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Así no lo ganamos

Si Argentina quiere levantar la Copa el 13 de julio, deberá levantar los niveles y revisar algunas actuaciones individuales.

Por Elías Perugino ·

03 de julio de 2014
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Ya pasó la locura del martes. El desahogo tras el gol de Di María, la angustia por “el palo de Dios”, la respiración en suspenso hasta que la cabeza de Basanta desactivó el tiro libre de Shaqiri.
Ahora que ya gritamos, que ya festejamos, que ya relajamos, debemos volver a la fría tarea del analista y concluir, sin atajos ni anestesias, que jugando de este modo no vamos a ganar el Mundial, a menos que contemos con un impulso gigantesco de la providencia.

Jugar “de este modo” es ganar por relámpagos individuales o una pelota parada. Jugadas iluminadas como las de Messi ante Bosnia, Irán o Nigeria; como la del propio Leo y Di María frente a Suiza; como el corner que capitalizó Rojo para sellar el 3-2 contra los africanos.

Jugar “de este modo” es encomendarse a un funcionamiento resquebrajado que no consigue elaborar juego, rezar para que no se nos pierda la ilusión en el Triángulo de las Bermudas que forman la espalda de Gago y el área de custodia de Zabaleta y Fernández.

Jugar “de este modo” es dejar a Messi librado al azar de su genio, sin el respaldo de compañeros que deberían circularle alrededor con más vivacidad para generarle opciones de pase o maniobras de distracción.

“El equipo juega así, esto no lo vamos a cambiar en tres días”, se sinceró Mascherano tras la victoria ante los helvéticos. Se refería a lo que ellos definen como un “equipo directo”, es decir, una estructura colectiva cuya esencia no radica en la tenencia y la elaboración, sino en acertar el tiempo y el lugar de la presión, recuperar e, inmediatamente, prenderle fuego a la réplica, al contraataque.

Esa característica que describe Mascherano ha sido muy difícil de implementar ante los rivales que apelaron a esquemas ultradenfesivos, con 8 o 9 jugadores detrás de la línea de la pelota. Y ante ese problema lógico e imaginable, la Selección encontró respuestas espasmódicas, no redondeó 90 minutos de solvencia total en ninguna de sus cuatro presentaciones.

Ya inmersos en la recta final, donde los errores se pagan con un pasaje de regreso, algunas actuaciones individuales deberían ser revisadas. La Copa de Federico Fernández, Gago e Higuain merece un replanteo serio. El central ha rendido de menor a menos que eso, contra Suiza mostró su peor versión: errático, saliendo a destiempo, descuidando su espalda. Hasta aquí, Gago no equilibró su sector ni fue el nexo lúcido del primer pase, siempre le endosó tareas extras a Mascherano. Y al Pipita lo jaquea haber llegado a la competencia con poco ritmo: se nota en la lentitud para girar, en ese microsegundo de más para reaccionar y aprovechar una situación favorable, que es el tiempo de repentización que mostró Palacio las veces que le tocó ingresar.

Es hora de encender los motores que están adormecidos y ajustar el perfil del equipo con algunos cambios, porque así, contra rivales jerarquizados como los que se vienen, así no lo ganamos.