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Paulo Vilouta

Hombre de radio y televisión, nos cuenta acerca de sus inicios, sus incontables participaciones en diferentes programas de radio La Red y sus planes para 2009.

Por Redacción EG ·

05 de diciembre de 2008

-¿Qué te llevó a hacer radio?
-Me gustaba todo lo que era, en su momento, el fútbol y escuchar a los relatores de fútbol. Como trabajaban en ese ámbito, me acerqué a la radio y, desde que empecé, nunca dejé de hacer radio, creo que es el medio que al periodista lo nutre muchísimo; por sobre la televisión. Le permite ver a la gente cómo pensás, qué opinás y hoy hago más actualidad, estoy haciendo fútbol otra vez, y en el caso puntual del fútbol tiene una fuerza tremenda porque la gente tiene que lograr imaginar lo que vos estás contando al relatar un partido de fútbol, lo que no es poca cosa.
-¿Preferís hacer un programa de radio o uno de televisión?
-Me gusta mucho hacer televisión, pero no dejaría nunca de hacer radio.
-¿Qué diferencias notas entre ambos ámbitos?
-En la radio los tiempos son distintos, no trabajás con la presión y la locura del rating de la televisión. Podés preguntar, repreguntar, pensar más… la tele tiene ese vértigo que la luz roja impone y que hace que también que mucha gente que trabaja en la tele no sea la misma que en la radio. La radio es más suelta, más espontánea, más normal y en la tele se prende esa luz y todo cambia. La ropa, la tensión, el tiempo, el minuto a minuto, lo que rinde, es mucho más estresante.
-En la radio trabajás más distendido…
-Es otra cosa, a pesar de que es tenso. Yo porque me acostumbré y trabajo en esto, pero cuando haces actualidad tenés notas muy pesadas y, si transmitís un partido de fútbol, vivís 90 minutos obsesionado siguiendo a una pelota para no perder detalle y no confundir jugadores. Es súper tenso también, será que como no te ven, uno trabaja como detrás de una cortina y es distinto.
-¿Cuándo comenzaste a relatar?
-Yo de chico pensé que iba a ser relator, si me preguntabas que me gustaría ser contestaba relator de fútbol. Después, me di cuenta de que me gustaba ser periodista. Entonces, hoy soy un periodista que puede relatar. En algún momento, las autoridades de la radio quisieron que tenga un perfil más de actualidad, no deportivo, pero mi contacto con la gente pasaba siempre por lo deportivo. Durante tres años no hice un solo partido y no me cambió la vida. Surgió de casualidad, Mariano Closs estuvo enfermo en la apertura del campeonato, me pidieron si lo podía hacer. Lo hice, me propusieron seguir y me entusiasmé porque me gusta. Esa gran vocación, lo que pensé que iba a hacer, lo hago siendo periodista que sabe relatar. No relator de fútbol que no hace periodismo.
-No querías encasillarte en algo…
-No soy de esos que van a la cancha y relatan un partido. Los grandes relatores trabajan como periodistas, como Mariano Closs, Víctor Hugo, Marcelo Araujo. No es voy a la cancha, relato un partido, hablo nada más de fútbol y después desaparezco. Me sirve para ampliar mis conocimientos. Al tener la tira, no pasa esto de que si no trabajás todos los días, llegás el domingo como perdido. Probablemente, lo escuchaste o lo viste en otro lado, pero no es lo mismo si vos las estás trabajando.
-¿Qué te aportó haber hecho tantos reemplazos de conductores en Radio La Red?
-Yo fui el “reemplazante de”, reemplacé a Marcelo Araujo, Fernando Niembro, Oscar Gómez Castañón, Mónica Gutiérrez, Mirtha Legrand, Santo Biasatti, un sinfín. Algunos me dicen cómo hiciste o cómo lo haría hoy, si lo tengo que hacer, digo que respetando el programa. Yo trabajé con Araujo durante ocho años. A los tres meses de comenzar, Marcelo se fue de vacaciones y me dije ahora qué hago. Lo que hay que hacer es mantener el programa que tiene el sello de un conductor. Tenés que respetar sus cortinas, sus tiempos, el estilo. No puedo hacer lo que se me da la gana, porque no es mi programa. Yo formo parte de ese programa. En la vida periodística, siempre se tiene algunas personas con las que uno no se lleva bien. Supongamos que Araujo no hablaba con el presidente del equipo B y yo al día siguiente, como él no está, sacó a ese dirigente al aire. Yo siempre tuve una línea, mantuve los estilos, las formas y ninguno se sintió molesto, porque el reemplazante a veces llega para dar una mano y otros vienen con una bomba para explotar el programa para quedárselo. Hay que ser prudente y manejar eso, pero a mí me ayudó a crecer.
-¿Qué periodistas marcaron tu carrera?
-Tengo un antes y un después de haber conocido a Araujo, Niembro y Adrián Paenza, que trabajó conmigo en Fútbol de Primera. En su momento, desde la docencia Adrián nos marcaba un montón de cosas, nos reventaba y nos agarraba una amargura. Ahora que estoy más grande y veo a los chicos que empiezan, digo cuánta razón tenía y cuántas cosas me enseñó. Desde conjugar los verbos; poner los artículos; decir “se entrena” y no entrena, como todo el mundo titula. Nos enseñó un montón de detalles, que en su momento fueron un fastidio como cuando te decía algo el maestro del colegio, pero que te forman.
