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TC, 80 años en carrera

Vigencia de una categoría todo aventura, adrenalina y lanzada en velocidad para vencer al tiempo, al rival y elevar el prestigio de una marca. En 8 décadas, el país entero conoció sus desafíos y magnetismo.

Por Redacción EG ·

13 de octubre de 2017
Imagen Toda la efervescencia de la última fiesta del TC en los 1000 km de Buenos Aires en el Autódromo de los hermanos Gálvez.
Toda la efervescencia de la última fiesta del TC en los 1000 km de Buenos Aires en el Autódromo de los hermanos Gálvez.
Las dos letras que la identifican al unirse cobran una fuerza similar al más poderoso de los motores. Decir o escribir TC adquiere el significado de algo muy íntimo de los argentinos, que ha permanecido inalterable a través del tiempo. Juan María Traverso nos contaba, con mezcla de orgullo y admiración, que en la época en la que el Turismo Carretera tenía como hábitat las rutas, se declaraba asueto en las provincias por las que pasaba. Y no es desmedida la frase de añejos conocedores cuando dicen que con el TC en acción se paraba el país.
La Argentina en pleno estaba pendiente de la carrera. Los medios periodísticos, entre ellos El Gráfico, atendían con lujo de detalles las hazañas, conquistas y –por qué no– sinsabores, más de una vez de tremendo dolor, debido a que el desenlace fatal no había podido ser esquivado.
Cada provincia o ciudad se encolumnaba detrás de sus vecinos, ilustres vecinos al volante de cupecitas y tantos otros autos especialmente preparados para merecer el sello del TC. Porque si hay una cualidad de esta categoría es justamente el sentido de pertenencia que despierta.
Qué mejor para interpretar sus valores, que activar nuestra memoria con ocho “joyitas” que nos confiaron en esta rica historia notables protagonistas del TC.   

1) Carlos Alberto Pairetti, campeón de TC en 1968, explicó así las virtudes del Trueno Naranja: “Para romper la hegemonía de los ‘toros’ hubo que hacer un auto muy especial. Los primeros puntos de ese campeonato los sumé con el Barracuda y después seguí con el Trueno. Vencer a la CGT, como les decían a los Torino de Eduardo Copello, Héctor Luis Gradassi y Jorge Ternengo, era un gran desafío. Tuve que ganar 8 carreras para salir campeón. En 8 meses ese Chevrolet me había dado mucho, pero lo más llamativo era cómo se había instalado en la gente. Era impresionante el público que se reunía a la salida de la General Motors, en San Martín, para ver cuando trasladaban el auto a alguna carrera”.    

2) Gastón Perkins, campeón de TC en 1969, nos supo describir su máquina ideal: “Tuve un apego muy especial por el Torino, porque me dio muchas satisfacciones. Cuando se armó el equipo oficial, fuimos con el TC a Villa Carlos Paz y mi objetivo era terminar la carrera, ya que no había tenido tiempo de asentarlo, pero terminé segundo. De entrada nomás advertí que se trataba de un auto distinto, fuera de lo común. Más moderno, más manejable por las suspensiones, muy seguro, doblaba bien y frenaba bárbaro. Yo pasé por todos los Torino, desde los preparados para competir, como las famosas Liebres, hasta los fabricados para tipo comercial. Y todos fueron muy nobles, con particularidades que resultaban atrayentes tanto para el que entendía de motores como para el que sabía poco de mecánica”.

Imagen En dúo, el Pato Silva (44 años) y Juan Tomás Catalán Magni (18) conquistaron los 1000 km de Buenos Aires.
En dúo, el Pato Silva (44 años) y Juan Tomás Catalán Magni (18) conquistaron los 1000 km de Buenos Aires.
3) Jorge Pedersoli, uno de los motoristas tradicionales del TC, dijo: “Con Mouras nos enfrentamos a todo”. Veamos por qué: “Inolvidable fue cuando corrí como acompañante de Mouras en el Gran Premio del Llano en 1976. Se sumaron tantas dificultades, que arrancamos con mucho frío, después llovió y luego empezó a nevar. Cuando querías cortar la acelerada, el motor seguía a fondo, porque se trababan las mariposas por el hielo que se formaba. Al encarar la última vuelta y casi éramos los ganadores, pasamos por un paso a nivel y tiraron algo. Nos agachamos del susto, pero era un ramo de flores. Es increíble el cariño que transmite la gente”.    

4) Raúl Cottet, acompañante y ayudante de Juan Gálvez. “Juan sabía que tenía que tener el auto bien y nada más, lo demás iba a venir solo. El trabajaba continuamente arriba del auto y lo manejaba muy bien. Por eso, llegó a ser nueve veces campeón y a convertirse en el que más carreras ganó. Era extraordinario y sentía el coche de una manera especial, como si formara parte de él. Lo que sí, era muy inquieto con las reformas, estaba muy encima de las novedades y de toda mejora que le podía hacer al auto. En el 59 me acuerdo de que vinieron de El Gráfico a hacernos una nota y nos tomaron el tiempo de cuánto demorábamos en reparar el auto. Era distinto, fijate que corríamos un Gran Premio con siete etapas y cambiábamos todo en plena carrera. En el taller desarmábamos el motor y en el equipo trabajábamos solo tres personas: Juan, el cuñado, él (Luis) y yo”, señaló Cottet, quien el 3 de marzo de 1963 también viajaba en la cupé el día del accidente en Olavarría cuando perdió la vida Juan. Y sobre la personalidad del ídolo, Cottet agregó: “En aquellos tiempos había ídolos y yo tuve la suerte de convivir con uno de ellos. La relación con la gente era sorprendente, porque Juan era un campeón y el público lo seguía y le transmitía su afecto. Mirá qué diferente era el TC, que nosotros íbamos a lugares donde no había hoteles y la gente del pueblo nos dejaba su casa para que descansemos. Esa época la disfruté mucho y el haber estado esos años al lado de Juan y su cupé creo que fue el mejor regalo que me dio la vida”.

