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Emiliano Spataro: Todo terreno

Acostumbrado a la agenda completa en TC, Super TC2000 y Top Race, Emi se prepara con mucho entusiasmo para afrontar su tercer Rally Dakar, al volante de la debutante Duster del Renault Team, alistada por las manos expertas de Oreste Berta y los hemanos Barattero.

Por Redacción EG ·

22 de diciembre de 2012
   Nota publicada en la edición de diciembre de 2012 de El Gráfico

Imagen FANATICO del rally, Spataro, reconocido piloto de TC y Super TC2000, aporta, en su participación en el Dakar, sus conocimientos de navegación y de mecánica.
FANATICO del rally, Spataro, reconocido piloto de TC y Super TC2000, aporta, en su participación en el Dakar, sus conocimientos de navegación y de mecánica.
-Yo tengo una ventaja, porque no hay otra cosa que me guste más que estar arriba de un auto de carrera. Si me preguntan qué prefiero en enero entre irme de vacaciones al Caribe o correr el Dakar, yo elijo 100 veces ir a correr el Dakar. Por eso, cuando surgen inconvenientes durante la carrera, siempre pienso que no puedo estar en mejor lugar que ahí. Cualquier cosa que me ofrezcas no va a ser mejor, y esa es una gran ventaja, porque mentalmente no me caigo, intento solucionar los problemas y seguir adelante para no volverme a casa.

-Tu identificación con el Dakar no es nueva...
-En realidad siempre fui un fanático de esta carrera. Cuando era chico, tenía en mi pieza pegados posters de los autos que corrían en Africa. Coleccionaba imágenes del Dakar y me encantaba leer las historias de los pilotos. Por eso, cuando vino a Sudamérica aproveché la oportunidad de estar más cerca y me instalé como espectador en el Nihuil, en Mendoza. Y al otro año, cuando surgió la posibilidad de poder correr, no me importó que fuera con el auto más barato que había (un buggy), yo quería cumplir el sueño de ser parte del Dakar y finalmente se dio.

-Pero, ¿cómo lo descubriste al Dakar, porque antes no se lo televisaba?
-Lo descubrí en las revistas y me acuerdo que siendo chico pedía que me compraran cualquier cosa en la que saliera algo del Dakar. Tengo en mi memoria autos, pilotos y anécdotas, todo me cautivaba y me sigue cautivando. Y se ve que mi admiración nace porque las primeras carreras a las que fui son precisamente de rally, en las que competía de manera amateur mi tío José Luis. En esos tiempos no me entusiasmaba mucho la pista, siempre prefería más el rally. De hecho tal vez hoy te sigo más por la tele una carrera de rally que una de pista. El Dakar es una carrera increíble. Y cuando la corrés te hacés más hincha por todo lo que significa. Realmente es impresionante, y el sólo hecho de llegar ya es un logro grandísimo.

-Y vos llegaste a la meta en las dos veces que participaste...
-Sí, aunque en ambos casos las carreras fueron extremadamente complicadas, quedamos varias noches en el desierto y hubo que trabajar muchísimo para salir adelante, pero llegué... Y completar el recorrido es muy emocionante, porque, en definitiva, concretás un sueño por el que esperaste tanto tiempo. Y a partir de ahí se viene el intento de mejorar año tras año y tener en el próximo la posibilidad de competir con un vehículo adaptado para semejante carrera.

-¿Cómo surgió la posibilidad de correr con la Renault Duster?
-La verdad es que hacía bastante tiempo que lo veníamos pensando. Después de terminar el último Dakar, me quedé con ganas de hacer algo importante, con un vehículo para aspirar a estar más adelante. Y le planteé esa idea a la gente de Renault, pensando en la Duster, y a ellos les gustó la idea. Se comenzaron a hacer diseños, se reunió a los mejores técnicos que creíamos capacitados para esta carrera, que es la más larga y difícil del mundo. Por eso, se buscó a Berta para los motores y a Barattero para hacer el desarrollo de todo lo que tenga que ver con el chasis.

Imagen PARADOJICO, un correcaminos como Spataro luce una remera con el Coyote. Foto: Emiliano Lasalvia
PARADOJICO, un correcaminos como Spataro luce una remera con el Coyote. Foto: Emiliano Lasalvia
-¿Creés que en el próximo Dakar tendrás más responsabilidad que en los anteriores?
-La responsabilidad estará centrada en representar a una marca del prestigio de Renault, que ya la represento con el Fluence en Super TC2000 y ahora afrontaremos juntos este nuevo desafío. Mi objetivo es claramente que la Duster llegue al final de la competencia. Sólo habrá dos en carrera, la mía con Benjamín Lozada y la de José García con Mauricio Malano. Y en ese compromiso estamos todos: Berta, Barattero y los pilotos.

-¿Cómo definirías al Dakar?
-Como una carrera con un montón de imprevistos, en la que cruzás por lugares increíbles y pasás por sitios que ni siquiera a caballo podrías atravesar. Hay momentos en los que decís “no puede ser, tengo que estar perdido porque es imposible que mi auto vaya a pasar por ahí”. Inclusive, te da la impresión de que cruzás por lugares que nunca alguien cruzó antes. Permanentemente surgen imprevistos por la dureza del terreno, te encontrás de pronto con un río seco, una pared de arena de dos metros o no te queda otra que tirar el auto por una pendiente. Imaginate, con ese panorama es evidente que van a aparecer problemas y hay que solucionarlos como sea. Las sensaciones son únicas, porque se vive cada situación muy al límite, a 45º de calor sin sombra y en condiciones tan extremas que en 15 días te pasa de todo.

