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Bernie Ecclestone, el fin de Mister F1

A los 85 años, el máximo estratega comercial de la F1 da un paso al costado a cambio de 8000 millones de dólares. Un personaje singular que manejó todo a piacere por más de cuatro décadas.

Por Redacción EG ·

24 de noviembre de 2016
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Tan admirado como temido, este exvendedor de autos usados y piloto de poca monta (tanto en motos como en fórmulas) se convirtió, como fruto de su ingenio para los negocios, en el estratega comercial Nº 1 del mundo motor, debido a su condición de artífice del gran cambio de fisonomía que experimentó la F1. Y tras poco más de cuatro décadas como mandamás, le llegó el momento de pasar la posta, aunque para hacerse a un lado embolsará nada menos que la escalofriante cifra de 8000 millones de dólares y mantendrá sus acciones personales intactas.

Su vida, a todas luces, resultaría propicia para cualquier libretista cinematográfico o para una de esas series biográficas. Sin dudas, él puede interpretar el papel protagónico como alguien superinteligente, sagaz al extremo, pícaro y hábil por donde se lo mire, como así también le cabe el rol del inescrupuloso, malvado, vengativo y excesivamente soberbio. La lista de adjetivos a favor y en contra podría ser interminable y seguramente será motivo de discusión cuando al mejor estilo de Rush, aquel filme que intentaba retratar la disímil existencia dentro y fuera de la pista de James Hunt y Niki Lauda, lleguen a la pantalla los sorprendentes procederes del auténtico Mister F1 en acción.

La hoja de vida de Bernard Charles Ecclestone resalta que era hijo de un pescador y a los 16 años abandonó la escuela para empezar a trabajar como operario en una red de gas local, con la única ambición por entonces de disfrutar de su hobby: el motociclismo. Quién diría que después de las frustrantes experiencias en velocidad con las motos, la Fórmula 3 de 500cc y el intento por llegar a la F1 en 1958, él se convertiría en amo y señor de la máxima categoría. Más allá de que en su puesto de manager el infortunio también lo acompañó, al fallecer dos de los pilotos por él representados: Lewis Evans en 1958 y Jochen Rindt en 1970, el único campeón post mórtem de la historia.

Su cintura política se hizo notar desde el vamos, puesto que al adquirir el equipo Brabham se convirtió de inmediato en el líder de la incipiente FOCA (Federación de Constructores de la F1). Bernie o Mister F1, como se lo suele llamar con asiduidad en el ambiente, siempre se las ingenió para ser el centro de atención, ya sea por sus frases poco diplomáticas, por la firmeza en llevar adelante ciertas ideas aunque la mayoría no estuviera de acuerdo, y por codearse con parte de su familia con el jet set y el lujo deslumbrante.

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La historia reciente indica que CVC Capital Partners vendió su paquete de 35,1% como accionista mayoritaria de la F1 al grupo estadounidense de medios y entretenimiento Liberty Media, creado hace un cuarto de siglo por el magnate John Malone. Así, ya pudo verse en el GP nocturno de Singapur a Ecclestone caminando con su nuevo socio, Chase Carey, quien a los 62 años y con una dilatada y exitosa campaña empresarial sobre sus espaldas presidirá la categoría.

En ese paseo por el impactante circuito de Marina Bay a mediados de septiembre, quedó claro que habrá que acostumbrarse a los prominentes bigotes de Carey, quien al parecer los utiliza para ocultar una antigua cicatriz que le produjo un accidente automovilístico. Y a Bernie se lo vio como quien le muestra su casa recién vendida al nuevo dueño. Hasta llamó la atención cómo Mister F1 escondía su credencial en el bolsillo de su tradicional camisa blanca.

¿Será el fin de Bernie o simplemente se trata otra vez de una de sus jugadas magistrales? En principio, hay cambio de mando, pero Bernie se mantiene como director. Habrá que ver quién cederá primero cuando surja el primer cortocircuito por visiones diferentes. En el comienzo nomás, Carey dijo que “la F1 no debe ser una dictadura y puede pasar a otro nivel”. Y esa frase precisamente se contrapone con el pensamiento que expresó en más de una oportunidad Ecclestone: “No creo que la democracia sea productiva. De hecho, no hizo cosas buenas en la mayoría de los países. Siempre debe haber alguien para prender y apagar la luz”.

Por momentos, Bernie parece abrazarse eternamente a la conducción cuando dice: “Voy a seguir 25 años más al mando de la F1”, y de pronto, todo lo ve desde otra óptica y lanza un contundente: “Lo único que me queda por hacer es morir y pagar mis impuestos. Aparte de eso, no tengo más nada que hacer. Gracias a Dios, no necesito dinero ni necesito trabajar, y si por casualidad las cosas no van para la dirección que yo creo adecuada, entonces desapareceré”.

