¡Habla memoria!

Guillermo Ortelli, el camino a convertirse en leyenda

A propósito de su retiro, el recuerdo del último de los siete títulos del piloto de Salto en el Turismo Carretera.

Por Redacción EG ·

17 de abril de 2022

Seguramente el asombro y la admiración que significó ver pasar el viejo Turismo de Carretera por la carrera del triángulo que formaban las localidades de Arrecifes, Salto y Carmen de Areco, se tradujo con el tiempo en que de allí surgiesen pilotos de inmenso talento. En el anterior número de El Gráfico consignamos cómo el arrecifeño Agustín Canapino se abrazó a la gloria con el título del Super TC2000, a lo que sumó durante los primeros días de diciembre la conquista en Salta del Top Race V6. Y ahora nos toca abordar a Guillermo Ortelli, vecino de Salto, que está apenas a 30 kilómetros de Arrecifes, y que volvió a escribir su nombre entre los grandes con su séptimo gritó de campeón en el supercompetitivo TC.

El Guille, con 43 años muy bien llevados (nació el 25 de abril de 1973), siempre parece tener la premisa de salir a triunfar en todas las carreras. Su mentalidad ganadora a todas luces nunca se toma descanso. Y en cuanto a las estadísticas, es evidente que no lo dominan por más extraordinarias que fueren, ya que él busca seguir siendo el mismo y mantener las idénticas ansias de campeón como si no lo hubiese sido jamás, más allá de que al cosechar siete títulos y ser heptacampeón haya superado al propio Juan María Traverso (6) y cada vez vea menos lejanos los insuperables 9 campeonatos logrados por el mítico Juan Gálvez. 

Y ya que lo mencionamos a Juan Gálvez, vale recordar también que él encabeza holgadamente con 56 victorias la nómina de pilotos más vencedores del TC, seguido por Roberto Mouras, con 50; el Flaco Traverso, con 46; Oscar Gálvez, con 43; Dante Emiliozzi, con 42, y Omar Martínez, con 33. Y en ese cuadro de honor, en el séptimo lugar con 32 se ubica Ortelli, con la salvedad, claro está, que el Gurí (51 años) y el Guille son los únicos que aún se mantienen en actividad.   

Imagen La imagen del auto con el que se coronó por quinta vez en la temporada de 2008.
La imagen del auto con el que se coronó por quinta vez en la temporada de 2008.
A los 21 años, cuando debutó en el TC en las 2 Horas de Buenos Aires en 1994, compartiendo la conducción del Ford de Fabián Acuña, Ortelli dejó en claro que su aparición no se limitaba solo a un estreno y se inscribió en la selecta lista de ganadores que vencieron en su primer carrera, hazaña reservada únicamente para Jorge Recalde, Ernesto Bessone y Juan Manuel Silva.         

Sus comienzos, como el de la mayoría de los pilotos, fue en la escuela del karting, primero con uno prestado y después ya con uno propio que le regalaron sus papás, Nelly y Hugo, quienes fallecieron en 2004 y 2015, respectivamente. Guille los recordó con mucha emoción al obtener su último título, el primero sin ninguno de ellos a su lado: “Les quiero agradecer a esos dos viejos maravillosos que tengo en el cielo, que me dieron fuerzas y me contagiaron su espíritu de lucha, que con paciencia, sacrificio y trabajo todas las cosas llegan”. A su papá Hugo era habitual verlo en el box y en cuanta carrera participara su hijo. Es más, sus allegados coincidían en que el verdadero fanático por los autos era el padre y que con su ojo avizor siempre estaba atento hasta el más mínimo detalle en la preparación de los autos.    

En aquellos tiempos del karting zonal, se recuerda la gran rivalidad que habían despertado Ortelli por Salto y Norberto Fontana por Arrecifes. Los memoriosos recuerdan que ya en esas pulseadas se les veía que tenían pasta para convertirse en grandes pilotos. Después, paradójicamente, los dos volvieron a encontrarse en la Fórmula Renault, aunque tan solo por 10 carreras, porque al Gigante de Arrecifes le salió la oportunidad de competir en la Fórmula Ford Suiza, de la que en 1993 fue campeón, y continuó hasta llegar al comando de un Sauber en la Fórmula 1.

Imagen Uno de los autos con el marcó sustanciales diferencias con sus rivales.
Uno de los autos con el marcó sustanciales diferencias con sus rivales.
Ninguno de los dos pudo saborear el título de campeón en la categoría escuela de la Fórmula Renault. Ortelli fue el que estuvo más cerca, cuando acarició el éxito y debió conformarse con el subcampeonato en 1993. Con el transcurrir de los años, aquellos vecinos-rivales cruzaron nuevamente sus destinos en este folclórico TC, categoría que, por supuesto, los pudo ver campeones a ambos.        

Después del controvertido desenlace en la última carrera del año en el Roberto Mouras de La Plata (se estimó una asistencia de 50.000 espectadores), que tuvo como máximos protagonistas a Matías Rossi y Mariano Werner, Ortelli describió cómo fue esa inesperada definición: “Me sentí muy feliz por semejante logro. Fue una carrera durísima, busqué la victoria desde el comienzo y no lo pude alcanzar a Manuel  Urcera. Por eso, cuando terminé y quedé segundo, empecé a felicitar por radio a todo el equipo por el gran trabajo y ahí me dijeron que se habían tocado Rossi y Werner, entonces entré en stand by. Me fui al parque cerrado, me bajé del auto, me senté tranquilo y la verdad es que empecé a rezar un Padre Nuestro en agradecimiento a que otra vez estaba frente a la posibilidad de un campeonato más. Después me lo confirmaron y abracé a Mateo, porque, la verdad, no tenía palabras. Quiero darle las gracias a todo el maravilloso Equipo JP Racing, un grupo de luchadores que ponen trabajo y esfuerzo para lograr los objetivos, a mis viejos, a mi familia y a todos los auspiciantes, amigos y la increíble hinchada de Chevrolet por el apoyo de siempre”.