-¿Cuándo volvés a la rutina los demás pilotos te preguntan por las vivencias?
-Durante meses les hablo del Dakar. En cada carrera de TC, Super TC2000 y Top Race sale el tema y no paro de contar anécdotas. Y todos se enganchan, no importa la edad. Es muy extraño que alguien no se entusiasme con esta competencia.

-¿Cuál fue la frase qué más te impactó?
-Siempre comento que me impresionó mucho cuando, en la primera reunión de pilotos a la que asistí, el responsable que había hecho la hoja de ruta dijo que estábamos por afrontar la carrera más larga y difícil del mundo. Ahí empecé a tomar conciencia de dónde me había metido. Y en la carrera te vas dando cuenta de cuánta razón tenía, porque, de verdad, no alcanzan las palabras para describir lo que vivís. Es dura, difícil, complicada y, en definitiva, eso es lo que la hace linda. Uno se prepara para eso, con algunos complementos alimentarios, vitaminas, pero el primer año bajé siete kilos y todavía no los pude recuperar. Aún no llegué a los 61 kilos que es mi peso normal (1,63 m de estatura). En el segundo Dakar terminé más entero, pero en el primero llegué realmente extenuado.

-¿Cuánto demorás en recuperarte?
-Como mínimo necesitás quince días, porque la exigencia es todos los días, durmiendo poco, a deshora, con mucho calor durante el día y mucho frío si te toca dormir en el desierto. Las variaciones climáticas son tremendas y encima no comés bien. Pero si lográs llegar al final de la carrera no importa nada y te relajas de una manera espectacular, porque cumpliste el objetivo.

Imagen AVANZA por las dunas el buggy que comandó Spataro, en su debut en el Dakar, en enero de 2011.
AVANZA por las dunas el buggy que comandó Spataro, en su debut en el Dakar, en enero de 2011.
-¿Cómo te preparás física y mentalmente?
-Para mí no es fácil, porque tengo una agenda muy completa y corro prácticamente todos los fines de semana. Casi no tengo domingos libres y voy a subirme a probar la Duster unos días antes de largar. Lamentablemente los 3 o 4 primeros días de carrera tendré que dedicarlos a la adaptación. El año que viene me gustaría dejar una de las categorías para enfocarme y entrenarme mejor para el Dakar. Es muy probable que deje el Top Race y corra en Cross Country, que es una preparación ideal. Así llegaría mucho más afianzado.

-¿Qué te pareció la respuesta del público?
-Me llamó mucho la atención cómo se identificó la gente con el Dakar. Los europeos no lo podían creer. En la primera carrera, que estuvo más días en la Argentina, me sorprendió la increíble cantidad de público que había por todos lados. En Tucumán, por ejemplo, paramos en un semáforo y estuvimos como una hora frenados y no podíamos avanzar porque nos pedían sacarnos fotos y autógrafos. La gente se venía arriba de los autos. Y en lugares medio desérticos en los que no veías a nadie, de pronto rompías una rueda y aparecía alguien a ayudar. Yo puedo decir que al Dakar lo disfruté como espectador y como piloto.

-Seguramente viste situaciones increíbles...
-Recuerdo a dos motociclistas que en una etapa de 800 kilómetros ya a los 50 habían frenado y estaban cansadísimos. Y sin embargo ellos no se daban por vencidos. Y están los otros, que venían retrasados y completan a la medianoche la etapa y se acuestan vestidos y listos para despertarse y seguir. Te cruzás con tipos que son aventureros de verdad y no llevan ni siquiera una carpa. En los campamentos vivac, que son ciudades montadas en la nada, todo se vive con mucha cordialidad y escuchás infinidad de idiomas diferentes. Las 24 horas pasan cosas en el Dakar.

-Por lo que contás es una aventura de 15 días...
-Mirá, para alguien que le guste los desafíos esta es la carrera ideal. Me tocó pedirle a una pareja de chinos que me ayudaran. Y habré estado media hora intentando explicarles que necesitaba que me remolcaran. Y otro día estábamos encajados y no había posibilidad de salir y pasaban los camiones, nos llenaban de tierra y ninguno frenaba. Pero logramos que uno se detuviera y, en la desesperación, le ofrecimos una recompensa y por suerte accedió. Por supuesto que ahí no teníamos nada de dinero, pero cuando llegamos al vivac cumplimos con lo pactado y le pagamos por la ayuda que nos permitió seguir adelante.

-¿Cómo es la convivencia con tu acompañante, Bejamín Lozada?
-El acompañante no sólo es importante en la navegación, sino también al congeniar, porque te pasás 12 o 15 horas de carrera a 10 centímetros de distancia. Y después nos vamos a dormir juntos en una carpa de 2 x 2 y al levantarnos seguimos pegados. Todo juega: el humor, la bronca, lo que sea. Salen las mejores y peores cosas de cada uno.

-¿Te imaginabas a los 36 años con este presente?
-No, porque cuando a los 33 se me abrió semejante oportunidad fue como cumplir un sueño. Siempre dije que si me dan a elegir entre correr una carrera de F1 y el Dakar, yo no dudo en elegir el Dakar.

Por Walter Nápoli