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El que avisa no traiciona, se suele decir. Bueno, Bernie ya anticipa que si lo dejan hacer lo que él viene haciendo desde hace cuatro décadas, todo irá de maravillas, caso contrario, será difícil congeniar. “No sé qué ideas tienen en Liberty Media, pero primero tendrán que aprender el trabajo”, dejó en claro un auténtico Bernie, marcando fiel a su costumbre el territorio.

En su colección de frases antipáticas, de las que luego tuvo que retractarse, Ecclestone tiene aquella que “la muerte de Senna le había hecho bien a la F1”. O esa tan poco feliz que decía: “Antes, la forma de anular pilotos era más directa, porque morían uno o dos por año”. Y en afán de pecar por su verborragia se recuerda cuando expresó: “Lotus, Hispania y Virgin son una verdadera calamidad para la F1. Espero que nos deshagamos pronto de esos inválidos”.

Lo que sí, Ecclestone no esquiva el compromiso, al contrario, dice lo que piensa crudamente y sin anestesia. “Nunca pensé en jubilarme. ¿Para qué? La gente se jubila para morir y yo amo el trabajar”. Y en esto tiene toda la razón, porque quienes han sido sus compañeros de trabajo coinciden en que es incansable, detallista y prácticamente nunca detiene su marcha. Alguna vez ese estrés le jugó una mala pasada y debió permanecer internado, pero su incesante búsqueda por hacer negocios jamás se desconecta. 

Así es como de un origen de clase media baja, él llegó a convertirse en el cuarto británico más rico. Su fortuna, a pesar de los divorcios que le hicieron dejar varios millones en el camino, lo catapulta a una elite, más allá de que él se permita bromear como cuando apareció su suegra secuestrada en Brasil después de 9 días: “Todos saben que no pagaría ni un céntimo por una suegra”. Aunque más de uno dudó si hablaba en serio o no.

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Y frente a la encrucijada política que se deducirá en noviembre próximo en los Estados Unidos, Bernie volvió a ser directo y manifestó sin inconvenientes su vaticinio: “Sería bueno para el mundo que ganara Donald Trump”.   

Los 44 años de Ecclestone al frente de la F1 invitan a un rápido ejercicio de memoria para recordar también a otros dirigentes deportivos de envergadura que se mantuvieron durante varias décadas como líderes en sus trincheras. Julio Grondona es el más cercano que tenemos, puesto que se mantuvo como cabeza de la AFA desde 1979 hasta su fallecimiento en 2014 y desde 1988 ocupó la vicepresidencia de la FIFA. También surge la figura de João Havelange, recientemente desaparecido a los 100 años en plenos Juegos Olímpicos de Río, quien condujo el ente rector del fútbol mundial del 74 al 98.

También puede considerarse al multifacético Silvio Berlusconi, que más allá de sus idas y venidas para presidir Italia misma, se mantuvo como presidente del Milan desde febrero de 1986. Y para completar este rápido repaso, vale mencionar a personalidades como Santiago Bernabéu, que condujo al encumbrado Real Madrid por un período de 35 años hasta su muerte en junio de 1978, y a Juan Antonio Samaranch, que orientó un cambió profundo en los Juegos Olímpicos y presidió el COI desde 1980 hasta el 2001 y falleció a los 90 años.     

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Y ya que parece productivo ejercitar la memoria, este cronista recuerda una visita de Ecclestone a la Argentina en marzo de 1994. Fueron apenas un puñado de horas en las que Bernie recorrió sin respiro el Autódromo Oscar Alfredo Gálvez de la ciudad de Buenos Aires. Aprovechaba un GP de Brasil para hacerse una escapada y ver en qué condiciones estábamos. Esa vez, ante las inquietudes argentinas, dijo: “El circuito de Buenos Aires puede dar espectáculo, tiene un poco de todo”. Y agregó: “Produzcan un piloto y yo le doy la licencia”. Y cuando se le recordó que había dicho que Palermo era el único escenario posible para el regreso de la F1, se sonrió y expresó: “Como se verá soy un políticoc.   

Ecclestone exagera al decir “que no recuerda que alguna vez haya sido amable con un periodista”. Y sustenta su comportamiento: “No tengo siempre un buen trato por parte de la prensa. Yo abro la boca, digo la verdad y todo se tuerce”.

Por Walter Napoli / Fotos: AFP y Archivo El Gráfico

Nota publicada en la edición de octubre de 2016 de El Gráfico