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Nicolás Otamendi se consolidó como figura

Reinsertado por Gerardo Martino en la Selección, el marcador central se ganó un lugar en el equipo y rindió a destajo en la Copa América. Radiografía de un tipo que elevó su nivel en el Valencia en la última temporada, y que lo trasladó a Argentina para dejar atrás los malos tragos de 2010 y 2014.

Por Darío Gurevich ·

17 de agosto de 2015
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Se sacó la espina del Mundial de Sudáfrica 2010, de aquella fatídica derrota ante Alemania en la que jugó como ¡lateral derecho! Se quitó la bronca que tenía por no haber integrado el plantel que terminó siendo subcampeón del mundo en Brasil 2014. Pero la alegría no fue completa. Se entiende a la distancia, desde los pupitres de prensa escrita del Estadio Nacional, su rostro afligido por la chance de coronarse que se escapó. Sin embargo, Nicolás Otamendi, que ni siquiera se expresó a través de su cuenta de Twitter (@Notamendi30) luego de la final, debe dormir tranquilo. Porque resultó ganador en la Copa América, al margen de que ese triunfo no se reflejó como una estrella para el grupo, para “la banda”, como suele decir. De todos modos, su conquista no nació en Chile 2015.

“Mi familia me apoyó siempre. Fue un golpe duro haberme quedado afuera del último Mundial, pero me levanté. En Europa, había fichado para el Valencia, un club que tiene un proyecto, y tuve un buen rendimiento. Crecí mucho en la última temporada: fui protagonista y rendí al máximo en el equipo para dejar una marca. Porque en el club, hay una historia detrás que es la de Fabián Ayala. Todos me comparaban con él durante mis primeros partidos. Pero yo quería hacer la mía, y eso me mantuvo tranquilo y disfrutando del fútbol”, aseguró.

A raíz de su impresionante nivel en España, Gerardo Martino lo reinsertó en la órbita de la Selección, y el defensor denotó que esa frase trillada en el fútbol, que se refiere a que “los jugadores se sacan y se ponen solos”, no es verso. Otamendi, en consecuencia, compitió por un puesto entre los titulares, se lo quedó, y se transformó en una de las figuras de la albiceleste a medida que transcurrió la competencia.

Tiempista, una garantía en el anticipo, firme en el juego aéreo, y talentoso para conducir y ser salida permanente desde el fondo, anduvo bien en los cinco partidos que disputó –todos desde el arranque–. Incluso, hasta elevó su propia vara en dos ocasiones, en las que redondeó actuaciones superlativas, para atesorar en el archivo.

Ante Uruguay, su enjundia salvó al equipo: corrió de área a área, tras una pelota parada a favor, y sacó del buche el empate charrúa; después, en la jugada siguiente, se tiró de cabeza para que Arévalo Ríos no pateara. Frente a Colombia, coqueteó con el gol a los 35 minutos del segundo tiempo: Angel Di María ejecutó el tiro de esquina con precisión, Nicolás le dio de lleno, David Ospina la pellizcó, la pelota le dio un beso al palo izquierdo del arquero, recorrió la línea de cal, y Juan Camilo Zúñiga la reventó. Hubiera sido el 1-0, la clasificación rumbo a las semifinales sin depender de los penales. Pero no fue, porque el destino no quiso.

No obstante, la explicación sobre su notable rendimiento no surgió a partir de su segunda etapa en la Selección, en la que volvió a disputar un partido oficial el 14 de octubre de 2014, en el 7-0 ante el ignoto seleccionado de Hong Kong. El argumento, entonces, había que buscarlo en la última temporada en su club. “Cambié en lo futbolístico en el Valencia. Pasé a ser un defensor referente y agresivo; así los delanteros sienten que tienen a uno que les va a meter desde atrás sin importar quiénes sean”, afirmó.

Respecto a su look europeo, de barba tupida, que va con su fama de defensor recio, bromeó: “Si asusto más a los delanteros con esta barba, bienvenido sea”.

Sin embargo, no nos dispersemos y volvamos a lo futbolístico, que es lo que vale en definitiva. El Tata admitió que Otamendi “está entre los cinco mejores centrales del mundo”. Pero el futbolista de 27 años no se la creyó: “Es un reconocimiento, pero esto no me confunde en nada. Tengo los pies sobre la tierra y disfruto de estar en la Selección; y eso lo trasladé al campo de juego”.

Aún no se sabe cuál será su destino en Europa. Su representante, Eugenio López, descartó, al cierre de esta edición, que el Real Madrid lo fiche. ¿Se irá al Manchester United? ¿Querrá seguir en el Valencia? La realidad es que el tipo que surgió en Vélez, y que pintaba muy bien desde ahí, aprovechó su oportunidad en la Copa América: logró consolidarse entre los titulares en la Selección al rendir a destajo, enalteció su imagen y agrandó su vidriera. Es cierto: no fue campeón. Pero se llevó más que una medalla.

Por Darío Gurevich / Foto: Alejandro Del Bosco - Enviados especiales a Santiago de Chile

Nota publicada en la edición de julio de 2015 de El Gráfico