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Cocca, Independiente, Patronato, Angelici, River. Se fue.

Un salpicado por diferentes temas de este domingo cargado de fútbol, emociones, sueños y angustias.

Por Diego Borinsky ·

07 de diciembre de 2015
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Se fue Diego Cocca de Racing. Se fue clasificando al equipo para la Copa Libertadores, la segunda consecutiva que disputará La Academia (hecho que sólo se había dado en 1967-68), completando un ciclo con números de ensueño: 40 partidos ganados, 14 empatados y 15 perdidos, para redondear un 65 % de eficacia. Son números que no parecen de Racing. Eso sí: Cocca también se fue con el sello racinguista, logrando el objetivo con angustia, cortando clavos hasta el último instante. Sin sufrimiento no es Racing, está clarísimo. Y se fue con un estadio repleto rindiéndole tributo con el clásico cantito “que de la mano, de Diego Cocca, todos la vuelta vamos a dar”. Y pensar que estuvo a punto de ser despedido por una simple declaración y por la escasa simpatía que despertaba en la mayoría de los periodistas. Hay que dejar a los entrenadores desarrollar su proyecto, al menos por un año, para elaborar conclusiones.

Se fue Independiente del 2015 sin poder llevarse el premio mayor, pero sí el consuelo de la Sudamericana. Se fue con el orgullo fortalecido, pese a la derrota global en los 180 minutos, arañando una hazaña que le hubiera competido a la máxima alcanzada por un equipo en el fútbol argentino, aquel empate heroico con tres hombres menos ante el poderoso Talleres de Córdoba en la final del Nacional 77. Esta vez, el Rojo se quedó con dos hombres menos, y con dos menos se puso en ventaja 2-1 y en el descuento tuvo una bola para clavar el 3-1 y llevar el partido a los penales, pero el disparo de Cuesta se fue apenas rozando el ángulo derecho del arco de Saja. Cebolla Rodríguez, en una pierna, demuestra que tiene una jerarquía que le puede aportar muchísimo al Rojo.
 

Se fue Guillermo Barros Schelotto de Lanús clasificándolo a la Copa Sudamericana. Un ciclo de tres años y medio en el que el Granate peleó casi todos los campeonatos y copas en los que participó, en los que definió un estilo ofensivo y de pelota al piso bien jugada, pero también caracterizado por la protesta permanente y la exaltación al borde del campo de juego. Guillermo es un proyecto de gran entrenador, pero si no se calma y reflexiona no llegará muy lejos.

Se fue Angelici. Se fue en relación a sus competidores, picó en punta y le sacó 12 puntos de ventaja a Jorge Amor Ameal en las elecciones de Boca, que contaron con record de participantes, más de 26 mil, y conducirá los destinos de su club por 4 años más. Parecía casi imposible que se le escapara, con el apoyo de Carlos Tévez y la conquista, sobre el límite mismo de la elección, de dos campeonatos. El macrismo sigue imponiéndose en las elecciones de todo tipo y color.
 

Se fue Patronato de Paraná del Nacional B, tras vencer por penales a Ramón Santamarina de Tandil. Un equipo que la viene peleando desde hace tiempo con planteles muy competitivos. El héroe de la noche se llama Sebastián Bértoli, el arquero que detuvo el último penal, que además de ex taxista es concejal de su ciudad. Ese mismo Bértoli, en 2012, fue el verdugo de River en la anteúltima fecha del Nacional B atajándose la vida, incluso un penal en los minutos finales al Chori Domínguez, que casi mata de un infarto masivo a los millones de hinchas millonarios atormentados. Confeso hincha de River, actuó como debe hacerlo un profesional que se precie y casi manda a su equipo de corazón a quedarse un año más en el Nacional B (lo salvó Chacarita, al día siguiente, al vencer a Rosario Central en Arroyito). Bértoli ayer tuvo su premio. Los gestos honorables suelen ser recompensados.
 

Y por último, River se fue a Japón. Y a propósito de Bértoli, vale ver los gestos de los hinchas de River en el instante en que Bértoli ataja el penal. Es un simple click en youtube. Pasaron 3 años y medio y esos mismos hinchas, multiplicados por miles, ayer hicieron colapsar el tránsito en la Autopista Ricchieri. Nadie les puede robar el sueño de que esta epopeya comandada por Gallardo tenga final feliz con Messi llorando en el césped del Yokohama Stadium. Nadie.