Imagen Los seguidores de Chevrolet lo disfrutaron con pasión.
Los seguidores de Chevrolet lo disfrutaron con pasión.
La verdad que Ortelli tuvo razón cuando expresó con sus ojos iluminados y la voz entrecortada por la emoción: “Ni el mejor guionista podría haber imaginado una definición así. Es que cuando entré en la última curva, miré por los espejos y vi que Matías estaba cuarto y con eso le era suficiente para ser campeón. Pero de pronto todo cambió”. El segundo puesto final le permitía a Ortelli abrazarse a otro título, debido a que Rossi se clasificaba 24º. Esos 37 puntos de desventaja con los que había arrancado la jornada el de Salto se habían esfumado como por arte de magia. Por tercera vez, llegaba sin ser el favorito y se quedaba con todo, como en el 2001 en aquel recordado final en Río Gallegos en el que se retrasó el Gurí Martínez, o en el 2008, cuando el Pato Silva venía a paso firme como cómodo líder y de golpe se implementó la Copa de Oro y cambió el destino. El mérito de Ortelli en las tres definiciones fue siempre haber estado ahí, sin bajar los brazos y expectante para aprovechar la oportunidad, porque hasta que no termina todo, cualquier cosa puede pasar. Y lo de La Plata es el mejor ejemplo, ya que cuando Guille cruzó la línea de meta en la segunda posición, todavía no era campeón e instantes después, con el toque de Werner a Rossi, la historia tomó otro rumbo.   

Seguramente, durante largo tiempo, se recordará esta definición, que obligó a los comisarios deportivos a trabajar a destajo, que dejó a Ortelli con el premio mayor, a Rossi con el sabor extraamargo de haberse visto campeón hasta apenas 300 metros antes de la bandera a cuadros y que en un abrir y cerrar de ojos perdió todo y, por último, Werner con sus argumentos de haberlo intentado y haberle salido mal, con un costo deportivo y económico abultado, si es que se mantiene la suspensión por un año y 750.000 pesos de multa.     

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Volviendo a Ortelli y su consagración, él sintetizó de esta manera el respaldo que recibió desde su estructura: “No estoy encontrando las palabras para explicar lo que siendo en este momento. Sabíamos que ese fin de semana teníamos que ir por todo. No pudimos en la clasificación, pero sí en la serie gracias a un gesto increíble de Facundo Ardusso, que no me presionó en la largada y cedió la posición para colaborar conmigo y el equipo. En la final, el JP Racing me entregó un gran auto para correr, con gran ritmo, lo mismo que el motor de Jhonny Laboritto, quien en poco tiempo preparó un gran impulsor. También quiero agradecerle a Fabián Giustozzi por acompañarme en las fechas anteriores, siento que este campeonato también es para él. Por supuesto, mi eterno agradecimiento a todo el Equipo JP Racing que, como siempre, sueña y sueña, y cuando las cosas parecen más difíciles, ellos se agrandan y sacan fuerzas de algún lado para estar ahí, peleando bien arriba”.

A fines de 2015, Ortelli había renovado su relación contractual con el JP Racing por tres temporadas, con vencimiento al cumplirse el campeonato de 2018. Esta sociedad Ortelli & JP Racing ya supo treparse a lo más alto en 2008 y 2016, es decir, dos de los siete títulos del piloto de Salto se gestaron en los talleres que la estructura posee en Banfield, en el sur del Gran Buenos Aires. Es evidente que esta escudería resultó ser la más exitosa de la última década del TC, con 4 títulos en su haber: 2005, con el Pato Silva; 2006, con Fontana, y los dos de Guille, además de las conquistas del TC Mouras: 2010, con Pedro Gentile, y 2011, con Gastón Crusitta. Y en el 2016 se dio el gusto de cosechar victorias en todas las categorías que participó: TC, TC Pista, TC Mouras y Fórmula Metropolitana.

Imagen Superprofesional, Guille Ortelli es un maestro en la puesta a punto y sabe transmitir como pocos todo lo que sucede arriba del auto.
Superprofesional, Guille Ortelli es un maestro en la puesta a punto y sabe transmitir como pocos todo lo que sucede arriba del auto.
El recibimiento de Ortelli con su gigantesca Copa de Oro en Salto fue con todos los rituales propios de cuando un campeón regresa a su ciudad pocas horas después de la gran conquista. Lo pasearon en la autobomba junto con su hijo Mateo y todos los vecinos, sin distinción de edad, salieron a tributarle su cariño y admiración. Salto volvió a sentir el orgullo de que uno de los suyos fuese el más veloz entre los veloces. Bien de pueblo, con el automovilismo en la sangre y convencidos de que el séptimo no es el último y que aún puede haber más sorpresas...

Fuera del TC, Ortelli completó la agenda de 2016 al volante de un Cruze en la Clase 3 del Turismo Nacional y ganó en pareja con Agustín Canapino la carrera más importante de la temporada de Super TC2000: los 200 Kilómetros de Buenos Aires en un Chevrolet Cruze del equipo oficial.

Por Walter Nápoli / Fotos: Prensa ACTC y Archivo El Gráfico
*Nota publicada en la edición de enero de 2017 de El Gráfico