-¿Qué te enseñaron?
-Marcelo y Fernando me enseñaron a tener otro estilo de periodista, a preguntar, repreguntar, a buscar información y a no tener ese estilo cómodo que tienen la mayoría. Como si fuera una mesa de café, nos sentamos y hablamos de fútbol, total de fútbol hablamos todos. A ellos los agarré en la cumbre de sus carreras y me sirvió. Con Araujo, fui el Javier Portales de Alberto Olmedo por mucho tiempo. Ese segundo lugar, que lo podría haber ocupado muchísima gente antes que yo, me sirvió para crecer mucho y la pasé bárbaro. Con Cherquis, que también es superprofesional, me di cuenta que uno llega con muchos vicios o cree que sabe cosas, que son muy distintas.
-¿Qué te motivó a estudiar abogacía?
-No era mi vocación, pero eran otros tiempos. Cuando mis compañeros del colegio hicieron tests vocacionales e iban a ser médicos, arquitectos, ingenieros, todas carreras fatales. Yo era el único que tenía una vocación distinta. No es como hoy, que un chico dice quiero ser cantante y lo hace. Mis viejos aceptaron cuando dije que quería ser periodista deportivo, pero íntimamente, yo decidí estudiar otra cosa porque no sabía como me iba a ir con esto. Elegí abogacía, porque era la carrera de todos los que estudian algo cuando por ahí no tienen una vocación definida. Lo llevaba porque no es difícil, lees, lees y lees y aprendes. No era mi vocación, no me veo en un estudio, ni en los tribunales, ni defendiendo gente. Cuando gané mis primeros sueldos y empecé a ver que esto podía caminar, con el apoyo de mis viejos que siempre fueron de fierro, crucé el río y ahí quedó.
-¿Qué otras ramas del periodismo te interesan?
-Me gusta todo lo que es la actualidad. El periodismo deportivo me enseñó a conducir, porque el relator es bastonero y el periodista que quiere conducir tiene que tener ritmo. Yo siempre leí los diarios desde la página uno, no leía solo deportes. Me gusta mucho la política, les presto atención a los policiales porque a la gente le gusta, entiendo mucho de economía, me gusta mucho los espectáculos. No digo esto no, porque el periodista tiene que estar atento a lo que le gusta a la gente. Yo tengo que entrar y salir de esos temas, así me gusten mucho o poco.
-¿Te cansa que te pregunten por el caso Rímolo?
-No, fue un momento en que se hizo público algo. Trabajé con Silvio Soldán durante un tiempo, andaba con un problema de gordura y él me recomendó. Yo entré a un lugar pensando que al ser la pareja de Silvio iba a ser todo bárbaro, fantástico y honesto. Además, habían ido otros periodistas, pero tuve una mala experiencia. Se difundió y sirvió, hasta el momento que estalló, para que no hubiera gente que estuviera metida con una chanta semejante. Conté la experiencia que me pasó, porque así como Rímolo, hay un montón de gente que no estudia, ni pasa por la puerta de una universidad y se le ocurre jugar al doctor. Esta señora jugaba al doctor. Obviamente, que me demandó una exposición fuerte, pero no era una crisis amorosa, era un tema que perjudicó mi salud y podría hacerlo con otra gente. Desde mi lugar mediático, alerté a otros.
-¿Cómo quedó la relación con Soldán?
-Después con Silvio, hubo un tiempo en el que no tuvimos ningún tipo de relación. A mí me molestaba porque sé que es una muy buena persona. En su momento, me hubiera gustado que diga yo no sé lo que hace ella. Si yo tengo una pareja que está en algo que no es muy claro, y va gente conocida, sé que en algún momento voy a tener un problema. Después nos cruzamos en un almuerzo de Mirtha Legrand, quedó todo como que él no tenía que ver y hoy si nos vemos nos saludamos. Lo eximo del problema porque estaría el amor de por medio.
-¿Cómo te afectó todo ese tema?
-Perdí tiempo, plata, fue una estafa. Te revisa una mujer que no es médica, te recomienda cosas. Yo tuve un problema pronunciado de baja presión. Me daban medicamentos con los que no daban pie con bola, me los cambiaban y me seguían cobrando. Cuando dije que eso no podía ser, me dijeron que hable con el abogado y como no me gustó esa actitud entramos en un pleito, unos pocos días de explotar la situación. Soy querellante de una causa, pero nunca cobré un peso, no me senté a hablar con nadie, nunca le pedí plata a Soldán, ni a nadie. Ya estuvo presa y lo pasó realmente muy mal, pero el hecho de que no esté trabajando es un gran alivio para toda la gente que podría haber perjudicado.
-¿Cuáles son tus planes para el año que viene?
-No va a cambiar mucho, voy a seguir con Noticias en América, porque me siento cómodo y me gusta. Continuaré con la radio a la tarde. Tenía un proyecto para arrancar en enero, pero con la crisis está un poco frenado. Y seguiré con el fútbol, que ahora que me subieron otra vez al tren, no me van a dejar bajar.
 

Alejandra Altamirano Halle