaba por vos y tu familia. Y me dio muchísima confianza. Fue fundamental”.
Metió 9 goles en la primera temporada y 14 en la segunda (con 3 meses out por lesión), antes de transformarse, una vez más, en la venta más cara de la historia del Brighton, y la compra más cara del Leicester, el campeón de la B, al que le había metido un doblete en abril de este año: 8 millones de libras esterlinas, unos 10 millones de euros.

Los personajes de su historia van cambiando. De los mormones y las astillas de la carpintería, del viento patagónico y los viajes en colectivo a Capital, a hacerse compañero inseparable del Cuchu Cambiasso, última compra del Leicester y transformarse en verdugo de Van Gaal. “Antes del partido estaban charlando Cuchu y Di María, y yo me acerqué y le dije: ‘Hoy no corras mucho, hijo de puta, que últimamente estás en el aire’. Y ahí se cagó de risa. Venía imparable, no era chiste”.

Pero el que terminó festejando por duplicado fue Ulloa, a quien ya llaman un delantero truly brit, de estilo bien británico, especie en extinción en el fútbol moderno. “Acá tienen la idea del 9 gigante que aguanta todas, tipo Andy Carroll, pero el fútbol está cambiando. En muchos lugares el que era segunda punta terminó siendo el único delantero, y hasta se llegó a jugar sin delanteros. Para mí es bárbaro estar en la Premier, porque se juega rápido, a un toque, y te llueven centros desde los dos costados todo el tiempo. Pero me sigue gustando estar en contacto con la pelota y participar con mis compañeros. Además, eso te da una ventaja contra los defensores, que acá son enormes. Si te quedás, te toman el tiempo, pero si salís, los incomodás: o salen y dejan el hueco y se arriesgan, o me dejan ir y entonces ahí puedo darme vuelta y encararlos en velocidad”, cuenta sobre sus duelos con Terry, Cahill o Mertesacker.

Imagen UN TANQUE ARGENTINO. Aquí tratando de escaparle a la marca pegajosa de Cahill, en el partido contra el Chelsea de Mourinho.
UN TANQUE ARGENTINO. Aquí tratando de escaparle a la marca pegajosa de Cahill, en el partido contra el Chelsea de Mourinho.
La danza de cracks marea. “Es cierto. Juego contra Cesc, Diego Costa, Di María, Falcao... Jugué contra Messi y Cristiano Ronaldo, que me ganaron siempre, pero en el momento en que estoy en el partido, no pienso en quiénes son ni cómo son. En la tele y en la calle sí, son extraordinarios, pero soy muy competitivo, y en la cancha me moviliza el querer ganarles”, asegura.

Como todos los días, Ulloa se entrenó por la mañana, desayunó y almorzó en el club y ya durmió la siesta. A su mujer y sus dos hijas las tiene todavía lejos, en Brighton, a la espera de la mudanza definitiva. Se toma el tren o a veces maneja por la M1 para verlas. Tiene un cronograma de trabajo digitado para todo el mes, rutinario, casi inamovible. Llama a su familia a Río Negro, aprovecha para saber cómo le fue al Deportivo Roca en el clásico (suspendido por incidentes, cuenta). Hace tarea de inglés. Toma mates o cena con el Cuchu Cambiasso. Y por primera vez en su vida, sabe que su día libre es el miércoles. También le toca hacer tiempo en su casa hasta dos horas antes de los partidos de local. “Me levanto, desayuno, me baño, me afeito. Pensar que yo me pasé 8 días concentrados con Ruggeri, porque nos tocaron 3 partidos en una semana. El Cuchu también está sorprendido. Me decía: ‘En el Inter tenía que irme de mi casa dos días antes de los partidos, y acá me tengo que ir dos horas antes’. Es algo nuevo”.
Hasta cantito propio tiene Ulloa. “Oh, his name is Leonardo. Leicester’s number 23. Yes, he cost a fucking fortune, but he scores goals so that’s alright for me”. La canción, pegadiza, se volvió viral hasta ser un hit conocido: “Oh, su nombre es Leonardo. El número 23 del Leicester. Sí, costó una jodida fortuna. Pero hace goles y eso está bien para mí”, cantan los hinchas, antes de empezar más entonados desde el inicio.

“La verdad es que me reí mucho, al principio me dijeron que estaban cantando algo para mí, después ya me lo mandaron por internet y ahí vi la letra. El cantito es hermoso y me da mucha confianza. Aunque la parte de la jodida fortuna es un poco fuerte”, ríe Leonardo. “Si te soy sincero, todo esto todavía no lo vivo como mi mundo natural, no lo veo de esa manera. En Roca sé que está bastante revolucionando todo, acá lo noto un poco por los noticieros y las redes sociales, pero mi vida sigue siendo la misma. Es la misma que tenía hasta hace 8 partidos. Por supuesto que lo disfruto muchísimo, porque es como siempre me lo había imaginado, pero en mi día a día, realmente no ha cambiado nada, ni quiero que cambie nada, porque todo lo que hice hasta ahora me permitió llegar hasta este momento. Fue duro, costó, llevó mucho tiempo, sí, pero acá estoy”.

El fútbol tiene esas cosas. Estrellas fugaces que se consumen en 15 minutos. E historias silenciosas de resistencia y progreso, como la que encarna Ulloa, el número 23 del Leicester. A esta altura, ya podemos decirlo: un goleador de fábula.

Por Martín Mazur 
@martinmazur

Nota publicada en la edición de noviembre de 2014 de El Gráfico
Fotos: AFP