Imagen Luego de 3 años de ausencia el TC volvió a ser una fiesta en el Autódromo porteño, con 67.000 personas disfrutando a pleno.
Luego de 3 años de ausencia el TC volvió a ser una fiesta en el Autódromo porteño, con 67.000 personas disfrutando a pleno.
5) Juan María Traverso. Alguna vez en El Gráfico, el Flaco había pronosticado así el día de su retiro: “Esto es igual a lo que les pasa a los futbolistas que dicen ‘cuando me cueste levantarme y agarrar el bolso para ir al entrenamiento, largo’. Yo soy muy amigo del Nene García Veiga y hace algunos años, cuando íbamos juntos a una carrera en Balcarce, paramos a dormir en Mar del Plata. Para llegar a tiempo, nos levantamos a las 6 de la mañana, pero cuando lo desperté, me preguntó la hora, me miró y me dijo: ‘me acabo de acordar por qué dejé el automovilismo’. Y es tal cual”.
De los 16 títulos conquistados por Traverso, seis de ellos fueron en el TC, tres con Ford (1977, 1978 y 1999) y tres con Chevrolet (1995, 1996 y 1997), una igualdad como para dejar contentas a las dos parcialidades emblemáticas de la categoría. Flaco, ¿cómo definirías el TC? “Tiene un alcance difícil de describir con palabras. Cuando uno recorre el país, se da cuenta de que el TC es la categoría que abrió los caminos y puso en marcha el automovilismo argentino. Correr en ella genera orgullo”, expresó. Y vaya orgullo, ya que ocupa con 46 triunfos el tercer lugar en la nómina de pilotos más ganadores, detrás nada menos que de Juan Gálvez (56 victorias) y Roberto Mouras (50). De las 235 pruebas en las que compitió en TC, 86 veces subió al podio, en 60 oportunidades ganó la serie y en 20 logró la pole position.

Imagen Oscar y Juan Gálvez, juntos, sonriendo.
Oscar y Juan Gálvez, juntos, sonriendo.
6) Y en la memoria colectiva quedó registrada para siempre aquella reacción de Traverso ante un choque de Gabriel Ponce de León en Río Cuarto en 2004. Con el paso del tiempo, en una entrevista con El Gráfico, el piloto de Junín nos confió: “Con Traverso está todo bien...”. Y al recibir Gabriel como obsequio el especial sobre Traverso que había publicado El Gráfico, explicó. “Aquella vez me equivoqué en la maniobra, pero al Flaco se le fue la mano con los insultos. Una vez nos encontramos en el camión de Urtubey y aclaramos todo. El siempre fue mi ídolo, si hasta tengo un autógrafo que me firmó cuando yo era chico. Hablamos de mi error y de las barbaridades que dijo, pero lo entiendo porque fue un momento de calentura”.
“Después de cada carrera –agregó Ponce de León– y una vez que llegábamos a casa en Junín dormíamos hasta tarde y el lunes la familia en pleno se juntaba a comer y leíamos los diarios. Recuerdo que por el episodio de Río Cuarto, nos fuimos juntando todos alrededor de la mesa y los diarios estaban en el medio y nadie se animaba a tocarlos. No los queríamos ni abrir…”.  

Imagen Las cupecitas a fondo, ante miles de entusiastas testigos, y la época en la que el gran escenario eran las rutas.
Las cupecitas a fondo, ante miles de entusiastas testigos, y la época en la que el gran escenario eran las rutas.
7) Oscar Castellano, el “Zorro de Lobería”, forma parte de las gloriosas páginas del TC, con tres campeonatos consecutivos: 1987 y 1988 con Dodge y 1989 con Ford. En el caso del “Pincho” se recuerda sobremanera aquella cupé Dodge que por color y potencia había sido denominada la “Naranja Mecánica”. La herencia familiar se prolongó con Jonatan, “Pinchito”, quien mantiene encendido ese naranja que los identifica. 

8) El cierre bien vale para una pulseada que dividió a la Argentina en los años 40. Fangio vs. Gálvez o Chevrolet vs. Ford. Oscar Alfredo Gálvez, quíntuple campeón de TC, decía: “Cuando hablo de Juan me refiero a Fangio y cuando digo Juancito es por mi hermano. Siempre tuvimos una excelente relación y con Juan hablamos mucho de la sensibilidad para llevar y sentir un auto. Durante toda mi vida admiré a los pilotos que sentían el auto donde termina la camiseta”.

Por Walter Napoli / Fotos: Prensa ACTC y Archivo El Gráfico.

Nota publicada en la edición de Septiembre de 2017 de El Gráfico