(sin categoría)

Invitación al descontrol

Los sucesos de Egipto y las provocaciones de Boca-River, ¿dos hechos sin relación?

Por Martín Mazur ·

02 de febrero de 2012
Imagen
Las imágenes de la tragedia en Egipto llegaron en la misma semana que en la Argentina se inició con un partido que pudo haber terminado igual de mal. El Boca-River de Mendoza, revancha del superclásico jugado tres días antes en el Chaco, tuvo todos los condimentos necesarios como para terminar en una masacre.

Desde distintos sectores se elogió al operativo policial, sin tomar en cuenta que la provocación vista en la tribuna de Boca superó los límites imaginables, a años luz de lo que podríamos encuadrar como el folclore futbolero.

Ni en el mejor escenario posible (a grandes trazos, sería un imaginario partido en La Bombonera, con una imaginaria connivencia entre la barra y la dirigencia, más una imaginaria vista gorda de la policía y los organismos de seguridad), se podría haber llegado a un stock de provocación tan sorprendente como el que se registró en la tribuna de Boca en el Malvinas Argentinas.

Banderas negras, con gigantes leyendas alusivas a la "muerte" de River (con cruz y Q.E.P.D. incluidos), velas (no una ni diez, sino... ¿cuántas fueron? ¿Mil?), dos coronas de flores con los nombres de Passarella y López, un ficticio ataúd con la camiseta de Ortega y toda la parafernalia fúnebre digna de una creación de Tim Burton.

Durante el partido que derivó en la tragedia, en las tribunas del estadio de Port Said hubo algunas provocaciones reflejadas por las crónicas en vivo de losmedios árabes, incluso antes del final. Algunas banderas y camisetas de un jugador rival mostradas a la tribuna de enfrente, por ejemplo. No fue este el motivo del choque, pero todas las chispas contribuyeron al baño de sangre.
Es cierto: Egipto vive una situación de precariedad extrema, tanto en lo político como en lo social, en la que el fútbol no puede estar ajeno.

¿Pero por casa cómo andamos? El descenso de River contra Belgrano transformó por unas horas el barrio River en un Belfast del 72. Aquella tarde, el audio del colega de La Gazzetta dello Sport, Luca Calamai, por las calles de Núñez tiene el tono y la desesperación propias de un corresponsal de guerra. ¿Qué habría pasado ese día en el Monumental, si la gente de Belgrano hubiera mostrado un cinco por ciento del arsenal fúnebre que presentó La Doce?

¿Y quién no recuerda lo que pasó en Mar del Plata en el 2002, cuando Boca le ganaba a River 4-0 y el partido se suspendió a los 15 del segundo tiempo porque el estadio se transformó en un campo de batalla? A partir del minuto 3:00 del video del costado, Fernando Niembro dice: "La policía se escapó". Los enfrentamientos más duros no se reflejan en esas imágenes; vinieron después.

Lógicamente, uno debe pensar que la policía de Mendoza estaba preparada para contener un desborde como el de Port Said, antes de que se fueran a producir avalanchas camino a las puertas de salida. Sí. Pero en tren de suposiciones, también deberíamos imaginar que no hay forma, ni aquí ni en Egipto, que 200 kilos de banderas negras, cientos de velas y coronas fúnebres pasen los controles de seguridad sin despertar, al menos, alguna mínima sospecha de que una catástrofe se avecina.

Que el Boca-River no haya terminado en una masacre no es motivo suficiente para dar vuelta la página ni dejar de buscar a los responsables de permitir el velorio ficticio que pudo haber terminado en un cementerio real.